Mostrando entradas con la etiqueta guerra contra el narco. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta guerra contra el narco. Mostrar todas las entradas

viernes, 11 de noviembre de 2011

Las últimas notas sobre los hechos en la Ciudad de México

La noticia de los últimos hechos en la ciudad de México ha dado ya la vuelta al mundo. A todos ha sorprendido y conmocionado. La prensa nacional e internacional narra ya con más detalle y redondea lo que ha ocurrido en tal accidente.

El secretario de Gobernación mexicano, José Francisco Blake Mora, murió cuando se estrelló el helicóptero en el que viajaba hacia Cuernavaca, al sur de la ciudad de México. Con Blake viajaban otras siete personas. No hubo supervivientes y aún no se conocen las razones que causaron la caída del aparato. La muerte de Blake se produce tan solo tres años después del fallecimiento del también secretario de Gobernación Juan Camilo Mouriño en accidente de avioneta en una zona céntrica de la capital mexicana. Los últimos hechos generan, naturalmente, inquietud entre la clase política y la sociedad de todo el país, azotado por la violencia, y en pleno arranque del año electoral -comicios presidenciales el próximo 1 de julio-, una de las responsabilidades directas de Blake.

La portavoz del Gobierno federal, Alejandra Sota, confirmó la muerte de Blake y aseguró que se estaban “evaluando todas las posibles causas que hayan propiciado este lamentable incidente”. El presidente mexicano, Felipe Calderón, expresó sus condolencias a las familias de las víctimas y se reunió de inmediato con la esposa de su colaborador, Gloria Cossío. Minutos más tarde, Calderón, visiblemente abatido por la pérdida de su colaborador y amigo, leyó un comunicado en el que apuntó la “probabilidad” de un accidente ya que el aparato había estado resguardado en el hangar del Estado Mayor presidencial, había pasado el mantenimiento de rigor y el piloto tenía experiencia. “Las condiciones de nubosidad en el trayecto (del helicóptero) hacen pensar en la probabilidad de un accidente”, afirmó. Calderón suspendió el viaje a Honolulu (Hawai) donde este fin de semana se celebra la cumbre Asia-Pacífico, en la que tenía previsto entrevistarse con el presidente de Estados Unidos, Barack Obama.

La primera señal de alarma sobre el accidente se produjo poco antes de las once de la mañana cuando informaciones periodísticas vía Twitter daban cuenta de que se había perdido el contacto con el aparato en el que viajaba el secretario de Gobernación. Blake Mora se dirigía a Xochitepec (Estado de Morelos) para asistir a una reunión con representantes del poder judicial de los Estados. La portavoz del Ejecutivo federal explicó poco después que “la aeronave no cumplía el itinerario de vuelo” y eso se hizo que se activaran los protocolos de seguridad. El helicóptero fue hallado completamente destrozado. Algunas primeras hipótesis sobre las causas del accidente apuntaban a la densa niebla que existía a primera hora de la mañana en la zona.

Con Blake viajaban otras siete personas, entre ellos el subsecretario de Gobernación, Felipe Zamora; el portavoz del Ministerio, Alfredo García; otra funcionaria, un miembro del Estado Mayor, otro militar, el piloto y el copiloto.

Blake Mora, de 45 años, hizo su carrera política en las filas del Partido de Acción Nacional (PAN) en Baja California, su Estado natal al norte del país. Fue nombrado secretario de Gobernación el 14 de julio de 2010.

Juan Camilo Mouriño, mano derecha del presidente Calderón desde su campaña electoral en 2006, murió también en un accidente aéreo el 4 de noviembre de 2008. Mouriño viajaba en un avión privado y cuando se investigaron las causas de la tragedia se detectaron una serie de irregularidades en el mantenimiento del aparato alquilado. Con él iba un importante responsable de la lucha contra el crimen organizado. Las explicaciones sobre las causas del accidente nunca convencieron del todo a la opinión pública mexicana.

En esta ocasión, Blake Mora iba a bordo de un helicóptero Puma del Estados Mayor presidencial, un cuerpo del Ejército que depende directamente del presidente de la República. El aparato tenía que haber llegado a las nueve de la mañana a su destino. Poco después de esa hora, al percatarse de la tardanza, el Gobierno inició la búsqueda del helicóptero, que fue localizado una hora más tarde gracias a los teléfonos móviles de los fallecidos. Se da la triste circunstancia de que el último tuit de Blake fue en memoria de su antecesor. El secretario de Gobernación escribió: “Hoy recordamos a Juan Camilo Mouriño a tres años de su partida, un ser humano que trabajó en la construcción de un México mejor”.

lunes, 5 de septiembre de 2011

De corrupción, 'quesogate' y Jorge Fernández


Jorge Fernández Menéndez, importante periodista. Lo respeto por su trabajo de tantos años en El Financiero, Milenio y, actualmente, Excélsior y el grupo radiofónico Imagen. Hoy lunes he leído su columna en el diario propiedad de los Olegarios, Vázquez Raña y Vázquez Aldir, dos empresarios prósperos dueños también de la cadena hotelera Camino Real y de los hospitales Ángeles.

“En toda esta historia hay demasiada suciedad y si se quiere recuperar la confianza, la verdad debe salir a flote”, dice Jorge Fernández. Nada más cierto que eso. Frase que puede referirse al estado generalizado en el que hoy todo el país vive.

Ha hablado el señor Fernández Menéndez de la lucha política que hoy está librando la ciudad de Monterrey, la batalla por la seguridad y el problema del estado que es la corrupción. Tiene razón en su diagnóstico y en parte de sus conclusiones. Pero el columnista de Excélsior falla en algo, y lo voy a decir aquí.

Fernández Menéndez afirma que “el problema endémico en Monterrey y en buena parte del estado de Nuevo León es la corrupción. Por corrupción se dejó vivir a las familias de los principales cárteles en el pasado; por corrupción se dejó entrar a Los Zetas a operar en la ciudad; por corrupción, buena parte de las corporaciones policiales locales terminaron trabajando para los criminales; por corrupción, la ciudad está invadida de casinos y giros negros. La Monterrey de don Eugenio Garza Sada y de tantos hombres y mujeres de bien, que construyeron su capital y el bienestar de la región con su trabajo y esfuerzo, ha terminado ensombrecida por políticos de todo nivel y pillos de primera, segunda y tercera categoría, que terminaron aliándose con grupos criminales de todo tipo, amparados precisamente en la prosperidad de la ciudad y lucrando con ella.”

Hasta ahí, el diagnóstico de Fernández Menéndez es impecable y sus conclusiones valiosas. Pero estas últimas, en mi opinión se quedan cortas, están inacabadas, incompletas. No llega el columnista al fondo del problema. Lo cito de nuevo, dice en su columna que lo más destacado “fue el énfasis que puso el presidente Calderón en el tema Monterrey, su insistencia en la corrupción que sufren la ciudad y el estado y lo terminante que fue en su compromiso para acabar con las mafias, pero también con la corrupción cuando se dé en cualquiera de los niveles de gobierno.”

