Desde que empecé a leer noticias en los diarios, hace unos 18 años, estoy al tanto de que un porcentaje elevadísimo de las protestas que se realizan en la Ciudad de México cuestionan a Televisa, ya a sus directivos y propietarios, ya a sus periodistas.
Pues bien, este sábado 5 de noviembre cientos de “indignados” se plantaron frente a la televisora de Emilio Azcárrga Jean.
Se trató de una protesta con un nombre mercadológicamente más o menos adecuado: #occupytelevisa, que es una copia del #occupywallstreet.
¿Resultó exitoso el #occupytelevisa? No mucho. Apenas 500 personas alzaron la voz afuera de la principal compañía de televisión de México.
Se comprende la molestia contra Televisa. Por un lado, es prácticamente un monopolio informativo por televisión (TV Azteca representa más bien poco en términos de influencia), y por otra parte la calidad de su programación deja mucho que desear.
El enojo se entiende, sin duda, pero no veo cómo, con protestas como #occupytelevisa, se le podrá quitar a Televisa el control sobre la información que recibe la mayor parte de la población mexicana, o bien cómo se logrará con tales acciones una mejoría sustancial en la calidad de sus contenidos.
Ya protestaron contra Televisa el PAN, sobre todo Manuel “Maquío” Clouthier” en 1988; los estudiantes de la UNAM cuando ha habido huelgas en la máxima casa de estudios; Andrés Manuel López Obrador, sobre todo después de las elecciones de 2006; el SME, particularmente desde que desapareción la Compañía de Luz y Fuerza.
¿Sirvieron para algo esas protestas? A lo sumo, para que Televisa cerrara por unas horas sus instalaciones y para que enviara a casa a sus empleados durante un día.
Hay que entender las cosas como son: a Televisa solo la va a controlar un gobierno realmente democrático que llegue al poder sin deberle nada, de tal modo de que le aplique las leyes antimonopolios y de que le exija cumplir con el espíritu de los acuerdos originales mediante los que esa compañía se fue haciendo de frecuencias de televisión concesionadas por el estado*
Sin un gobierno diberente Televisa seguirá imponiendo sus condiciones. Y, desgraciadamente, no parece haber muchas posibilidades de que, en 2012, ese sueño se realice.
Si no por otra cosa, porque casi todos los aspirantes a la Presidencia, de todos los partidos, mucho le deben a Televisa. Pienso en Enrique Peña Nieto, en Manlio Fabio Beltrones, en Ernesto Cordero, en Josefina Vázquez Mota y en Marcelo Ebrard Casaubón.
El único que cuestiona a Televisa, López Obrador, se ve lamentablemente con escasas posibilidades de llegar al poder. Las cosas, como son.
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domingo, 6 de noviembre de 2011
sábado, 8 de octubre de 2011
PRI: del plato a lo boca
Hoy el PRI tuvo una de esas reuniones fastuosas. Dos fueron las notas destacadas del evento. La primera, la foto que se tomaron sonriendo y saludando Enrique Peña Nieto y Manlio Fabio Beltrones. La segunda, lo que dijo Moreira de que el PRI va a ganar de todas a todas.
Los priistas ya están de fiesta, ya se sienten de nuevo en el máximo poder en México. Qué felicidad la de ellos. Ya se sienten en donde estuvieron 70 años: manejándolo todo. Terrible cosa, de horror. Porque es una película de espanto el regreso del PRI. Pero, como suele ocurrir, del plato a la boca se cae la sopa. Y es que no han terminado de arreglarse Peña Nieto y Beltrones. Así que cualquier cosa podría pasar entre ellos, sobre todo que el segundo con guerra sucia descarrile al primero. Y si Beltrones hace público lo que se supone tiene contra Peña Nieto, pues adiós PRI.
Nada hay más falso que las sonrisas de los políticos cuando se saludan y abrazan en público. Así que detrás de tanta cordialidad entre ellos seguramente se esconde el veneno con el que van a tratar de arrebatarse la candidatura el uno al otro. Habrá que esperar todavía para ver si son capaces de disciplinarse o si van a hacer lo que ya Madrazo le hizo a Montiel: apuñalarlo. Y bueno, está el otro problema que daña tanto al PRI ahora: la debilidad de Moreira. Ya todo el mundo da por muerto a Moreira. Es decir, lo ven ya fuera de la presidencia nacional del PRI. Y si Moreira se va por el problema de la deuda de Coahuila, pues el PRI pagará los platos rotos.
