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domingo, 6 de noviembre de 2011

Televisa y las protestas

Desde que empecé a leer noticias en los diarios, hace unos 18 años, estoy al tanto de que un porcentaje elevadísimo de las protestas que se realizan en la Ciudad de México cuestionan a Televisa, ya a sus directivos y propietarios, ya a sus periodistas.

Pues bien, este sábado 5 de noviembre cientos de “indignados” se plantaron frente a la televisora de Emilio Azcárrga Jean.

Se trató de una protesta con un nombre mercadológicamente más o menos adecuado: #occupytelevisa, que es una copia del #occupywallstreet.

¿Resultó exitoso el #occupytelevisa? No mucho. Apenas 500 personas alzaron la voz afuera de la principal compañía de televisión de México.

Se comprende la molestia contra Televisa. Por un lado, es prácticamente un monopolio informativo por televisión (TV Azteca representa más bien poco en términos de influencia), y por otra parte la calidad de su programación deja mucho que desear.

El enojo se entiende, sin duda, pero no veo cómo, con protestas como #occupytelevisa, se le podrá quitar a Televisa el control sobre la información que recibe la mayor parte de la población mexicana, o bien cómo se logrará con tales acciones una mejoría sustancial en la calidad de sus contenidos.

Ya protestaron contra Televisa el PAN, sobre todo Manuel “Maquío” Clouthier” en 1988; los estudiantes de la UNAM cuando ha habido huelgas en la máxima casa de estudios; Andrés Manuel López Obrador, sobre todo después de las elecciones de 2006; el SME, particularmente desde que desapareción la Compañía de Luz y Fuerza.

¿Sirvieron para algo esas protestas? A lo sumo, para que Televisa cerrara por unas horas sus instalaciones y para que enviara a casa a sus empleados durante un día.

Hay que entender las cosas como son: a Televisa solo la va a controlar un gobierno realmente democrático que llegue al poder sin deberle nada, de tal modo de que le aplique las leyes antimonopolios y de que le exija cumplir con el espíritu de los acuerdos originales mediante los que esa compañía se fue haciendo de frecuencias de televisión concesionadas por el estado*

Sin un gobierno diberente Televisa seguirá imponiendo sus condiciones. Y, desgraciadamente, no parece haber muchas posibilidades de que, en 2012, ese sueño se realice.

Si no por otra cosa, porque casi todos los aspirantes a la Presidencia, de todos los partidos, mucho le deben a Televisa. Pienso en Enrique Peña Nieto, en Manlio Fabio Beltrones, en Ernesto Cordero, en Josefina Vázquez Mota y en Marcelo Ebrard Casaubón.

El único que cuestiona a Televisa, López Obrador, se ve lamentablemente con escasas posibilidades de llegar al poder. Las cosas, como son.

jueves, 16 de junio de 2011

El rector grillo

Una rápida revisión a Google buscando información sobre el rector de la UNAM, José Narro Robles da los siguientes resultados.

1.- “Narro elogia a Cordero por apoyo a la educación”.
2. “El rector de la UNAM inaugura muestra con la obra de Naranjo”.
3.- “José Narro y Peña Nieto inauguran Feria Libro del Palacio de Minería”.
4.- “José Narro y Marcelo Ebrard inauguran el Museo de la Mujer”.
5.- “Politizar la justicia, una mala decisión: afirma rector Narro”.
6.- “Visita Enrique Peña Nieto a José Narro Robles, rector de La UNAM”.
7.- “La principal víctima de la violencia son los jóvenes: Narro”.
8.- “Pide José Narro no criminalizar a jóvenes”.
9.- “Narro: sin seguridad no hay democracia”.
10. “Ortega, Narro y Ebrard presenciaron el juego de Pumas"

En todo anda el rector de la UNAM. Espero, desde luego, que tanta actividad política le deje tiempo para atender los asuntos fundamentales, académicos y administrativos, de la querida universidad nacional.

Cuando Juan Ramón de la Fuente dejó la rectoría pensé en las clásicas buena y mala noticias: “La mala, que se iba un rector grillísimo que, precisamente por estar más dotado para la política que para la academia, había sacado adelante a la UNAM en una época turbulenta. La buena: que era imposible que a la UNAM llegara alguien más grillo que De la Fuente”.

Me equivoqué: Narro está más enviciado con la política que De la Fuente. Porque la política, no hay duda, es un vicio. Y el actual rector es, evidentemente, un caso clínico que requiere urgentemente de ayuda especializada para superar su adicción.

José Narro Robles, ciertamente, está enamorado de los titulares de los diarios y los noticiarios de radio y televisión. Pero no de todos los titulares, sino solo de aquellos en los que él aparece. Le encanta figurar. Por eso, en los juegos de los Pumas, el palco principal del estadio de la universidad se llena, invariablemente, de políticos y de periodistas conocidos.

Narro Robles siempre ha sido priista. Hasta ocupó cargos en los gobiernos emanados del PRI. Esto es importante entenderlo para comprender, a cabalidad, el comportamiento del rector. Es que, como una vez le escuché decir a quien fuera secretario particular de Luis Donaldo Colosio, Alfonso Durazo, el priismo no es una militancia ni una ideología, sino una cultura, ni más ni menos que la cultura de la grilla.

Por eso, José Narro es como es: un grillo urgido de atenderse en Grillos Anónimos porque, a juzgar por su última puntada, el suyo ya es un caso grave. Digo, invitar a Ebrard al palco de los Pumas, pasa, y hasta es lógico que el rector de la UNAM se junte con Peña Nieto, después de todo puntero en las encuestas. Pero, ¿elogiar a Ernesto Cordero, el secretario de Hacienda que quiere que seamos ricos con 6 mil pesos al mes? Con esto sí que, de plano, Narro rebasó todos los límites. Todos.