Estoy leyendo en Internet que Televisa, la televisora propiedad de Emilio Azcárraga Jean, ha vetado al cantante Luis Miguel. ¿Por qué diablos el intérprete de la incondicional ha sido castigado tan severamente? Simple y sencillamente porque se atrevió a actuar en la inauguración de la Arena México, que pertenece a un hermano del presidente de TVAazteca, Ricardo Salinas Pliego.
¿Va a perder contratos Luis Miguel? Ninguno. ¿Se van a vender menos sus discos? No, y hasta es probable que se vendan más. ¿Va a ir de rodillas Luis Miguel a la oficina de Azcárraga a pedir perdón? Con lo divo que es, seguramente el cantante está pensando "Azcárraga no existe".
La verdad de las cosas es que un veto de Televisa puede ser mortal para actores o cantantes menores, pero es de risa loca si se aplica a figuras tan consolidadas como Luis Miguel.
En la política es lo mismo. Sin Televisa no son nada los políticos sin personalidad, sin liderazgo y sin trayectoria, pero para nada necesitan a la televisora los dirigentes fuertes y prestigiados.
Un político que ha podido consolidar un movimiento de millones de seguidores sin Televisa, e inclusive contra Televisa, es Andrés Manuel López Obrador. Durante años Televisa lo atacó, lo ninguneó, lo ignoró, y López Obrador como si nada. De hecho, cuando inició el actual proceso electoral Andrés Manuel, peleado con Televisa, estaba muy por encima del PAN en las encuestas... y aquí viene la moraleja.
El PAN empató a Andrés Manuel cuando el tabasqueño hizo las paces con Televisa...
O sea que sin Televisa el Peje estaba mejor que con la televisora. Ojo Luis Miguel, no te vayas a arreglar con Azcárraga, no vaya a ser que de verdad tu carrera empiece a ir hacia abajo.
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jueves, 1 de marzo de 2012
sábado, 3 de diciembre de 2011
No, no puedo estar a favor del Teletón
Busqué en Google las palabras “filantropía y Teletón” y los siguientes fueron los primeros resultados, por lo mismo los más relevantes, que aparecieron:
“Teletón. ¿Filantropía o elusión fiscal?”
“Teletón. La falsa ayuda de la televisión a los niños”.
“El Teletón de Televisa: chantaje emocional, manipulación mediática”.
Después, en el poderoso buscador de internet escribí “caridad Teletón” y los siguientes fueron los primeros resultados que aparecieron:
“Teletón es publicidad y farándula, no caridad”.
“Teletón: Caridad para el X-BOX 360 de El Pollo”
“Teletón: la caridad en el lugar de los derechos”.
Al margen de la gran publicidad que recibe ese evento de Televisa, es un hecho que el Teletón es un evento desprestigiado. Y se entiende que lo sea:
Para empezar, sea cierto o no (y pienso que no lo es), muchísimas personas opinan que es una estrategia de las grandes empresas mexicanas para no pagar impuestos.
A la imagen del Teletón no le ayuda, al menos no con las personas inteligentes, la burda utilización del dolor de los niños discapacitados para ganar audiencia.
Y, claro está, la crítica más seria al Teletón es la de que acapara, en manos de compañías que en sus sectores productivos operan como oligopolios o monopolios, los donativos para la caridad.
Sobran las instituciones dedicadas a ayudar a los pobres, a los enfermos, a los marginados, algunas, como bien se ha dicho, dirigidas por voluntarios que lo hacen con absoluta generosidad, con total entrega, con vocación de servicio.
Pero a estas instituciones caritativas o filantrópicas mexicanas, algunas dignas del Premio Nobel de la Paz, y no exagero, cada año les llegan menos recursos de parte de la sociedad y el gobierno porque el Teletón los monopoliza.
Es terrible que obras verdaderamente maravillosas tengan que padecer crecientes penurias financieras solo por carecer del poder de manipulación mediática del señor Emilio Azcárraga Jean.
“Teletón. ¿Filantropía o elusión fiscal?”
“Teletón. La falsa ayuda de la televisión a los niños”.
“El Teletón de Televisa: chantaje emocional, manipulación mediática”.
Después, en el poderoso buscador de internet escribí “caridad Teletón” y los siguientes fueron los primeros resultados que aparecieron:
“Teletón es publicidad y farándula, no caridad”.
“Teletón: Caridad para el X-BOX 360 de El Pollo”
“Teletón: la caridad en el lugar de los derechos”.
Al margen de la gran publicidad que recibe ese evento de Televisa, es un hecho que el Teletón es un evento desprestigiado. Y se entiende que lo sea:
Para empezar, sea cierto o no (y pienso que no lo es), muchísimas personas opinan que es una estrategia de las grandes empresas mexicanas para no pagar impuestos.
A la imagen del Teletón no le ayuda, al menos no con las personas inteligentes, la burda utilización del dolor de los niños discapacitados para ganar audiencia.
Y, claro está, la crítica más seria al Teletón es la de que acapara, en manos de compañías que en sus sectores productivos operan como oligopolios o monopolios, los donativos para la caridad.