Creo que los priistas hacen mal al celebrar muy anticipadamente una victoria que todavía no consiguen.
La prudencia tendría que aconsejarles ser más discretos a la hora de expresar sus emociones.
Los priistas ya están de fiesta, ya se sienten de nuevo en el máximo poder en México. Qué felicidad la de ellos. Ya se sienten en donde estuvieron 70 años: manejándolo todo. Terrible cosa, de horror. Porque es una película de espanto el regreso del PRI. Pero, como suele ocurrir, del plato a la boca se cae la sopa. Y es que no han terminado de arreglarse Peña Nieto y Beltrones. Así que cualquier cosa podría pasar entre ellos, sobre todo que el segundo con guerra sucia descarrile al primero. Y si Beltrones hace público lo que se supone tiene contra Peña Nieto, pues adiós PRI.
Nada hay más falso que las sonrisas de los políticos cuando se saludan y abrazan en público. Así que detrás de tanta cordialidad entre ellos seguramente se esconde el veneno con el que van a tratar de arrebatarse la candidatura el uno al otro. Habrá que esperar todavía para ver si son capaces de disciplinarse o si van a hacer lo que ya Madrazo le hizo a Montiel: apuñalarlo. Y bueno, está el otro problema que daña tanto al PRI ahora: la debilidad de Moreira. Ya todo el mundo da por muerto a Moreira. Es decir, lo ven ya fuera de la presidencia nacional del PRI. Y si Moreira se va por el problema de la deuda de Coahuila, pues el PRI pagará los platos rotos.
Creo que los priistas hacen mal al celebrar muy anticipadamente una victoria que todavía no consiguen.
La prudencia tendría que aconsejarles ser más discretos a la hora de expresar sus emociones.
jueves, 18 de agosto de 2011
Ahí vienen el PRI y Peña Nieto
Qué difícil escribir esta columna. Sé que algunas personas me van a malinterpretar. Espero que no muchas. Pero voy a decir, con honestidad intelectual, la verdad: si el PRI está cerca de volver a Los Pinos se debe a que los priistas han hecho bien su trabajo, mientras que han realizado mal el suyo los panistas y los políticos de izquierda.
Conste, ni deseo el retorno del PRI ni votaré por este partido. Pero, con Enrique Peña Nieto encabezándolos, los priistas han batallado en serio para alcanzar la posición de privilegio que ahora tienen en las encuestas (ni López Obrador estuvo hace seis años tan adelante como hoy se encuentra Peña Nieto).
No será bueno el regreso del PRI a la Presidencia de la República (las enormes deudas que han dejado en sus entidades gobernadores priistas como Humberto Moreira no me dejarán mentir), pero si ese partido vuelve será básicamente por dos méritos: haber hecho un disciplinado trabajo político y, sobre todo, haber aprovechado de maravilla los errores de sus rivales.
Mientras los priistas, fieles a su estilo, se pusieron de acuerdo para fortalecer entre todos a Peña Nieto (la “rebeldía” de Manlio Fabio Beltrones nunca llegó a ser realmente tal), el PAN se hundió por el mal gobierno de Felipe Calderón, lo que incluso tiene divididos a los panistas, y en la izquierda, la ambición desmedida de los chuchos terminó por reducir al PRD a su mínima expresión, al tiempo que no han crecido lo suficiente el PT y Movimiento Ciudadano (antes Convergencia).
Si en el PAN la terquedad de Calderón tiene dividido al partido (insiste en imponer a los poco populares Ernesto Cordero y Alonso Lujambio, lo que no aceptan las bases panistas), y si en el PRD a veces parece que la disputa entre Marcelo Ebrard Casaubón y Andrés Manuel López Obrador por la candidatura presidencial terminará por aniquilarlos a los dos, en el PRI no hay ninguna duda: Peña Nieto es el candidato y todos trabajan cohesionadamente para llevarlo a la Presidencia.
En política la disciplina, la unidad y el trabajo en equipo son fundamentales y, nos guste o no, son los pilares sobre los que nació el PRI y que actualmente explican la recuperación de este anacrónico partido autoritario. Son, también, tres elementos que han brillado por su ausencia en el PAN y en la izquierda, donde la indisciplina reina, la unidad es una utopía y el trabajo en equipo se ha vuelto imposible.
No me agrada la posibilidad de que el PRI vuelva al poder. Pero, hay que decirlo con franqueza, los priistas han trabajado para lograrlo y están a punto de salirse con la suya.