Se requieren reformas estructurales, sí. Pero creo que don Jorge utiliza las ideas que ya han sido agotadas para muchos de nosotros, la mayoría cansados de tanta violencia a la que estamos sujetos. Las propuestas de Felipe Calderón son, indudablemente, por un lado insuficientes y que, por otra parte, se han diseñado con el único propósito de fortalecer un sistema político, el dominado por el PRI y el PAN, fundado en la corrupción, la hija mayor del autoritarismo y del fraude electoral.

Si no se revuelve lo básico, que en nuestro caso es la democracia, no se eliminarán los grandes problemas. Sufragio efectivo es lo que se necesita, antes que cualquier otra cosa, para acabar con la corrupción, que es la fuente principal de la pobreza de millones y, al mismo tiempo, de la riqueza insultante de unos cuantos que han hecho sus fortunas no por emprendedores o por su talento, sino por operar protegidos por el gobierno en mercados sin competencia y en complicidad con el poder político, como es el caso del “quesogate”.
Jorge Fernández Menéndez siempre ha negado el fraude electoral de 2006. Un periodista tan importante e inteligente que no ha querido abrir los ojos. Recuerdo al Papa Urbano VIII en la época de Galileo. Negó el pontífice el movimiento de la tierra alrededor del sol y condenó al científico. Bueno, 350 años después de la muerte de Galileo, 1992, otro papa, Juan Pablo II, rehabilitó al creador de la ciencia moderna. Aunque tarde, la iglesia abrió los ojos. Institución milenaria, le dio igual hacerlo con tres siglos y medio de retraso. Ojalá Fernández Menéndez, cuya vida, como la de cualquier ser humano, será tan breve, los abra a tiempo de contribuir, ahora sí, al cambio verdadero en México que, naturalmente, no pasa por los políticos del PRI y del PAN que ese y muchos otros columnistas dan con frecuencia la impresión de venerar.

jueves, 25 de agosto de 2011

Casino Royale, Monterrey y la guerra perdida

Siendo las 23 horas del día jueves 25 de agosto, el gobernador del estado de Nuevo León es quien reporta que el número de muertos en el ataque al Casino Royale es de 53. Hoy durante la tarde estuve recibiendo imágenes enviadas por tuiteros de Protección Civil y de bomberos, rescatistas que lo único que sacaron del lugar fue cuerpos sin vida.

Lamentable hecho en la bella ciudad de Monterrey. Trágico. No queda más que esperar a que pasen las horas, que el trabajo de las autoridades continúe para que la búsqueda de cuerpos se de por terminada a las primeras horas del día de mañana. 

Difícilmente podemos hablar de casos como este sin recordar el origen de tanta violencia a la que hoy estamos sujetos. La fallida guerra de Felipe Calderón. El sin límite de lo que hoy ocurre en nuestro país es inhumano ya. ¿Hasta dónde va a llegar la consecuencia de tantos errores cometidos ya por el gobierno federal?

Entre priistas y panistas, alcaldes regiomontanos y autoridades incompetentes se echan la culpa. Veremos quién es el que esconderá la cara en esta ocasión. 

Fernando Larrazabal y Rodrigo Medina tienen con este hecho la oportunidad de defender nuestro derecho de justicia. Veremos su forma de actuar y de movilizar a todos los que nos sentimos indignados con hechos como este ocurrido en el Casino Royale. Lamentablemente, así lo pienso, creo que ellos, como Calderón, van a fallar otra vez. Han fallado antes y no veo cómo ni por qué podría ser ahora de otra manera.

domingo, 21 de agosto de 2011

De Torreón y la guerra perdida

Hoy por la mañana, desde muy temprano, dediqué tiempo para revisar los principales diarios de la ciudad de Coahuila y, palabras más, palabras menos, esto es lo que me encontré:

En Milenio Diario (Coahuila): Viven en TSM momentos de pánico. Autoridades reportan un policía municipal lesionado. Suspenden partido entre Santos Laguna y Morelia.

En Vanguardia: Caos entre jugadores y aficionados. Terror por balacera en juego de Santos. Suspenden encuentro por tiroteo entre autoridades y presuntos delincuentes afuera del TSM, que deja un policía herido.

En Zócalo de Saltillo: Frenan ráfagas de metralleta al fútbol mexicano. Aterrorizan narcos estadio del Santos.  Miedo, familias con hijos pequeños pecho tierra, aficionados invadiendo el terreno de juego y jugadores huyendo al desastre terrible balacera.

En El Siglo de Torreón: Pánico en el estadio. Balacera afuera del TSM durante el partido Santos - Morelia conmociona a la Laguna.

En el Zócalo de Piedras Negras: Suspenden partido por balacera. Aterrorizan narcos estadio del Santos. El ataque provocó pánico entre miles de aficionados que buscaban dónde refugiarse; los jugadores huyeron a los vestidores.

Al igual que en otras ocasiones, veo que esta nota trasciende a la prensa extranjera. Quizá porque hechos como estos ya no son controlados a nivel local. En el diario El País me encuentro con: "Un tiroteo obliga a suspender un partido de fútbol en México".

Y es que, qué más debiéramos suspender por el número de tiroteos que hoy en nuestro país se viven a diario. Es cosa de todos los días, a todas horas. Estamos viviendo en un territorio casi perdido y en condiciones ya ingobernables, todo por las acciones federales, para el gusto de muchos erradas.

Lo que hoy vivimos son estallidos de coches bomba, granadas lanzadas contra población indefensa, asesinatos a candidatos para gobernador, cosa de cada mes los asesinatos a alcaldes, alerta por otra ola de feminicidos, y ahora, tiroteos en un estadio durante un partido de fútbol.

¿Qué se puede esperar de un gobierno que sostiene y mantiene el argumento de que las medidas y acciones tomadas son las correctas? Nada, ya nada. Nos toca esperar a que termine el sexenio y veamos en qué condiciones deja Felipe Calderón y su absurda guerra perdida contra el narco a nuestro México.

viernes, 12 de agosto de 2011

De Efraín Bartolomé y la fallida guerra contra el narco

Entre las 4:43 y las 6:35 de la mañana de ayer jueves, el poeta chiapaneco Efraín Bartolomé, quien también es psicoterapeuta, después de que su casa fuera allanada por la policía que buscaba a un delincuente (Óscar Osvaldo García, líder de “La mano con ojos”), escribió el siguiente texto que transcribo en mi blog como una muestra de solidaridad al escritor:

 

Son las 4:43 de la mañana del día 11 de agosto de 2011.

Hace aproximadamente dos horas un grupo de hombres armados irrumpieron en mi casa ubicada en la colonia Torres de Padierna del Distrio Federal.

Comenzamos a escuchar golpes violentos como contra una puerta metálica y me extrañó porque se escuchaba demasiado cerca y no hay ninguna puerta así en la casa.

Prendí la luz.

Los golpes arreciaban ahora como contra nuestras puertas de madera.

Quité la tranca que protege la puerta de nuestra recámara y me asomé al pasillo: hacia el comedor veía luces (¿verdosas? ¿azulosas? ¿intermitentes?) acompañando los golpes violentos contra el cristal que da al sur.

Mi mujer me gritó que me metiera.

Así lo hice apresuradamente y alcancé a poner la tranca de nuevo.

Oí cristales rompiéndose y pasos violentos hacia nuestra recámara: rápidos y fuertes.