Sobran las instituciones dedicadas a ayudar a los pobres, a los enfermos, a los marginados, algunas, como bien se ha dicho, dirigidas por voluntarios que lo hacen con absoluta generosidad, con total entrega, con vocación de servicio.
Pero a estas instituciones caritativas o filantrópicas mexicanas, algunas dignas del Premio Nobel de la Paz, y no exagero, cada año les llegan menos recursos de parte de la sociedad y el gobierno porque el Teletón los monopoliza.
Es terrible que obras verdaderamente maravillosas tengan que padecer crecientes penurias financieras solo por carecer del poder de manipulación mediática del señor Emilio Azcárraga Jean.
lunes, 7 de noviembre de 2011
Héctor Suárez contra @eazcarraga
Por considerarla de interés general, reproduzco la siguiente carta que el comediante Héctor Suárez ha enviado al presidente de Televisa, Emilio Azcárraga Jean. Cada quién saque sus propias conclusiones.
A Emilio Azcárraga Jean y a la opinión pública:
Al ver que mis anteriores misivas enviadas a usted hace unos días, para conciliar y darle mi versión sobre lo ocurrido en la emisión Iniciativa México, y por la que se me culpa injustamente de rebeldía, de actor difícil y conflictivo, jamás tuvieron respuesta de su parte; no me deja más alternativa que hacerlo por este medio.
¿Está enterado de que durante más de 38 años colaboré en la que ahora es su empresa en programas que no sólo le dieron rating sino mucho dinero a Televisa? Y, por ende, a mí también, naturalmente. ¿Sabe que la emisión creada por mí y titulada ¿Qué Nos Pasa? fue una punta de lanza que vino a revolucionar las anodinas comedias que se hacían en televisión? Fue un honor participar en ella. Lástima que, en la segunda época, sus subordinados coartaron toda la libertad y crítica social de la que yo gozaba, al grado de querer reducir ¿Qué Nos Pasa? a uno más de los inanes programas cómicos que se hacían a puñados. De ahí que mejor decidiera abandonar dicha emisión para no traicionar el espíritu de crítica que la hiciera famosa.
Comento lo anterior porque ¿Qué Nos Pasa? le dio a Televisa la altura y la madurez de una televisión inteligente, analítica y pensante, además de valiente. Ésta es la televisión y el trabajo que hago y que siempre me han caracterizado a lo largo de mi carrera. Me pregunto, entonces, ¿para qué solicitaron mis servicios en Iniciativa México?
Con respecto a lo acontecido en torno a esa emisión, donde de seguro los señores Rubén y Santiago Galindo, productores de dicho programa, ya le dieron su particular visión de los hechos; es mi deseo que usted conozca la mía y así, juntando los dos pareceres, se pueda dar una idea de lo que ocurrió.
Comprendo que los Galindo cuiden su fuente de trabajo. Entiendo también que hay muchos medios involucrados en Iniciativa México y que los contenidos deben ser cuidadosos, pero la esencia de la comedia es, por antonomasia, crítica y burla. No se puede pretender hacer reír al público, sin ejercer dichos elementos, y menos con el temor de “molestar a alguien”. Actitud moralista, temerosa y prejuiciosa constante de los Galindo; de ahí los repetidos desacuerdos que tuve con los mencionados productores.
¿Le informaron a usted estos señores que, para cuidar los contenidos de los tres sketches que cada ocho días salían al aire, acordamos, entonces, que yo les entregaría mi trabajo editado con 72 horas de antelación para que, si algo no les pareciera, me lo informaran y así yo pudiera tener el tiempo suficiente para reeditarlos y corregirlos?
En las seis semanas en que les entregué puntualmente, por alguna razón que desconozco, mi trabajo nunca fue checado en el tiempo acordado. Siempre lo hicieron a última hora, cuando ya no había ni tiempo ni oportunidad de corregir ni hacer nada. De ahí que los Galindo, con una falta de respeto por mi trabajo como creador y enarbolando la bandera de la moral, censuraron y decidieron lo que el público debía de ver y lo que no, mutilando siempre con torpeza, desconsideración, con un desconocimiento total del género y sin participármelo siquiera.
¿A qué le temían los señores Galindo? ¿A quién le cuidaban las espaldas? ¿Temían ofender a los que han depredado este País? ¿O simplemente estaban cumpliendo órdenes superiores?
¿Está usted enterado de que el señor Rubén Galindo está faltando a la ética y a la verdad al no cumplir su compromiso conmigo, pretendiendo pagarme mucho menos dinero del que, como caballeros, acordamos? Yo ya cumplí, ya trabajé y realicé programas para completar ocho semanas, que fueron las que acordamos Rubén Galindo y yo.
Otro de sus trabajadores, el señor Juan Antonio Mateos, pretende pagarme sólo seis semanas argumentando que debí haber trabajado 10 semanas, de las cuales, repito, el señor Galindo jamás me habló. Trabajé únicamente seis semanas, pero grabé suficiente material para cubrir las ocho semanas, que, además, ya salieron al aire. Por lo tanto, cumplí mi compromiso. ¿Por qué entonces este atropello de obligarme a cobrar menos dinero de lo acordado y quitarme mi trabajo evidenciándome como lo han hecho de manera tan humillante e injusta?