Conste, ni deseo el retorno del PRI ni votaré por este partido. Pero, con Enrique Peña Nieto encabezándolos, los priistas han batallado en serio para alcanzar la posición de privilegio que ahora tienen en las encuestas (ni López Obrador estuvo hace seis años tan adelante como hoy se encuentra Peña Nieto).
No será bueno el regreso del PRI a la Presidencia de la República (las enormes deudas que han dejado en sus entidades gobernadores priistas como Humberto Moreira no me dejarán mentir), pero si ese partido vuelve será básicamente por dos méritos: haber hecho un disciplinado trabajo político y, sobre todo, haber aprovechado de maravilla los errores de sus rivales.
Mientras los priistas, fieles a su estilo, se pusieron de acuerdo para fortalecer entre todos a Peña Nieto (la “rebeldía” de Manlio Fabio Beltrones nunca llegó a ser realmente tal), el PAN se hundió por el mal gobierno de Felipe Calderón, lo que incluso tiene divididos a los panistas, y en la izquierda, la ambición desmedida de los chuchos terminó por reducir al PRD a su mínima expresión, al tiempo que no han crecido lo suficiente el PT y Movimiento Ciudadano (antes Convergencia).
Si en el PAN la terquedad de Calderón tiene dividido al partido (insiste en imponer a los poco populares Ernesto Cordero y Alonso Lujambio, lo que no aceptan las bases panistas), y si en el PRD a veces parece que la disputa entre Marcelo Ebrard Casaubón y Andrés Manuel López Obrador por la candidatura presidencial terminará por aniquilarlos a los dos, en el PRI no hay ninguna duda: Peña Nieto es el candidato y todos trabajan cohesionadamente para llevarlo a la Presidencia.
En política la disciplina, la unidad y el trabajo en equipo son fundamentales y, nos guste o no, son los pilares sobre los que nació el PRI y que actualmente explican la recuperación de este anacrónico partido autoritario. Son, también, tres elementos que han brillado por su ausencia en el PAN y en la izquierda, donde la indisciplina reina, la unidad es una utopía y el trabajo en equipo se ha vuelto imposible.
No me agrada la posibilidad de que el PRI vuelva al poder. Pero, hay que decirlo con franqueza, los priistas han trabajado para lograrlo y están a punto de salirse con la suya.
viernes, 6 de mayo de 2011
Gómez Leyva y la pequeñez de ese periodismo
De dar pena la columna de hoy viernes de Ciro Gómez Leyva, en Milenio Diario. Trata sobre el tema del momento. No, no habla de la marcha por la paz. Tampoco de las consecuencias globales del asesinato de Bin Laden. Y ni siquiera del Pumas - Monterrey. El señor Gómez Leyva no se ocupa de pequeñeces. Él es un periodista que siempre va a "lo importante", a lo que sí tiene relevancia para la nación. Don Ciro se ha ocupado de la fundamental comida que sostuvieron Manlio Fabio Beltrones y Enrique Peña Nieto.
A juzgar por el escrito de Gómez Leyva, nuestra república se ha salvado. ¡Beltrones y Peña Nieto son amigos y se quieren! ¡Ciro ha descubierto que hay un pacto entre Beltrones y Peña Nieto y que en el PRI reinan la paz y la armonía! Dice el señor Gómez Leyva: "Peña Nieto será el abanderado tricolor. Y Beltrones lo acompañará desde una posición estratégica". Y a partir de esta alianza la felicidad llegará a todos los hogares mexicanos.
Es realmente lamentable la columna de Ciro Gómez Leyva por varias razones:
1. Exhibe la decadencia absoluta de un periodista que fue muy importante, muy valiente y muy combativo.
2. Prueba que tenían razón los editores de Reforma cuando a mediados de los 90´s despidieron a Gómez Leyva por sus inexplicables relaciones con Manlio Fabio Beltrones.
3. Ratifica el hecho de que los periodistas mexicanos más conocidos, por lo mismo, los más influyentes y desde luego los mejor pagados, no están dedicados a analizar lo que a la gente realmente le interesa (la marcha, Bin Laden, el Monterrey - Pumas), sino lo que al poder le sirve porque ellos, los periodistas conocidos, son servidores y hasta sirvientes del poder.