“¡Abran la puerta!” era el grito que se repetía antes de que empezaran a golpear con violencia mayor nuestra puerta con tranca.

Nos encerramos en el baño y busqué a tientas un silbato que cuelga de un muro sin repellar: comencé a soplarlo con desesperación, unas diez veces, quizá.

Mi mujer está llamando a la policía.

Les dice que están entrando a la casa, que vengan pronto por favor, que nos auxilien.

Yo sigo soplando el silbato con desesperación.

En la oscuridad, mi mujer se ubicó tras de mí mientras oíamos que la tranca de la puerta se quebraba y los hombres entraban.

¿Tres, cuatro, cinco?

Quise cerrar la puerta del baño pero ya no alcancé a hacerlo.

Empujé unas cajas hacia dicha puerta y en algo estorbó los empujones.

“¡Abran la puerta! ¡Abran la puerta, hijos de la chingada...!” gritaban mientras empujaban y metían sus rifles negros hacia el interior.

Quise detener la puerta con mis manos pero no tenía sentido: vencieron mi mínima resistencia y entraron.

Policías vestidos de negro, con pasamontañas y lo que supongo que serían “rifles de alto poder”.

“¡Al suelo! ¡Al suelo! ¡Al suelo, hijos de la chingada! ¡Al suelo y no se muevan!”

Uno de los hombres me da un manazo en la cabeza y me tira los lentes.

Alcanzo a pescarlos antes de que toquen el suelo.

Me quita el silbato.

−¡No golpee a mi esposo! –grita mi mujer.

−¡El teléfono! ¡Déme el teléfono! –le responde y pregunta si no tenemos otro teléfono o un celular.

Ella y yo nos arrodillamos primero y después nos medio sentamos en el suelo de cemento de este baño sin terminar.

Policías jorobados y nocturnos, como en el romance de García Lorca.

Quién lo diría: aquí, en nuestra amada casa donde cultivamos y enseñamos la armonía.

Aquí...

Justo aquí estos hombres de negro, con pasamontañas, con guantes, con rifles de asalto, con chalecos o chamaras que tienen inscritas las siglas blancas PFP, nos apuntan con sus armas a la cabeza. 

Uno de ellos, siempre amenazante, nos interroga.

Dos más permanecen en la puerta.

− ¡Las armas! ¡Dónde están las armas!

− Aquí no hay armas, señor, somos gente de trabajo.

− ¡A qué se dedica!”

−Soy psicoterapeuta y escribo libros.

−¿Desde cuándo vive aquí?

− Desde hace treinta años...

−Cómo se llama.

−Efraín Bartolomé.

−Cuántos años tiene.

−60.

−A qué se dedica.

−Ya se lo dije, señor, soy psicólogo y escribo libros.

−Usted cómo se llama... –se dirige a mi mujer.

−Guadalupe Belmontes de Bartolomé.

−A qué se dedica.

−Soy arqueóloga y ama de casa.

−Cuántos años tiene.

−54.

−Tranquilos. Respiren profundo... Voy a verificar los datos.

El hombre sale.

Oigo ruidos en toda la casa.

Están vaciando cajones, abriendo puertas, pisando fuerte sobre la duela de madera.

Oigo ruidos afuera, en el cuarto de huéspedes, en la torre, en el estudio de abajo.

Nos cambiamos de posición.

Mi mujer pone algo sobre el frío piso de cemento.

Cinco o siete minutos después regresa el hombre y repite su interrogatorio.

Si recibimos gente en la casa, con qué frecuencia, cada cuánto salimos de viaje, quién cuida entonces.

Respondemos a todo brevemente.

Dice nuevamente que va a verificar los datos y que volverá a decirnos porqué están aquí.

El tiempo pasa.

Oímos que abren nuestro carro en el garage.

Voces ininteligibles en el patio del norte.

Más tiempo.

Varios minutos después se oyen motores que se prenden y carros que arrancan.

Mi mujer y yo seguimos en la oscuridad.

Comenzamos a movernos.

Sólo silencio.

Nos incorporamos con cierto temor.

Salimos del baño hacia la recámara iluminada.

Desorden.

Cajones abiertos.

Cosas volcadas en el buró.

La chapa de la puerta en el suelo.

Restos de la tranca destrozada.

La puerta de tambor machacada y rota, pandeada en su parte media.

Salimos al pasillo: un cuadro en el suelo y abiertas las puertas de lo que fueron las recámaras de mis hijos.

Desorden en el interior: maletas y cajas abiertas, cajones vaciados.

Vamos hacia el comedor: uno de los vidrios roto en su ángulo inferior izquierdo, muchos cristales en el piso.

La puerta de la sala está rota de la misma forma en que rompieron la de nuestra recámara: la chapa en el suelo y fragmentos de duela en el piso.

Está abierta la puerta de la torre y prendidas las luces del cuarto de huéspedes.

Salimos por la puerta de la sala y nos asomamos con cierto temor.

Nada.

Mi mujer llama por segunda vez a la policía.

Es en vano: piden los datos una vez más.

Dicen que ya enviaron una unidad.

Llego a la barda y me asomo: no hay carros.

El portón del garage está intacto.

Bajamos las escaleras hasta la puerta de acceso: rota igual que las de adentro.

El estudio de abajo está con las luces prendidas.

De por sí desordenado, ahora lo está más.

Vamos hacia la torre y entramos al cuarto de huéspedes: cajones volcados, revistas en el suelo, cosas sobre la mesa, puertas del clóset colgando, zafadas de su riel inferior.

Subo al tercer piso: una esculturita de alambre volcada pero no se nota demasiado desorden.

Subo a los pisos superiores: no hay daño en la salita de arte.

En el último piso dejaron abierta la puerta a la terraza.

Volvemos al interior: queremos tomar fotos pero no está la cámara de mi mujer que estaba sobre el buró.

“¡Tampoco está la memoria de mi computadora!”, grita.

También se la llevaron

Quiero ver la hora y voy al buró por mi reloj: ha desaparecido mi querido Omega Speedmaster Professional que me acompañó por casi cuarenta años.

Tiene mi nombre grabado en la parte posterior: Efraín Bartolomé.

Oímos que un auto se estaciona y nos asomamos.

Mi mujer llama una vez más a la policía: lo mismo.

Ya tienen los datos pero nunca enviaron apoyo.

Indefensión.

Del auto blanco baja un joven y avanza hacia la esquina.

Se asoma y regresa.

Lo saludo y responde.

Le preguntamos qué pasa y responde que viene en atención a una llamada de su amiga que vive a la vuelta y a cuya casa también se metieron.

Mi mujer pregunta de qué familia se trata, cómo se apellida.

Magaña, responde el joven.

¡Es Paty!, dice mi mujer.

Salimos a la calle y voy hacia allá.

Encontramos a Patricia Magaña, bióloga, investigadora universitaria, acompañada de su papá, en la calle.

Entraron a ambas casas la de ella y la de sus padres, con la misma violencia que a la nuestra.

Patricia y su hija estaban solas.

Sus padres octogenarios también estaban solos.

Volvemos a nuestra casa vejada y con la puerta rota.

Atranco la destruida puerta de la calle.