¿Está enterado de que, por todo esto, algunos de sus empleados decidieron dar órdenes estrictas de no permitirme la entrada a la empresa, de que acabo de sufrir la humillación y la vergüenza de no poder entrar a su empresa para recoger mis pertenencias, mi vestuario, mi maquillaje y mis pelucas?
¿Está enterado de que sus subordinados ejercen una política de terror laboral en contra de mis compañeros actores y actrices al amenazarlos abierta o veladamente con vetarlos si trabajan en otra parte? O sea que no se les permite trabajar, pero tampoco se les da la seguridad de un trabajo en su empresa. ¿Y de qué se supone que van a vivir mis compañeros? ¿Qué clase de Iniciativa es ésta? Lo comprendo si gozan de una exclusividad, pero los que no gozamos de eso, ¿por qué también? Señor Azcárraga, estamos en el siglo 21. Esta imagen de señores de horca y cuchillo es denigrante para cualquier trabajador, que debe tener la libertad de buscar otras fuentes de ingreso, y más en estas épocas difíciles.
¿Está enterado de que me encontraba yo trabajando en la serie que produce Televisa Deportes, Cloroformo, con un rol importantísimo, el de un ex boxeador, y que por la misma razón fui retirado de dicha serie, afectando con esto la producción que ya estaba lista y a su director, Gustavo Loza, obligándolo a buscar quién me sustituyera? ¿Que el señor Juan Antonio Mateos le comunicó a mi representante que de ninguna manera podía yo trabajar en Cloroformo porque estaba vetado y que si quería trabajar en Televisa tendría yo que dejar de trabajar primero en la televisora Estrella TV de Los Ángeles, California, empresa en la que hace dos años trabajo y me da para comer.
Señor Azcárraga, acepté gustosamente colaborar en Iniciativa México, porque, sinceramente, creí en el proyecto, involucrándome y comprometiéndome con toda mi pasión y profesionalismo, sin importarme ni tomar en cuenta el veto que llevo padeciendo en su empresa desde hace 12 largos años.
Señor Azcárraga, ¿le parece honesta y sinceramente que merezco este “castigo” impuesto por sus trabajadores que, abusando de sus “jerarquías”, ejercen el pequeño poder evidenciando una carrera de 53 años de trayectoria?
¿Está enterado señor Azcárraga? Si no lo está, lo invito a tomar medidas, y obligue a sus subordinados a cumplir sus compromisos como hombres y con ética profesional y laboral. Señor Azcárraga, en su empresa están acostumbrados a someter a sus trabajadores y, en muchas ocasiones, a pisotear sus derechos, como en esta ocasión lo están haciendo una vez más conmigo, pero más acostumbrados están a que nadie les reclame ni les diga nada por terror a perder su trabajo y su seguridad económica, razón que no juzgo y respeto.
Pero habemos personas como yo que por ningún motivo lo permitimos y nos arriesgamos a sufrir las consecuencias antes que perder la dignidad. Y eso, señor Azcárraga, no me hace ni rebelde ni mucho menos conflictivo. Me hace un hombre valiente, honorable, confiable y respetable ante mis hijos, mi familia, el mundo que habito y ante Dios.
Le pregunto ahora, señor Azcárraga, por estas palabras que hoy le externo: ¿me esperan otros 12 años de veto? ¿Extenderán sus medidas a mi familia, como lo hicieron injustamente con mi hijo Héctor Suárez Gomís, quien, sin deberla ni temerla, también fue “castigado” y vetado?
Dígales que, si me “castigaron” otra vez no volviéndome a llamar en su empresa pa′ trabajar, por lo menos que me den mi resto, ¿no?
¿Tiene usted el valor… o le vale?
A Emilio Azcárraga Jean y a la opinión pública:
Al ver que mis anteriores misivas enviadas a usted hace unos días, para conciliar y darle mi versión sobre lo ocurrido en la emisión Iniciativa México, y por la que se me culpa injustamente de rebeldía, de actor difícil y conflictivo, jamás tuvieron respuesta de su parte; no me deja más alternativa que hacerlo por este medio.
¿Está enterado de que durante más de 38 años colaboré en la que ahora es su empresa en programas que no sólo le dieron rating sino mucho dinero a Televisa? Y, por ende, a mí también, naturalmente. ¿Sabe que la emisión creada por mí y titulada ¿Qué Nos Pasa? fue una punta de lanza que vino a revolucionar las anodinas comedias que se hacían en televisión? Fue un honor participar en ella. Lástima que, en la segunda época, sus subordinados coartaron toda la libertad y crítica social de la que yo gozaba, al grado de querer reducir ¿Qué Nos Pasa? a uno más de los inanes programas cómicos que se hacían a puñados. De ahí que mejor decidiera abandonar dicha emisión para no traicionar el espíritu de crítica que la hiciera famosa.
Comento lo anterior porque ¿Qué Nos Pasa? le dio a Televisa la altura y la madurez de una televisión inteligente, analítica y pensante, además de valiente. Ésta es la televisión y el trabajo que hago y que siempre me han caracterizado a lo largo de mi carrera. Me pregunto, entonces, ¿para qué solicitaron mis servicios en Iniciativa México?