Con miles de mexicanos preparándose para apoyar de alguna manera, no necesariamente acudiendo a la marcha, resulta ofensivo para nuestra sociedad que los periodistas "importantes" traten de llevar la discusión hacia chismes palaciegos como la comida Beltrones - Peña Nieto. Porque leyendo a Gómez Leyva me entero que el miércoles, en Televisa, el más visto programa de "análisis periodístico", Tercer Grado, tuvo también como tema central a don Manlio Fabio y a don Enrique. ¡Qué vergüenza!
A juzgar por el escrito de Gómez Leyva, nuestra república se ha salvado. ¡Beltrones y Peña Nieto son amigos y se quieren! ¡Ciro ha descubierto que hay un pacto entre Beltrones y Peña Nieto y que en el PRI reinan la paz y la armonía! Dice el señor Gómez Leyva: "Peña Nieto será el abanderado tricolor. Y Beltrones lo acompañará desde una posición estratégica". Y a partir de esta alianza la felicidad llegará a todos los hogares mexicanos.
Es realmente lamentable la columna de Ciro Gómez Leyva por varias razones:
1. Exhibe la decadencia absoluta de un periodista que fue muy importante, muy valiente y muy combativo.
2. Prueba que tenían razón los editores de Reforma cuando a mediados de los 90´s despidieron a Gómez Leyva por sus inexplicables relaciones con Manlio Fabio Beltrones.
3. Ratifica el hecho de que los periodistas mexicanos más conocidos, por lo mismo, los más influyentes y desde luego los mejor pagados, no están dedicados a analizar lo que a la gente realmente le interesa (la marcha, Bin Laden, el Monterrey - Pumas), sino lo que al poder le sirve porque ellos, los periodistas conocidos, son servidores y hasta sirvientes del poder.
Con miles de mexicanos preparándose para apoyar de alguna manera, no necesariamente acudiendo a la marcha, resulta ofensivo para nuestra sociedad que los periodistas "importantes" traten de llevar la discusión hacia chismes palaciegos como la comida Beltrones - Peña Nieto. Porque leyendo a Gómez Leyva me entero que el miércoles, en Televisa, el más visto programa de "análisis periodístico", Tercer Grado, tuvo también como tema central a don Manlio Fabio y a don Enrique. ¡Qué vergüenza!
jueves, 28 de abril de 2011
Los segundones o el síndrome Príncipe Carlos
Por lo que se ve, el príncipe Carlos de Inglaterra, que ha esperado una larga vida para ocupar el primer sitio en la monarquía británica, no llegará nunca a esa posición. Cada día más viejo, cada día más marginado, cada día menos relevante que su madre, la reina, y que sus propios hijos, Carlos parece destinado a ser el paradigma del eterno segundón. Lo bueno para él es que se ve feliz sin las responsabilidades, las obligaciones y las tensiones propias de ser el número uno.
No estoy inventando ninguna teoría con esto del síndrome del príncipe Carlos. Admito que leí una nota relacionada con tal concepto en www.expansion.com, en la que un profesor de negocios teoriza acerca del papel de los eficaces colaboradores de los líderes empresariales. Se trata de personas competentes, leales y muy trabajadoras que se contentan con cubrir las espaldas de un director general recibiendo a cambio un buen salario y magníficas prestaciones, eso sí, sin aspirar nunca a sustituirlo.
En Televisa, ahora muy de moda gracias a la señora Paula Cusi, hay un dirigente máximo y tres segundones que ganan lo que quieren y son inmensamente felices porque, en última instancia, si hay problemas terminan siendo del número uno. Es claro que el jefe en esta televisora es Emilio Azcárraga Jean y sus segundones son Bernardo Gómez, Alfonso de Angoitia y José Bastón.
El empresario fundador de El País, Jesús de Polanco, comentó un día que había podido levantar un imperio mediático gracias al talento de sus segundones, especialmente del escritor Juan Luis Cebrián, que aportaron la creatividad y que se llevaron todos los méritos intelectuales, dejándole a él, al señor Polanco, el único privilegio de siempre haber puesto el trasero para que le dieran de patadas los numerosos políticos y empresarios que se sentían lastimados por las grandiosas hazañas de sus colaboradores.
Lo anterior significa que ser segundón es cómodo, inclusive muy gratificante y en las grandes organizaciones una ocupación muy rentable que se ejerce con cierto estrés, pero no con todo el estrés que se tiene que tragar completito el número uno.
En la política abundan los segundones famosos que terminan pasándosela extraordinariamente bien porque saben servir con eficacia y lealtad a un líder que es el que recibe todos los golpes.