Con todo, mantenemos una sorprendente calma.

“Pudieron habernos matado”, dice mi mujer.

Yo imagino por unos segundos nuestros cuerpos ensangrentados en el baño en desorden.

¿Sabe el presidente Calderón esto que pasa en las casas de la ciudad?

¿Lo sabe Marcelo Ebrard?

¿Lo sabe el procurador Mancera?

¿Ordenan Maricela Morales o Genaro García Luna estos operativos?

¿Sabrán quién fue el encargado de este acto en contra de inocentes?

Antenoche volvimos a casa levitando, en la felicidad más plena, tras la amorosa y conmovedora recepción del público ante nuestro libro presentado en Bellas Artes. 

Un día después, en la atroz madrugada, la PFP irrumpe violentamente en nuestra casa, quiebra nuestras puertas, destruye los cristales, hurga sin respeto en nuestra más íntima propiedad, nos amenaza con armas poderosas a mi bella mujer y a mí, a la edad que tenemos...

Y pensar que también son humanos los que hacen esto contra su prójimo.

Subo al estudio a escribir esto.

Allá, abajo, la ciudad parece embellecida por la calma.

Arriba la impasible Luna de agosto, casi llena.

Son ya las 6:35 de la mañana.

La luz de oriente comienza a colorear y a inflamar el horizonte.

La policía nunca llegó.

¿De verdad estamos tan solos?

sábado, 9 de julio de 2011

Entre Facundo Cabral y los 21 ejecutados en Monterrey

Consternada, me despierto y leo dos terribles noticias: la del asesinato de 21 personas acribilladas por un comando de sicarios en el bar Sabino Gordo de Monterrey, y la del asesinato en Guatemala del canta autor argentino Facundo Cabral.

Lo de Monterrey solo puedo considerarlo simple y sencillamente un acto terrorista que, desgraciadamente, viene a confirmar que la ciudad empresarial por excelencia en México está en manos del crimen organizado, lo que significa que vendrán cosas peores para nuestra nación.

Había un acuerdo, recordémoslo, acerca de que si Monterrey se perdía se iba a perder todo México. Es algo que durante el último año han repetido analistas de todas partes del mundo. Convencido de eso, el gobierno de Felipe Calderón decidió defender Monterrey con la lógica fallida que ha utilizado desde el comienzo de su sexenio: incrementando el número de soldados y policías para patrullar las calles de la capital de Nuevo León. Anoche quedó perfectamente claro, en el Sabino Gordo, que la lógica militar no funciona cuando no hay ninguna posibilidad de identificar plenamente al enemigo.

Esta es la razón de que la guerra de Calderón se haya perdido desde que se planteó: ¿Contra quién pelean las fuerzas armadas nacionales? ¿Qué personas sí y qué personas no apoyan a las mafias? ¿Cómo distinguir al sicario cuando esconde su arma y regresa a su casa a convivir con su familia?

Pelear contra delincuentes no es lo mismo que hacerlo contra un ejército. Es de sentido común que antes de lanzarse a combatir criminales es necesaria una gran labor de inteligencia para ubicarlos. Calderón planteó las cosas al revés. Primero sacó al ejército a las calles y después dio la orden de buscar a los malos de la historia. Ha encontrado a algunos, pero el gobierno evidentemente no tiene la menor idea acerca de dónde están la mayoría de ellos. Lo más grave es que se han complicado tanto las cosas que no parece haber una salida ni pronta ni pacífica.

¿Quién asesinó a Facundo Cabral? ¿Por qué? No tengo información y caben todas las posibilidades. Pudo haber sido un asunto de dinero, de venganza, pasional, qué sé yo. Pero siendo Guatemala un país, como México, dominado por el crimen organizado, sobre todo por las mafias mexicanas que están expandiéndose hacia Centroamérica, no puede descartarse que haya sido un mensaje, esto es, un acto terrorista: que en la guerra absurda contra las drogas nadie está a salvo. No lo sé, estoy especulando. Pero es que, con todo lo que está pasando, no debemos dejar de plantear ninguna hipótesis.

Anticiparé la pregunta que siempre me hacen los partidarios de Felipe Calderón cuando hablo de su fracasada guerra contra el narco: ¿Y tú qué harías, Natalia, qué estrategia propones? Pues diré lo que yo haría, que no es ni una ocurrencia ni una idea original: empezaría por legalizar el comercio, el consumo, la distribución de las drogas, particularmente la mariguana. Si los gobiernos insisten en no hacerlo, no habrá salidas al problema. Personalmente creo que la negativa de muchos gobiernos al legalizar el mercado de las drogas obedece a las presiones de grupos de interés que se benefician participando en otro mercado: el de la venta de armas para combatir a los malos.

domingo, 26 de junio de 2011

Sicilia: lo dijo en Proceso, lo debió decir en Chapultepec

Sostengo lo expresado en mi anterior columna publicada en este bolg: el aparato mediático al servicio de Felipe Calderón usó con propósitos de mercadotecnia política a Javier Sicilia. Hombre bondadoso, espiritual, entregado a las letras, Sicilia permitió en el Castillo de Chapultepec que Calderón lo manipulara. Así, la nota que dio la vuelta al mundo no fue la de la indignación de las víctimas de la guerra perdida contra el narco, sino la "histórica" actitud de un gobernante que supo escuchar a su pueblo.

Seguramente consciente de lo anterior, Javier Sicilia ha empezado a dar entrevistas, como la que he leído hoy en la revista Proceso, en las que expresa juicios muy duros sobre Calderón. Ha dicho:

"Su cerrazón demuestra que el presidente no es sensible"

"La presencia de García Luna, un signo más de intransigencia"

"Tal vez me faltó dureza, pero también con serenidad se gana"

"Yo también soy de mecha corta, pero no caí en la provocación; el que manoteó fue Calderón"

"Aceptó cargar las culpas y su costo moral; tendrá que asumir su consecuencia jurídica"

"Cedimos el lugar pero ganamos voz y presencia públicas"

Por importante que sea la revista Proceso, que lo es sin duda, no tiene el alcance de la televisión y la radio mexicanas que ya se encargaron de presentar el diálogo de Chapultepec no como un reto de las víctimas del poder a Calderón, sino como una muestra de lo "buen gobernante" que es el principal responsable de la guerra que ha dejado ya a más de 40 mil familias mexicanas enlutadas. Y menos aún podrá Proceso convencer a los lectores de la edición internacional de El País, de España, de que es falso lo expresado por el más influyente diario en nuestro idioma en el sentido de que a México lo conduce un líder que sabe lo que hace, que cuenta con una estrategia eficaz y que se da tiempo para atender cara a cara al pueblo que sufre.

Lo que estoy diciendo es que, evidentemente, Calderón supo utilizar al movimiento de Sicilia, dentro y fuera de nuestra nación, para justificar una guerra cuya utilidad solo Calderón y sus más cercanos defienden. Es decir, la autoridad moral del poeta ha servido para legitimar lo que el poeta busca acabar: la violencia que está destruyendo a México.

Todo mi respeto, toda mi simpatía y todo mi cariño al poeta Javier Sicilia y al resto de las víctimas de la barbarie. Pero creo que don Javier se equivocó al mostrarse al mismo tiempo muy duro y muy complaciente con Felipe Calderón, el político que hoy debe estar más convencido que nunca de que está haciendo lo correcto.