Con respecto a lo acontecido en torno a esa emisión, donde de seguro los señores Rubén y Santiago Galindo, productores de dicho programa, ya le dieron su particular visión de los hechos; es mi deseo que usted conozca la mía y así, juntando los dos pareceres, se pueda dar una idea de lo que ocurrió.
Comprendo que los Galindo cuiden su fuente de trabajo. Entiendo también que hay muchos medios involucrados en Iniciativa México y que los contenidos deben ser cuidadosos, pero la esencia de la comedia es, por antonomasia, crítica y burla. No se puede pretender hacer reír al público, sin ejercer dichos elementos, y menos con el temor de “molestar a alguien”. Actitud moralista, temerosa y prejuiciosa constante de los Galindo; de ahí los repetidos desacuerdos que tuve con los mencionados productores.
¿Le informaron a usted estos señores que, para cuidar los contenidos de los tres sketches que cada ocho días salían al aire, acordamos, entonces, que yo les entregaría mi trabajo editado con 72 horas de antelación para que, si algo no les pareciera, me lo informaran y así yo pudiera tener el tiempo suficiente para reeditarlos y corregirlos?
En las seis semanas en que les entregué puntualmente, por alguna razón que desconozco, mi trabajo nunca fue checado en el tiempo acordado. Siempre lo hicieron a última hora, cuando ya no había ni tiempo ni oportunidad de corregir ni hacer nada. De ahí que los Galindo, con una falta de respeto por mi trabajo como creador y enarbolando la bandera de la moral, censuraron y decidieron lo que el público debía de ver y lo que no, mutilando siempre con torpeza, desconsideración, con un desconocimiento total del género y sin participármelo siquiera.
¿A qué le temían los señores Galindo? ¿A quién le cuidaban las espaldas? ¿Temían ofender a los que han depredado este País? ¿O simplemente estaban cumpliendo órdenes superiores?
¿Está usted enterado de que el señor Rubén Galindo está faltando a la ética y a la verdad al no cumplir su compromiso conmigo, pretendiendo pagarme mucho menos dinero del que, como caballeros, acordamos? Yo ya cumplí, ya trabajé y realicé programas para completar ocho semanas, que fueron las que acordamos Rubén Galindo y yo.
Otro de sus trabajadores, el señor Juan Antonio Mateos, pretende pagarme sólo seis semanas argumentando que debí haber trabajado 10 semanas, de las cuales, repito, el señor Galindo jamás me habló. Trabajé únicamente seis semanas, pero grabé suficiente material para cubrir las ocho semanas, que, además, ya salieron al aire. Por lo tanto, cumplí mi compromiso. ¿Por qué entonces este atropello de obligarme a cobrar menos dinero de lo acordado y quitarme mi trabajo evidenciándome como lo han hecho de manera tan humillante e injusta?
¿Está enterado de que, por todo esto, algunos de sus empleados decidieron dar órdenes estrictas de no permitirme la entrada a la empresa, de que acabo de sufrir la humillación y la vergüenza de no poder entrar a su empresa para recoger mis pertenencias, mi vestuario, mi maquillaje y mis pelucas?
¿Está enterado de que sus subordinados ejercen una política de terror laboral en contra de mis compañeros actores y actrices al amenazarlos abierta o veladamente con vetarlos si trabajan en otra parte? O sea que no se les permite trabajar, pero tampoco se les da la seguridad de un trabajo en su empresa. ¿Y de qué se supone que van a vivir mis compañeros? ¿Qué clase de Iniciativa es ésta? Lo comprendo si gozan de una exclusividad, pero los que no gozamos de eso, ¿por qué también? Señor Azcárraga, estamos en el siglo 21. Esta imagen de señores de horca y cuchillo es denigrante para cualquier trabajador, que debe tener la libertad de buscar otras fuentes de ingreso, y más en estas épocas difíciles.
¿Está enterado de que me encontraba yo trabajando en la serie que produce Televisa Deportes, Cloroformo, con un rol importantísimo, el de un ex boxeador, y que por la misma razón fui retirado de dicha serie, afectando con esto la producción que ya estaba lista y a su director, Gustavo Loza, obligándolo a buscar quién me sustituyera? ¿Que el señor Juan Antonio Mateos le comunicó a mi representante que de ninguna manera podía yo trabajar en Cloroformo porque estaba vetado y que si quería trabajar en Televisa tendría yo que dejar de trabajar primero en la televisora Estrella TV de Los Ángeles, California, empresa en la que hace dos años trabajo y me da para comer.
Señor Azcárraga, acepté gustosamente colaborar en Iniciativa México, porque, sinceramente, creí en el proyecto, involucrándome y comprometiéndome con toda mi pasión y profesionalismo, sin importarme ni tomar en cuenta el veto que llevo padeciendo en su empresa desde hace 12 largos años.
Señor Azcárraga, ¿le parece honesta y sinceramente que merezco este “castigo” impuesto por sus trabajadores que, abusando de sus “jerarquías”, ejercen el pequeño poder evidenciando una carrera de 53 años de trayectoria?