Un excelente segundón muy conocido entre nosotros es Emilio Gamboa Patrón. Fue un importantísimo secretario particular de Miguel de la Madrid, un leal funcionario al servicio de Carlos Salinas de Gortari, un buen colaborador de Ernesto Zedillo, un sobreviviente priista cuando el PAN llegó al poder al que no despeinaron los vientos en contra porque se puso detrás de Roberto Madrazo y es ahora uno de los políticos que, sin duda, estará en el gabinete de Enrique Peña Nieto si este llega al poder. Gamboa ha pasado por dos o tres crisis, que son poquita cosa comparadas con las tormentas que han sacudido a todos sus jefes.
Otro segundón de la política bastante famoso es Marcelo Ebrard Casaubón. El 80% de su carrera la hizo a la sombra de Manuel Camacho Solís, y cuando Camacho cayó en desgracia se las arregló para crecer como un colaborador de Andrés Manuel López Obrador. Cuando Ebrard llegó a la jefatura de gobierno del Distrito Federal parecía que al fin iba a ser un número uno, pero se topó con la obstinación de López Obrador que nunca lo dejó moverse libremente y que hasta se dio el lujo de imponerle aquel arreglo político de Juanito y Clara Brugada en Iztapalapa. Lo peor, para Ebrard, vino cuando decidió que necesitaba ayuda para independizarse de AMLO. La buscó y la encontró en su jefe de tantos años, Manuel Camacho, con lo que Marcelo perdió todavía más autonomía.
Otro segundón que siempre dio la impresión de tener madera de líder, pero que no se atrevió a serlo, es el senador Manlio Fabio Beltrones. Empezó como colaborador de don Fernando Gutiérrez Barrios, de ahí pasó al equipo de Carlos Salinas, después aceptó el liderazgo de Luis Donaldo Colosio, no se reveló cuando Ernesto Zedillo lo maltrató, se convirtió en el número dos de Roberto Madrazo luego de la derrota del PRI en el año 2000, y en el actual sexenio, cuando pudo ser el principal priista del país, se disciplinó tanto que, paralizado, permitió que Salinas y Televisa construyeran la candidatura de Enrique Peña Nieto, dejándolo a él, a Beltrones, nuevamente como un segundón.
Gran segundón de Ernesto Zedillo, con muchísimo poder en su momento, fue Liébano Saenz, quien en la sombra, oculto en la secretaría particular de Los Pinos, manejó buena parte de la política mexicana disfrutando con ello de las mieles del poder sin pagar el costo de las hieles de la responsabilidad de ser el número uno.
Segundones sobran. Les va muy bien. Trabajan, sin duda, se estresan porque saben que no deben descansar en su tarea de cuidar al líder. Pero nunca tienen las responsabilidades gigantescas que alteran la presión arterial, destruyen el estómago y desestabilizan el sistema nervioso de un número uno.
lunes, 11 de abril de 2011
No a la alianza: ¿Tomó el PRD la mejor decisión?
Solo la candidatura de Alejandro Encinas a gobernador del Estado de México podía convencer a Marcelo Ebrard Casaubón y a sus aliados más cercanos, sobre todo a Manuel Camacho Solís, de decir no a la alianza del PRD con el PAN.
Ebrard, con el tema de la alianza, pasó de llevar la ofensiva, a defenderse y a quedar contra la pared debido a las fuertes presiones de Andrés Manuel López Obrador.
El jefe de gobierno del Distrito Federal apostó todo a la alianza PAN-PRD, desde luego contra López Obrador (ellos son los dos principales aspirantes de izquierda a la candidatura presidencial en 2012). Y Ebrard perdió.
Después de pasearse en las entidades en las que los candidatos aliancistas habían ganado gubernaturas (Oaxaca, Sinaloa, Guerrero, Puebla), Ebrard se veía invencible armado con la espada de la necesaria alianza para derrotar a los “malos” del PRI. (Subrayo la expresión “malos” no porque los priistas no lo sean, que desde luego lo son, sino porque de esa calidad moral abundan líderes en todos los partidos, particularmente en el PAN y el PRD, que son gobierno en muchos lugares).
El argumento de Ebrard, obviamente preparado por Camacho y siempre contando con el visto bueno del PAN y de Felipe Calderón, convenció a muchos, sobre todo a intelectuales que de buena fe prestaron sus nombres para apadrinar una de las farsas políticas más notorias de los últimos tiempos: la consulta ciudadana para decidir por el sí o por el no a la alianza entre el PAN y el PRD.