Hace bien Sicilia en mostrarse, después del diálogo con Calderón, muy duro con este gobernante testarudo, ciego y sordo. Pero creo que eso lo debió haber hecho en el Castillo de Chapultepec, de tal modo de no permitir las interpretaciones interesadas que el gobierno difunde masivamente en México y en el extranjero.

sábado, 25 de junio de 2011

Don Javier Sicilia, con respeto le digo:

Le digo, don Javier, que su buena fe, su generosidad, su carisma, su liderazgo y su innegable espiritualidad fueron usados por Felipe Calderón y su gobierno, por el costoso aparato mediático financiado con impuestos de los mexicanos, para levantar la imagen del político que nos metió en la absurda guerra que ha enlutado a más de 40 mil hogares, incluido el suyo, señor Sicilia, incluido el suyo...

Dice el dicho que para muestra basta un botón, y yo le voy a dar a usted, querido don Javier, un ejemplo, el más acabado sin duda, de lo que se dijo fuera de México del diálogo que sostuvieron usted y Felipe Calderón.

Usted, don Javier, hombre de letras y de medios de comunicación, estará al tanto de que buena parte de lo que se dice en el mundo acerca de lo que pasa en México, se origina el poderoso diario español El País. Y seguramente usted sabe que El País pertenece a un gigantesco grupo empresarial que entre otros negocios importantes realiza ventas multimillonarias de libros al gobierno mexicano. Así que lo más normal, negocios son negocios, es que ese diario cuide muchísimo la imagen del presidente mexicano en turno. El sexenio pasado eran espantosamente cursis las referencias a Vicente Fox y ahora son horripilantemente empalagosas las notas que tienen que ver con Felipe Calderón. Viera usted, don Javier, lo que dijeron en El País acerca de su diálogo con Calderón...

Voy a citar, don Javier, algunos párrafos publicados en El País que de tan dulces van a terminar asqueándolo, sí, a usted señor Sicilia.

"Nunca se había visto a Felipe Calderón conmovido, rodeando con sus brazos a una víctima de la violencia, consolándola. Fue el jueves, en el castillo de Chapultepec, en una jornada que pasará con letras grandes a la historia de México." ¿Cómo ve, don Javier? Ya Calderón, por haberlo consolado a usted, es el nuevo benemérito de la patria. ¿No se siente usted usado, señor Sicilia? Obviamente a los de El País una desmesura como esa que han publicado los tiene absolutamente sin cuidado, digo, unos milloncillos de dólares vendidos al gobierno mexicano hacen perdonable este ridículo y muchos otros. Pero, ¿valía la pena, don Javier, que lo usaran a usted de esa forma? Sigamos...

"A ratos, el dolor de México parecía insoportable. Si no se desbordó, si la cita ya histórica del castillo de Chapultepec no se convirtió en una batalla campal entre un presidente en su pedestal y unas víctimas rotas por el dolor y la soledad fue porque ambas partes supieron mirarse a la cara, escucharse como nunca lo habían hecho."

"Volverán a verse. Dentro de tres meses. Las víctimas y Calderón. Mientras, trabajarán en un monumento con los nombres de los muertos y desaparecidos. Si no pueden sacarlos de las fosas, al menos sí del olvido. El poeta le regaló al presidente un rosario y un escapulario. El presidente le regaló a la nación una imagen. La de su abrazo a María Elena Herrera. Tras pedir justicia para sus cuatro hijos perdidos en la guerra, la señora rompió a llorar. Calderón se levantó de su asiento y se acercó a consolarla. Ayer, por primera vez en cinco años, los periódicos mexicanos, en vez de muerte, hablaron de esperanza."

Querido don Javier, si leyó usted lo anterior ya se dio cuenta de la forma en que lo usaron. Supongo que estará de acuerdo conmigo en que no salió usted a recorrer todo México ni a decir que estamos hasta la madre solo para beneficiar a Calderón, el principal responsable de la fallida guerra contra el narco. Usted se movilizó para sacudir conciencias y para despreciar al estado autoritario porque usted, como los grandes desobedientes, es un anarquista. Abusaron de su buena fe, don Javier. Algo fuerte y radical va a tener que hacer usted para corregir esta situación porque, además, Felipe Calderón con todo descaro le dijo a usted en su cara, que no va a parar la guerra, es decir, que se van a seguir acumulando los miles de muertos. ¿O usted cree, don Javier, que logró su objetivo pacifista al reunirse con Calderón en el aristocrático Castillo de Chapultepec?

viernes, 24 de junio de 2011

Sicilia, la independencia y la popularidad

Me deja sentimientos encontrados el encuentro entre Javier Sicilia y Felipe Calderón. No sé si valió la pena, no lo sé. Es decir, si será útil para México, si contribuirá a parar la barbarie o si solo fue un espectáculo demagogo que a todos nos dejará peor que como estábamos.

Primero, la sede. ¿Por qué el Castillo de Chapultepec? Un poeta admirador de Gandhi y de otros grandes desobedientes, partidario además de la economía de la subsistencia, un humanista católico enemigo de la ostentación, ¿qué tenía que hacer en el edificio que mejor simboliza los excesos en nuestro país?

Después, el abrazo a Calderón. ¿Era necesario que el poeta indignado, el padre del muchacho asesinado que ha dado rostro a más de 40 mil ejecutados que antes de su aparición eran una simple estadística, abandonara la rabia para ser amable con el hombre de poder al que todos, Sicilia incluido, consideramos el principal responsable de la absurda guerra que está destruyendo a México? No, creo que no era necesario que Sicilia se mostrara tan amigable con Calderón.

Y, bueno, están las respuestas de Calderón. A todo dijo que sí, excepto a la exigencia de la que depende la paz en México: acabar la guerra. Calderón, terco, dijo que seguirá adelante con su cacería de criminales que, por cierto, se ha convertido también en una cacería de policías y soldados. Así que sin resolver lo único realmente importante, qué más da que Calderón le haya dado el sí a las otras propuestas de Sicilia.

Por último, la cursilería religiosa. Entiendo y aplaudo que Sicilia y Calderón sean católicos. Pero ¿qué caso tenía que exageraran mencionando su religiosidad, que debe ser un asunto sobre todo de pura intimidad, frente a millones que los veían por internet o TV? El colmo fue cuando Calderón dijo que él no reza todos los rosarios que la gente le regala, pero que su esposa Margarita Zavala sí lo hace. ¿Así o más cursi?  Por favor. Si Dios se dio tiempo de escucharlo, seguramente hasta ofendido se sintió por la forma en que fue usado para ganar simpatía entre una población mayoritariamente creyente.