¿Está enterado señor Azcárraga? Si no lo está, lo invito a tomar medidas, y obligue a sus subordinados a cumplir sus compromisos como hombres y con ética profesional y laboral. Señor Azcárraga, en su empresa están acostumbrados a someter a sus trabajadores y, en muchas ocasiones, a pisotear sus derechos, como en esta ocasión lo están haciendo una vez más conmigo, pero más acostumbrados están a que nadie les reclame ni les diga nada por terror a perder su trabajo y su seguridad económica, razón que no juzgo y respeto.
Pero habemos personas como yo que por ningún motivo lo permitimos y nos arriesgamos a sufrir las consecuencias antes que perder la dignidad. Y eso, señor Azcárraga, no me hace ni rebelde ni mucho menos conflictivo. Me hace un hombre valiente, honorable, confiable y respetable ante mis hijos, mi familia, el mundo que habito y ante Dios.
Le pregunto ahora, señor Azcárraga, por estas palabras que hoy le externo: ¿me esperan otros 12 años de veto? ¿Extenderán sus medidas a mi familia, como lo hicieron injustamente con mi hijo Héctor Suárez Gomís, quien, sin deberla ni temerla, también fue “castigado” y vetado?
Dígales que, si me “castigaron” otra vez no volviéndome a llamar en su empresa pa′ trabajar, por lo menos que me den mi resto, ¿no?
¿Tiene usted el valor… o le vale?
domingo, 6 de noviembre de 2011
Televisa y las protestas
Desde que empecé a leer noticias en los diarios, hace unos 18 años, estoy al tanto de que un porcentaje elevadísimo de las protestas que se realizan en la Ciudad de México cuestionan a Televisa, ya a sus directivos y propietarios, ya a sus periodistas.
Pues bien, este sábado 5 de noviembre cientos de “indignados” se plantaron frente a la televisora de Emilio Azcárrga Jean.
Se trató de una protesta con un nombre mercadológicamente más o menos adecuado: #occupytelevisa, que es una copia del #occupywallstreet.
¿Resultó exitoso el #occupytelevisa? No mucho. Apenas 500 personas alzaron la voz afuera de la principal compañía de televisión de México.
Se comprende la molestia contra Televisa. Por un lado, es prácticamente un monopolio informativo por televisión (TV Azteca representa más bien poco en términos de influencia), y por otra parte la calidad de su programación deja mucho que desear.
El enojo se entiende, sin duda, pero no veo cómo, con protestas como #occupytelevisa, se le podrá quitar a Televisa el control sobre la información que recibe la mayor parte de la población mexicana, o bien cómo se logrará con tales acciones una mejoría sustancial en la calidad de sus contenidos.
Ya protestaron contra Televisa el PAN, sobre todo Manuel “Maquío” Clouthier” en 1988; los estudiantes de la UNAM cuando ha habido huelgas en la máxima casa de estudios; Andrés Manuel López Obrador, sobre todo después de las elecciones de 2006; el SME, particularmente desde que desapareción la Compañía de Luz y Fuerza.
¿Sirvieron para algo esas protestas? A lo sumo, para que Televisa cerrara por unas horas sus instalaciones y para que enviara a casa a sus empleados durante un día.
Hay que entender las cosas como son: a Televisa solo la va a controlar un gobierno realmente democrático que llegue al poder sin deberle nada, de tal modo de que le aplique las leyes antimonopolios y de que le exija cumplir con el espíritu de los acuerdos originales mediante los que esa compañía se fue haciendo de frecuencias de televisión concesionadas por el estado*
Sin un gobierno diberente Televisa seguirá imponiendo sus condiciones. Y, desgraciadamente, no parece haber muchas posibilidades de que, en 2012, ese sueño se realice.
Si no por otra cosa, porque casi todos los aspirantes a la Presidencia, de todos los partidos, mucho le deben a Televisa. Pienso en Enrique Peña Nieto, en Manlio Fabio Beltrones, en Ernesto Cordero, en Josefina Vázquez Mota y en Marcelo Ebrard Casaubón.
El único que cuestiona a Televisa, López Obrador, se ve lamentablemente con escasas posibilidades de llegar al poder. Las cosas, como son.
Pues bien, este sábado 5 de noviembre cientos de “indignados” se plantaron frente a la televisora de Emilio Azcárrga Jean.
Se trató de una protesta con un nombre mercadológicamente más o menos adecuado: #occupytelevisa, que es una copia del #occupywallstreet.
¿Resultó exitoso el #occupytelevisa? No mucho. Apenas 500 personas alzaron la voz afuera de la principal compañía de televisión de México.
Se comprende la molestia contra Televisa. Por un lado, es prácticamente un monopolio informativo por televisión (TV Azteca representa más bien poco en términos de influencia), y por otra parte la calidad de su programación deja mucho que desear.
El enojo se entiende, sin duda, pero no veo cómo, con protestas como #occupytelevisa, se le podrá quitar a Televisa el control sobre la información que recibe la mayor parte de la población mexicana, o bien cómo se logrará con tales acciones una mejoría sustancial en la calidad de sus contenidos.
Ya protestaron contra Televisa el PAN, sobre todo Manuel “Maquío” Clouthier” en 1988; los estudiantes de la UNAM cuando ha habido huelgas en la máxima casa de estudios; Andrés Manuel López Obrador, sobre todo después de las elecciones de 2006; el SME, particularmente desde que desapareción la Compañía de Luz y Fuerza.