La consulta la ganó aplastantemente el sí y cuando parecía que la alianza PAN-PRD se concretaría, Ebrard decidió dejar colgados de la brocha a los panistas, Calderón incluido, y a los intelectuales.
En qué forma se burló Ebrard de los intelectuales a los que convenció de participar en un ejercicio, supuestamente cívico. Ya aprenderán la gente sensible y con cultura a no confiar en los políticos, por mejor peinados que se presenten (bueno, es que, después de Peña Nieto y Manlio Fabio Beltrones, don Marcelo es de los gobernantes que más se adornan antes de salir de su casa).
Marcelo Ebrard, de pronto, dijo no a la alianza, levantó la mano de Alejandro Encinas (un hombre que siempre rechazó unirse al PAN) y quiso, fiel al estilo de su mentor Manuel Camacho (que es el del cubano Fidel Castro), hacer de su gran derrota una gran victoria: convenció a Encinas de que no fuera a un mitin con AMLO en el Edomex, de tal forma de acompañarlo a él, a Ebrard, a un recorrido por tierras mexiquenses.
Es decir, partiendo de la premisa (que solo políticos como Camacho se creen) de que el ciudadano es un tonto sin memoria, Ebrard quiso presentarse como el gran impulsor de la candidatura antialiancista de Encinas.
Pero Ebrard no engañó a nadie. La opinión pública y la publicada en forma unánime presentaron a don Marcelo como el perdedor en la primera batalla del Edomex, y a AMLO como el ganador.
Y es que así fue. ¿Qué hizo a AMLO ganar, a pesar de tener todo en contra? Su terquedad que, para muchos, es simple apego a sus principios.
Después de que Ebrard se rindió ante López Obrador, lo que siguió fue un mero trámite: que el PRD nacional rechazara la alianza.
Muy bien, pero apenas empiezan los problemas para el perredismo, que postulará a Encinas junto con el PT y Convergencia, como su candidato a gobernador del Estado de México.
El problema es que Encinas tal vez no cumple con el requisito de la residencia y, por lo mismo, tal vez no pueda ser candidato a gobernador.
Conociendo a López Obrador, puedo decir sin temor a equivocarme que eso, la inhabilitación de Encinas, es algo que no va a detener a Andrés Manuel, algo a lo que inclusive él podría sacarle provecho.
Salir victorioso del jaque mate es la especialidad de López Obrador (de hecho, cuando AMLO falla es cuando lleva la ventaja). Parecía que no superaría el desafuero, y salió en hombros en una marcha a la que asistieron 2 millones de personas. Después, en Iztapalapa, inhabilitada por el Trife Clara Brugada, Andrés Manuel se sacó de la manga a un tal “Juanito” y de la nada lo hizo ganar la elección por el PT, para después obligarlo a renunciar y entregar la jefatura delegacional a quien AMLO pensó que siempre la mereció y que injustamente se la quisieron quitar: la señora Brugada.
Así que, si a Encinas lo inhabilitan, ya podremos esperar a un Andrés Manuel jugando en su terreno, el del jaque mate, llevándose toda la atención mediática para sí mismo y para su causa, inventando sabrá Dios qué (tal vez con Yeidckol Polevnsky como candidata, para luego renunciar ya ganadora y gobernadora a favor del secretario de gobierno Encinas o cualquier cosa por el estilo).
Pero hay en eso un riesgo muy grande. Porque los grandes jugadores como Andrés Manuel suelen triunfar, pero a veces, por apostar tan alto a las causas casi perdidas, también pierden, y fuertemente.
El riesgo, obvio, es que Encinas quede inhabilitado. Eso dejaría al PRD en una situación de gran vulnerabilidad para el 2012. ¿Por qué? Porque con Encinas (primer lugar en las encuestas si se excluye a los partidos), el PRD es el segundo lugar en el Edomex, detrás del PRI y su candidato Eruviel Ávila y del PAN y su candidato, Luis Felipe Bravo Mena.
La inhabilitación de Encinas podría mandar al PRD del segundo al tercer lugar (ojo, si fallara, que podría fallar, la gran protesta que encabezará López Obrador). Y eso, el tercer lugar en el Edomex, dejaría al PRD (y al PT y a Convergencia) sin posibilidades en 2012.
Solo hay una fórmula para que el PRD salga fortalecido del Edomex después de haber dicho no a la alianza con el PAN, los líderes de la izquierda mexicana la están evaluando y de la misma hablaré en otro texto en este blog esta noche.
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