Segura estoy de que Javier Sicilia es un gran hombre que merece todo mi respeto (desde luego no es lo que pienso de Calderón). Pero creo que el poder, esta vez, lo usó. Creo que la parte minoritaria de la población más educada, más crítica y más pensante, a la que Sicilia ciertamente pertenece, se lo va a reprochar fuertemente. Y esto es malo para Sicilia, un hombre de letras que si deja de ser lo que ha sido: un intelectual independiente, perderá lo mejor que tiene, por más que gane popularidad. Una popularidad que a Sicilia no le sirve para nada (él no es político ni busca votos) y que no resolverá los terribles problemas creados por la fallida guerra de Calderón contra el narco.

jueves, 16 de junio de 2011

Me quedé corta al hablar de la derrota de Monterrey




Dejaré esta columna unas horas más simplemente porque me quedé corta en mis apreciaciones. Ayer en la tarde, cuando la redacté, las noticias hablaban de 15 muertos en Monterrey. Hoy me entero de que ese número creció hasta los 32. Habrá quien dude de que Monterrey se ha perdido, respeto todos los puntos de vista. Pero yo no tengo duda: la orgullosa Sultana del Norte se encuentra ya en poder del crimen organizado, viviendo en el terror, lamentablemente sus ciudadanos en el peor de los infiernos.





Dentro y fuera de México se ha dicho hasta la saciedad, en los últimos dos años, que si en la guerra del narco de Felipe Calderón se perdía la ciudad de Monterrey, inmediatamente después se iba a perder todo México.

No es exagerada la expresión anterior dada la importancia económica, demográfica y, sobre todo, simbólica de la otrora capital empresarial de la República Mexicana.

Monterrey, en efecto, es la tercera ciudad más grande del país (después del Distrito Federal y de Guadalajara) y, desde el siglo XIX, ha sido la sede de los más relevantes desarrollos industriales, comerciales y financieros.

La primera gran industria a gran escala en América Latina surgió en Monterrey, la Cervecería Cuauhtémoc (hoy en manos de holandeses, desgraciadamente) y no han sido pocas las innovaciones tecnológicas que en sus fábricas se han generado.

Por donde se le quiera ver, la importancia de Monterrey es enorme para México. Por eso, en todas partes se decía que si se perdía Monterrey, se iba a perder México.

Pues bien, me temo que la derrota de la llamada Sultana del Norte ya se dio. Solo en las últimas 24 horas ha habido más de 15 muertos en esa ciudad, dos de ellos, por cierto, escoltas del gobernador priista de Nuevo León, Rodrigo Medina.

Qué mensaje en contra del principal político nuevoleonés. ¿Está en riesgo la vida del gobernador Medina? Lo más probable sea que sí. Ni hablar, esa es la verdad.

La inseguridad, en los últimos dos años, ha acabado con la calidad de vida de los regiomontanos, que era simple y sencillamente envidiable.

Casi todos los empresarios destacados de Monterrey se han ido a Europa o a Estados Unidos. El Tecnológico de Monterrey, que durante décadas recibió a miles de estudiantes del resto del país y aun del extranjero, se está quedando vacío. La vida nocturna ha desaparecido en la capital de Nuevo León. La gente vive con miedo, y el miedo la paraliza, la vuelve improductiva.

“Si se pierde Monterrey, se pierde México”, es una frase muchas veces escrita y pronunciada dentro y fuera de nuestro país.

Pues bien, como ha dicho el alcalde de San Pedro Garza García, Mauricio Fernández, Monterrey ya se perdió. ¿Se perderá México ahora? Lamentablemente no hay razones para el optimismo.

miércoles, 15 de junio de 2011

Se perdió Monterrey, se perderá México

Dentro y fuera de México se ha dicho hasta la saciedad, en los últimos dos años, que si en la guerra del narco de Felipe Calderón se perdía la ciudad de Monterrey, inmediatamente después se iba a perder todo México.

No es exagerada la expresión anterior dada la importancia económica, demográfica y, sobre todo, simbólica de la otrora capital empresarial de la República Mexicana.

Monterrey, en efecto, es la tercera ciudad más grande del país (después del Distrito Federal y de Guadalajara) y, desde el siglo XIX, ha sido la sede de los más relevantes desarrollos industriales, comerciales y financieros.

La primera gran industria a gran escala en América Latina surgió en Monterrey, la Cervecería Cuauhtémoc (hoy en manos de holandeses, desgraciadamente) y no han sido pocas las innovaciones tecnológicas que en sus fábricas se han generado.

Por donde se le quiera ver, la importancia de Monterrey es enorme para México. Por eso, en todas partes se decía que si se perdía Monterrey, se iba a perder México.

Pues bien, me temo que la derrota de la llamada Sultana del Norte ya se dio. Solo en las últimas 24 horas ha habido más de 15 muertos en esa ciudad, dos de ellos, por cierto, escoltas del gobernador priista de Nuevo León, Rodrigo Medina.

Qué mensaje en contra del principal político nuevoleonés. ¿Está en riesgo la vida del gobernador Medina? Lo más probable sea que sí. Ni hablar, esa es la verdad.

La inseguridad, en los últimos dos años, ha acabado con la calidad de vida de los regiomontanos, que era simple y sencillamente envidiable.

Casi todos los empresarios destacados de Monterrey se han ido a Europa o a Estados Unidos. El Tecnológico de Monterrey, que durante décadas recibió a miles de estudiantes del resto del país y aun del extranjero, se está quedando vacío. La vida nocturna ha desaparecido en la capital de Nuevo León. La gente vive con miedo, y el miedo la paraliza, la vuelve improductiva.

“Si se pierde Monterrey, se pierde México”, es una frase muchas veces escrita y pronunciada dentro y fuera de nuestro país.

Pues bien, como ha dicho el alcalde de San Pedro Garza García, Mauricio Fernández, Monterrey ya se perdió. ¿Se perderá México ahora? Lamentablemente no hay razones para el optimismo.

domingo, 15 de mayo de 2011

El pequeño Calderón que Churchill llevaba dentro

Ya ha sido suficientemente cuestionado Felipe Calderón por haberse comprado con Winston Churchill. No añadiré una crítica más. Porque tampoco se trata de abusar. A mí lo que me interesa destacar es lo inverso: que Churchill, el gran estadista británico, llevaba a un pequeño Calderón dentro de su persona y lo sacaba cada vez que necesitaba mantener en la ignorancia a su pueblo.

Una vez, para que no cundiera el pánico en territorio inglés, Winston Churchill, ocultó el avistamiento de un ovni. ¡De un ovni! Esta fue una nota del año pasado, publicada después de que el Archivo de Estado británico desclasificara centenares de documentos sobre objetos voladores no identificados. En uno de los documentos, Churchill ordena silencio sobre el tema. El ovni lo había visto, según eso, un piloto militar durante la Segunda Guerra Mundial.

Lo que pasó es que Churchill contó al norteamericano Dwight Eisenhower lo que el piloto británico decía: que un avión de la Fuerza Aérea de su Majestad había sido escoltado por un ovni de metal. Después de analizar el tema, los dos políticos acordaron no hacer público el asunto, en primer lugar para no provocar pánico y, en segundo, para no alterar las convicciones religiosas de la gente.

Hoy podemos decir que no es tan grave ocultar los avistamientos de ovnis. De hecho, tales fenómenos en la actualidad no se ocultan, sino todo lo contrario: se hacen públicos y suelen servir para programas de televisión poco rigurosos y creíbles y cada día con menores audiencias.