¿Sirvieron para algo esas protestas? A lo sumo, para que Televisa cerrara por unas horas sus instalaciones y para que enviara a casa a sus empleados durante un día.
Hay que entender las cosas como son: a Televisa solo la va a controlar un gobierno realmente democrático que llegue al poder sin deberle nada, de tal modo de que le aplique las leyes antimonopolios y de que le exija cumplir con el espíritu de los acuerdos originales mediante los que esa compañía se fue haciendo de frecuencias de televisión concesionadas por el estado*
Sin un gobierno diberente Televisa seguirá imponiendo sus condiciones. Y, desgraciadamente, no parece haber muchas posibilidades de que, en 2012, ese sueño se realice.
Si no por otra cosa, porque casi todos los aspirantes a la Presidencia, de todos los partidos, mucho le deben a Televisa. Pienso en Enrique Peña Nieto, en Manlio Fabio Beltrones, en Ernesto Cordero, en Josefina Vázquez Mota y en Marcelo Ebrard Casaubón.
El único que cuestiona a Televisa, López Obrador, se ve lamentablemente con escasas posibilidades de llegar al poder. Las cosas, como son.
viernes, 4 de noviembre de 2011
La televisión no es niñera, pero...
En una conferencia Emilio Azcárraga Jean dijo que la televisión no es niñera. Desde luego tiene razón. Pero, con todo respeto, le tengo que decir al propietario de Televisa que se salió por la tangente cuando en el Congreso de la Asociación Mundial de Mujeres Empresarias le pidieron elevar el nivel de su programación infantil. Es verdad, como pedagoga que soy lo puedo afirmar, que la responsabilidad de educar a los niños es de los padres y de las madres de familia, no de las televisoras. Pero una empresa como Televisa que distribuye sus contenidos a través de frecuencias concesionadas por el Estado tiene la obligación de ser muy cuidadosa con sus producciones. Y es un hecho que muchos de los programas de Televisa dejan bastante que desear. Así que, don Emilio, admita que tiene una responsabilidad y cumpla con ella.
martes, 5 de julio de 2011
Señor Gómez Leyva: Qué pena me da usted
Pensaba que usted, Ciro, había tocado fondo, hace semanas, en lo referente a su ética como periodista. Veo que no. Para los que han perdido el sentido de la decencia, siempre es posible ir más abajo. Lo digo a propósito de su columna de hoy en Milenio: “Perdieron porque fuiste un mal candidato, Alejandro”.
En qué forma tan miserable trata usted, señor Gómez Leyva, a Alejandro Encinas, un hombre que, si tuvo un mal desempeño electoral (en las competencias se está expuesto a todo, a perder y a ganar) ha sido durante años, muchos, un ejemplo de dignidad política, de congruencia ideológica, de honradez y de sensatez.
Seguramente, si yo buscara en las hemerotecas, podría encontrar expresiones suyas, Ciro, elogiando al señor Encinas, lo que me llevaría a preguntarme por qué hoy, después de la victoria del PRI en el Estado de México, usted cambia de opinión y se lanza a golpear sin piedad a Encinas. Creo que si lo hiciera me respondería que usted, señor Gómez Leyva, desde hace tiempo responde a intereses ajenos al periodismo y no a la moral con la que debe conducirse un informador.
Molesto usted, Ciro, porque Encinas ha denunciado una elección inequitativa en el Estado de México, en la que claramente las encuestas diarias, ¡diarias!, publicadas por Milenio (eso representa mucho dinero, ¿quién lo pagó?) jugaron un papel en el apoyo al candidato del PRI, Eruviel Ávila, se lanza usted, señor Gómez Leyva, a descalificar en forma realmente mezquina a un hombre que simple y sencillamente lo único que hizo fue participar con honradez en una contienda electoral, después de la cual ejerció su derecho a decir la verdad, y la dijo: No hubo equidad en ese proceso, por lo que sí, Ciro, Encinas perdió porque la democracia mexicana es un desastre en el que solo se escuchan las voces de quienes participan en los oligopolios mediáticos, como usted que goza de la dicha de estar en Milenio Diario, en Milenio Televisión, en Televisa y en Radio Fórmula, usted que cuando estaba en el pequeño Canal 40 era un periodista digno y que, hoy que empieza a ser una estrella más del Canal de las Estrellas, es usted un periodista entregado al poder.
En alguna de sus noches de insomnio, cuando quizá lo asalten los remordimientos por el giro que dio su vida profesional, usted, Ciro, recordará lo bueno que era como periodista antisistema y lo malo que hoy es como un peón más del señor Azcárraga y los otros barones de los medios siempre cómplices del poder político.
Por eso, porque a usted lo que en el fondo verdaderamente le duele es no estar más en el lado de la dignidad que busca un cambio para México, se atreve, Ciro, a decirle a Encinas barbaridades como las siguientes:
“Hasta la noche del domingo tenía la impresión de que él (Alejandro Encinas) no era de los que se refugian en los cuentos y las supersticiones para pasar los tragos amargos. Ahora sé que es uno más. Encinas perdió porque no entusiasmó a nadie. Porque su campaña fue insulsa, plagada de lugares comunes. Porque le habló a los suyos, a su clientela. Queda su récord: perdedor en la delegación Álvaro Obregón en 2000, perdedor por la presidencia del PRD en 2008, es ya el peor candidato a gobernador del PRD en el Estado de México desde… Alejandro Encinas en 1993. Peor que Yeidckol Polevnski en 2005, que Higinio Martínez en 1999. Le ganaron por 41 puntos; por ser un mal candidato”.
No, señor Gómez Leyva, así no son las cosas. Le exijo que respete a uno de los hombres más dignos que tiene la política mexicana. Discúlpese con Alejandro Encinas si todavía le queda a usted un mínimo de decencia en su corazón.
viernes, 29 de abril de 2011
Paula Cusi, mujer de dinero y poder, pero…
En su momento, durante su matrimonio con Emilo Azcárraga Milmo, ella fue lo más parecido a una reina en el contexto de la familia mexicana más conocida y envidiada. Heredó una fortuna cuando su marido murió, y quiso más, seguramente con razón. Ella sintió que el hijo de su pareja la despojó de una parte de su patrimonio, y se fue a los tribunales. Asesorada y representada por algunos de los más competentes y costosos abogados mexicanos, pensó que podía poner en jaque mate a Emilio Azcárraga Jean y a otras personas.
De hecho, a juzgar por los últimos acontecimientos, tal vez la señora Cusi se estaba saliendo con la suya y estaba llevando al terreno del jaque a Emilio chico. Por eso, el actual presidente de Televisa tuvo que tomar la decisión de superar un litigio civil que se le había complicado con una clara exhibición de poder: metió a la cárcel, a la fea cárcel de Santa Martha Acatitla, a una bella y elegante señora acostumbrada a vivir rodeada de lujos.
Ya en prisión, la señora Cusi tenía sólo dos opciones: pelear por su inocencia a lo largo de un año como interna en Santa Martha Acatitla y probablemente ganar el juicio, de tal modo de seguir poniendo en jaque en el litigio civil a Azcárraga Jean, o bien rendirse, olvidarse de seguir reclamando los bienes de los que según ella la despojaron, salir de prisión y regresar a su casa en Paris, donde seguramente le sobran amigos y amigas del jet set que sabrán consolarla.
Escogió la segunda opción, ya está en libertad, volverá a su vida de siempre y el poderoso Azcárraga Jean seguirá en lo suyo. Seguramente la señora Cusi hizo lo correcto, nadie está obligado a permanecer un año tras las rejas peleando por sus derechos. Es que, sin duda, la vida humana es como la cadena alimenticia en el mar: el pez más grande invariablemente se come al más chico. Y siempre hay alguien más grande que una.
Paula Cusi tenía a los mejores abogados y quizá hasta tenía la razón. No contó con el hecho de que Emilio Azcárraga chico también tenía abogados, también pensaba tener la razón, pero tenía algo más: poder político, capacidad de pedir favores para hacer lo que finalmente hizo. En fin, allá ellos y que sean muy felices.
Pero esa historia a los mexicanos comunes y corrientes nos deja una lección muy amarga: que en nuestro sistema de derecho si una exige justicia en cualquier asunto civil o familiar se corre el riesgo de que el rival, con poquitita influencia que tenga, decida ganar transformando el litigio en un asunto penal.
La verdad de las cosas es que es de lo más injusto que nuestras leyes permitan que conflictos que nada tienen que ver con delitos, sino con diferencias en problemas de divorcio, de deudas, de herencias, societarios, etc., puedan ser sacados por cualquiera de las partes del ámbito civil para ser llevados a lo penal. Es algo que todos los días se ve. Pero es algo que no debe ocurrir. Porque un demandante que de buena fe exige que se le respete un derecho no tiene ninguna garantía de que su demandado no se defenderá manipulando las cosas hasta llevarlo a la cárcel.
Es mucho lo que nuestro estado de derecho tiene que cambiar para dejar de ser lo que en realidad es: un estado de chueco.
lunes, 25 de abril de 2011
Los Azcárraga
En México no tenemos, estrictamente hablando, una familia real, pero compensamos esta falta con los Azcárraga. Los integrantes de este grupo son lo más parecido, entre nosotros, a los príncipes, princesas, condes y todo eso que en las monarquías brinda los mejores espectáculos a la gente común y corriente que se emboba con los matrimonios, los pleitos, las ambiciones, las traiciones de sus nobles.
Por muchas razones los Azcárraga son la familia más conocida entre los mexicanos y, por lo mismo, la que más motivos brinda para el comentario entre los ciudadanos comunes y corrientes.
Hace más de diez años, cuando falleció Emilio "El Tigre" Azcárraga Milmo, la gran noticia fue su testamento. Lo que dejó a sus mujeres, sobre todo a Adriana Abascal y a Paula Cussi. Lo que dejó a los otros miembros de su familia. Pero sobre todo la manera en que organizó las cosas en su imperio para que lo controlara su hijo Emilio Azcárraga Jean, de tal forma de que nunca quedara en poder de Alejandro "El Güero" Burillo.
Gran noticia fue también todo lo que tuvo que hacer Emilio chico para afianzarse en el poder en Televisa, ya que si la voluntad de su padre era que él mandara en el negocio más influyente que hay en México, lo único que heredó el actual presidente de la televisora fueron problemas más muchas deudas. Deudas con medio mundo y problemas derivados de que las acciones de la compañía estaban repartidas en muchas manos.