En la primera mitad del siglo XX no habría sido tan grave, en mi opinión, hablar de ovnis. En primer lugar, porque todo el mundo habla de ellos, y en segundo porque los platillos voladores nunca terminan por realmente hacerse presentes en los cielos de nuestro planeta.

Pero a Churchill, el pequeño Calderón que llevaba dentro lo obligó a ocultar la historia que contaba el piloto británico. Para no asustar, se justificó a sí mismo, y le dio carpetazo al asunto.

Hablo del pequeño Calderón que Winston Churchill llevaba dentro porque, segura estoy, es mucho lo que el gobierno federal mexicano no nos informa a los ciudadanos. Y no pienso en cobros extraordinarios de los funcionarios públicos o en la renta de aviones privados para sus viajes de placer. Nada de eso. Me temo que no se nos ha dicho toda la verdad acerca de la guerra del narco.

¿Cuál es la verdadera capacidad de fuego de las mafias? ¿Es inferior a la de las fuerzas armadas mexicanas? ¿Es superior? ¿Cuántos kilómetros de territorio nacional controla el narco? ¿Cuántos políticos de todos los partidos han sido financiados con dinero ilícito? ¿Es posible derrotar al crimen organizado en la forma en que Calderón ha planteado su guerra? ¿En cuánto tiempo? ¿Cuántos mexicanos más tendrán que ser asesinados antes de que se logre algún tipo de “victoria”? ¿Contempla la mafia, entre sus planes, el recurrir al terrorismo?

Con toda seguridad existen las respuestas a tales preguntas. En México y en el extranjero sobran expertos que deben haber sido contratados por el gobierno Calderón para analizar todos los escenarios. Los diagnósticos objetivos ahí deben estar en algunos escritorios de Los Pinos, la Secretaría de la Defensa, la Secretaría de Marina, la PGR, Gobernación. Los que encabezan estas dependencias saben lo que viene. El problema es que informan poco, pero a cambio recurren demasiado a la propaganda. Lo harán, estoy segura, para no generar pánico. El problema es que la falta de respuestas a todas las preguntas nos deja a los ciudadanos en estado de indefensión, a merced de la dinámica terrible de una guerra que no queremos, no pedimos, no entendemos y en la que solo participamos como espantados espectadores pasivos y, cada día en más casos, como víctimas.

jueves, 21 de abril de 2011

¿Y el dolor de ese padre?

Al finalizar la reciente marcha por la paz en Cuernavaca, el señor Javier Sicilia me concedió una breve entrevista.

Esperaba encontrarme con un padre de familia abatido, entristecido, dolido, atormentado por el asesinato de su hijo. No hubo tal. Entrevisté a un activista, a un guerrero, a alguien decidido a que la justicia impere en nuestro país.

No critico al poeta metido a luchador social. Nada de eso. En verdad agradezco que existan personas como el señor Sicilia, dispuestas a hacer lo que otras no podemos.

No es, desde luego, el primer poeta que se compromete con una causa, que participa en una guerra y que se lanza con todo a combatir a la injusticia. Hace algunos meses se celebró el centenario de Miguel Hernández, que no vaciló en tomar las armas contra el fascismo en la guerra civil española.

El hecho es que en Javier Sicilia, como en algunos otros que han perdido a un hijo en situaciones de violencia, el dolor de la pérdida ha dado paso a la rabia del activista.

Es el caso de Isabel Miranda de Wallace, una maestra que se convirtió en figura pública exigiendo justicia para su hijo asesinado y secuestrado.

Ha sido también el caso de Alejandro Martí, que adquirió notoriedad en las protestas que generó el homicidio de su hijo y que, por lo mismo, ha sido candidateado para diversos cargos de elección.

Fue el caso de don Luis Colosio Fernández, padre de Luis Donaldo Colosio; don Luis hasta un cargo de senador obtuvo por su exigencia de justicia.

Y es también el caso de doña Rosario Ibarra, actual senadora que lleva décadas no solo recordando a su hijo desaparecido, sino consolidando un importante movimiento nacional a favor de los derechos humanos.

Ellos, debido a circunstancias especiales, pudieron transformar el dolor causado por perder a un ser querido en el sublime compromiso con una causa nacional. Y su lucha, sin lugar a dudas, les ha hecho superar el sufrimiento.

¿Qué decir de los padres y madres que no han logrado convertir el dolor en liderazgo social o político? Lo obvio: que son padres y madres que no pararán de sufrir por la injusticia que no cesa, por la impotencia que nada remedia y por el miedo de que los asesinos vuelvan.

Los protagonistas de la guerra contra el narcotráfico, sobre todo Felipe Calderón y los mandos de la policía federal, el ejército y la marina, suelen prestar atención a los padres y madres de asesinados que se convierten en símbolos en la lucha contra la injusticia.

Entre ellos dialogan, se entienden o se critican, lo que en última instancia poco significa.

Fue una buena frase que quedó en eso, en solo una frase,  la exigencia de Alejandro Martí de “si no pueden, renuncien”.

La señora Miranda de Wallace empieza a dejar de ser escuchada por el gobierno porque su voz cada día incomoda más.

A don Luis Colosio lo ignoraron y aun lo usaron haciéndolo senador.

Doña Rosario simple y sencillamente es aborrecida en las cúpulas del poder político y militar.

Y Javier Sicilia, por sus protestas, ya es visto como un opositor político al que más le conviene al gobierno repudiar.

No, no es a unos cuantos líderes surgidos del dolor a quienes se tiene que escuchar. A los que debe atender, en forma urgente, es a las decenas de miles de padres y madres de asesinados que siguen llorando de dolor, los que no han alcanzado el consuelo  del heroísmo en la lucha contra la injusticia.

Ya no debe ser la estrategia bélica, sino la tristeza de decenas de miles que han perdido a un hijo lo que debe guiar la conducta de quienes insisten en que es justa y correcta la guerra contra el narcotráfico que a muchos, a millones en México, nos parece totalmente absurda.

sábado, 9 de abril de 2011

Contra viento y marea

El país pasa por una severa crisis. Ya son demasiados los asesinados, decenas de miles. Y la cifra aumenta a diario. Nuestra sociedad no genera empleos formales, al menos no al ritmo que lo exige el crecimiento de la población. La pobreza, que afecta a millones de mexicanos, parece un problema sin solución. Pero no nos debemos dar por perdidos. O no sin luchar duramente para intentar salir adelante. Como una invitación a pelear por el rescate de México publiqué el 15 de febrero de este año el siguiente artículo. Hoy lo reproduzco en mi blog porque creo necesario insistir en que si se quiere, se puede, es decir, si los mexicanos queremos, podremos. Yo, pese a todo, soy optimista.


Contra viento y marea
NATALIA COLMENARES (@NATCOLMENARES)

John Milton compuso “El paraíso perdido” totalmente ciego. Dictó los 10 mil 565 versos de ese maravilloso poema épico. ¡Los dictó! Sorprende que no haya surgido de su pluma, sino de su boca una de las creaciones literarias más importantes de todos los tiempos. Se trata de una obra que todavía nos impacta, nos hipnotiza, nos seduce, nos ubica en el corazón de los más grandes problemas de la existencia. Y la realizó un genio que no podía ver.