Tuvo que intervenir otra familia que pronto será también una familia real en México, los Slim, para garantizarle al heredero del "Tigre" el control de Televisa.
Durante años los Slim y los Azcárraga se llevaron maravillosamente, hasta que las ambiciones y el dinero los separaron. Hoy las dos familias se encuentran enfrentadas, en un combate que la nación entera ve con expectación y que los está convirtiendo en algo así como en una versión criolla de los Montesco y los Capuleto. Habrá que esperar, si siguen peleados varios años más, si no ocurre que se enamoren algún hijo o hija de Azcárraga y un nieto o nieta de Slim, lo que nos dará a los mexicanos si no una tragedia del nivel de “Romeo y Julieta” de Shakespeare, si al menos una buena telenovela para casos de la vida real.
Todo lo que han hecho los Azcárraga, como ocurre en las familias reales europeas, divierte al populacho. Desde las historias del súper yate que tenía "El Tigre" Azcárraga hasta la contradicción de que el mexicano más guadalupano que hay, Emilio chico, se casó con una judía, lo que significa que sus hijos oficialmente no podrán ser guadalupanos: en algún momento esto podría meter en serios aprietos culturales al imperio televisivo.
Si en Inglaterra tienen matrimonios reales de alto impacto en la opinión pública, a nosotros Emilo Azcárraga Jean nos ha regalado ya dos bodas y un divorcio más lo que logre acumular en los 40 años que, más o menos, le quedarán de vida.
"El Tigre" escandalizó cuando declaró que él era un soldado del presidente y del PRI. Emilio chico, ya de otra generación, con toda naturalidad se asume como el que manda en Los Pinos, en el PRI y en el PAN y está empeñado en tener su propio presidente, Enrique Peña Nieto, al que ya hasta mujer le consiguió.
Azcárraga Jean detiene al país cuando se le pega la gana, por el Teletón, por los capítulos finales de sus telenovelas, por sus programas de concursos o por un buen partido de futbol. Y se da el lujo de convocar a todos los medios que le hacen caso, que son casi todos (excepto los poquitos con credibilidad), para anunciar los más descabellados disparates periodísticos, algo que, pasmada, la nación entera sigue en cadena nacional.
Ahora, Azcárraga Jean está en pleito con la última esposa de su padre, disputando ambos la herencia del famoso "Tigre". En este duelo de poder a poder, pudo más Emilio, quien logró el arresto de Paula Cussi antes de que ella rindiera su declaración.
No puedo juzgar, porque no conozco los detalles legales del asunto, quién tiene razón en este litigio. Lo que sí sé es que los Azcárraga seguirán dando de qué hablar. Ojalá algún día surja en la literatura mexicana un Thomas Mann que escriba la gran novela de "Los Azcárraga" por lo menos con la décima parte del talento con el que Mann redactó "Los Buddenbrook".
sábado, 2 de abril de 2011
Se sulfura @ezcarraga en su guerra contra Slim
Conducidos por Televisa, hace pocas semanas los medios más grandes, pero no necesariamente los más influyentes y con mayor credibilidad, firmaron un acuerdo para la cobertura informativa de la violencia.
Desde el momento mismo en que ese acuerdo se dio a conocer, quedó evidenciado que se trataba de un instrumento para reforzar la autocensura en medios que, por la cantidad de intereses empresariales que los respaldan, es más lo que callan que lo que dicen.
De hecho, ese acuerdo murió en cuanto se supo qué medios y periodistas no lo habían firmado: los dos más importantes diarios de México, Reforma y La Jornada, el primero dirigido por Alejandro Junco de la Vega y el segundo por Carmen Lira; la más influyente revista política, Proceso, fundada por un periodista de leyenda, Julio Scherer; la cadena de radio MVS, en la que participa la periodista mexicana más destacada en la actualidad, Carmen Aristegui, y figuras del periodismo como Miguel Ángel Granados Chapa, por mucho el columnista más prestigiado del país.
Ya estaba muerto el acuerdo para la cobertura informativa de la violencia, así que no tenía por qué Emilio Azcárraga Jean, @eazcarraga, lanzarse a patear a ese cadáver, lo que hizo en Twitter al atacar ruinmente, en sus personas, a la familia de Carlos Slim Helú, según publicó Reforma. Azcárraga, para ese propósito, recurrió al barato recurso de recomendar a sus seguidores tuiteros una página de internet especializada en calumniar a los Slim.
La violencia que está echando a perder a México no solo se manifiesta en la guerra contra el narco. La violencia tiene muchas caras y todas deben ser denunciadas. Una de ella es la calumnia, algo que, me temo, fue lo que hizo el promotor principal, a través de Iniciativa México, del acuerdo para la cobertura de los hechos violentos.
Así que Emilio Azcárraga, como mínimo, deberá disculparse con los Slim. Ya que si estos han criticado al presidente de Televisa, no se han metido con su persona, lo que Azcárraga sí hizo abriendo una peligrosa caja de pandora que, es un hecho, nadie sabe a quién terminará dañando más.
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