Milton prueba que Borges no mentía al decir que la poesía tiene una entrañable amistad con la ceguera. Y la música, si nos atenemos a Beethoven, con la sordera.

Beethoven hablaba así de su deficiencia: "Por dos años, he evitado casi toda reunión social, porque me es imposible decirle a la gente ‘hable más fuerte, estoy sordo’. Si yo perteneciera a cualquier otra profesión esto sería más fácil, pero en la mía el hecho es algo aterrador”.

¿Aterrador? Para él oír más o menos o, incluso, no oír nada, como le pasaba muchas veces, no le representó ningún problema. Compuso, simplemente porque así lo decidió, la música más hermosa imaginable.

En el poema de John Milton, Satán le dice a Querubín: “… vileza es mostrarse débil, bien en las obras, bien en el sufrimiento”.

No porque lo diga Satán deja de ser un pensamiento sabio. Condenemos al personaje por diabólico, perverso, desalmado, pero admitamos que, al menos en ese juicio, tenía razón: “Vileza es mostrarse débil”.

La ceguera y la sordera no solo no vencieron a Milton y a Beethoven, sino que los impulsaron a ser simple y sencillamente superiores.

¿Por qué nosotros permitimos que cualquier obstáculo menor nos detenga? No porque no sepamos luchar, sino por la complejidad de tener que estar siempre combatiendo contra el infortunio.

Pero eso hay que cambiarlo porque, como dijo Albert Camus, si bien la lucha es difícil, las razones para luchar siguen estando claras.

Seguiremos adelante, de eso no hay duda.

jueves, 7 de abril de 2011

#MarchaNacional desde Cuernavaca, Morelos

La unión entre mexicanos aparece raras veces. Y siempre ante las grandes crisis. Histórico día el de ayer para millones de nosotros, fundidos en un todo a nivel nacional con una sola intención y en un acto de solemne solidaridad. Trascendiendo el límite de la distancia, muchos otros mexicanos en países extranjeros se sumaron a la pacífica movilización que, por la tarde del miércoles 6 de abril, tuvo lugar en muchos y distintos puntos del país. ¡Qué movilización hubo, en las calles y en las redes sociales!

Lo que yo pueda relatar se quedará corto, pues las palabras siguen siendo cosa limitada para expresar lo vivido y sufrido a causa de la violencia y de una absurda guerra. Los hechos, el número de muertos y la respuesta de la gente a la enorme necesidad de poner un alto tanto a políticos omisos como a criminales, hablan ya por sí solos. Hablan de un error garrafal de quien enloquece por querer tener la razón en algo que, evidentemente, ha destruido a la nación.

Ayer me di la oportunidad de participar en la principal caminata ciudadana por la paz y la justicia en Cuernavaca, Morelos. La marcha fue encabezada por los padres de familia de las víctimas de la Guardería ABC, por el conocido poeta Javier Sicilia, padre del asesinado Juan Francisco, y por familiares y amigos de las otras víctimas.

Arrancamos desde la glorieta de la Paloma de la Paz, hasta llegar al zócalo morelense. La ciudadanía respondió al llamado del señor Sicilia de una forma mucho muy conmovedora. Vestidos de blanco, flores rojas y blancas en manos de muchos. Pancartas y mantas con reclamos en tono desesperado. Gestos fraternales entre todos los presentes. Escenas que guardaré en mi memoria al haber estado cerca de los más cercanos a las víctimas.

Durante la caminata la gente gritaba, entre otras cosas: "Autoridades omisas, el pueblo se organiza", "México quiere paz, el gobierno es incapaz", "Más poesía, menos policía", "México despierta, están matando a tus hijos", "Con justicia y dignidad, Morelos quiere paz", "Morelos no es cuartel, fuera el ejército de él", "Javier Sicilia, esta es tu familia".

Y es que, no podemos hablar del crimen organizado sin hablar de nuestro gobierno corrupto. Las autoridades, quizá una vez más, se mostrarán indiferentes ante los hechos. El resultado de esto será que ellos, al dejar sus funciones o cargos públicos, no podrán vivir tranquilos en este, nuestro México sumido ya en las secuelas de los daños producto de una brutal violencia.

A pesar de ello, sigo convencida de que es posible un cambio. Es un hecho, la ciudadanía ya lo está buscando.

miércoles, 6 de abril de 2011

Políticos indignos

No merecen nuestro reconocimiento. Su labor o función ha sido del todo corrompida. Y aunque es cierto que esto no es nuevo, la mezquindad y el extremo de la insolencia hoy es producto de nuestro México querido, pero ya destruido.

Patética realidad que hoy nos orilla a enfrentar tanto a políticos como criminales. ¿Qué no son de la misma clase? No hay para los ciudadanos diferencia alguna entre unos y otros. Culpables o no, son responsables del daño y del dolor que nuestra nación hoy sufre.

Políticos fracasados son. Pues antes se consideraba una actividad suprema la de proteger y brindar a la ciudadanía todo aquello que significara un bien, común y mayor.

Como muchos otros mexicanos, hoy me invade un sentimiento de inmensa frustración. Esta clase política nuestra, imposible de ser considerada digna del respeto de la ciudadanía que quiere un México pacífico, una vida respetada y respetable y la oportunidad de progreso no sólo sostenible sino permanente. Eso, parece ser, no está en los planes de nuestros dirigentes. Y dudo que lo esté...

Políticos indignos de la lucha y trabajo mexicano. Indignos. No son ni serán parte del cambio que pudiera ser posible sólo si nosotros lo buscamos y propiciamos. No será necesario depositar nuestra confianza en ninguno de ellos, pues su práctica es y será contradictoria, corrupta y falsa, como hasta ahora ha sido y sigue siendo.

Ellos son así. Políticos y criminales, criminales y políticos. Difícil encontrar la diferencia entre unos y otros. Actúan de la misma forma.

En unas horas estaré en Cuernavaca, Morelos. Acompañada por parte del equipo con quien colaboro, participaré en la caminata ciudadana por la paz y la justicia. Al terminar el evento me reuniré con el señor Sicilia. A pesar de que Javier Sicilia ha sido entrevistado ya muchas veces por medios locales y nacionales, yo me daré la oportunidad de escucharlo una vez más, en ésta ocasión personalmente.

Todo cuanto ocurra será para mi detalle que podré compartir con ustedes. Me daré a la tarea de no perder ningún dato. Partiremos de la Glorieta de la Paz a las 17:00 hasta llegar al Zócalo de Cuernavaca, Morelos.

Segura estoy de que hoy seremos millones en toda la República participando de forma consciente para exigir la seguridad y tranquilidad que nos ha quitado el odio entre criminales, entre altos (y, en realidad, muy bajos) funcionarios públicos, junto al berrinche del mandatario con su secuela de errores y fracasos.

jueves, 31 de marzo de 2011

Mano dura, a la PGR

No, no estoy pensando en la nueva procuradora general de la república, Marisela Morales. Porque evidentemente ella es un personaje de mano y formas suaves. De hecho, viene a aportar a la PGR una dosis de civilidad y de respeto a las leyes que buena falta le estaban haciendo a esta dependencia fuertemente cuestionada por presuntos abusos cometidos por sus integrantes. Tiene tan buena imagen la señora Morales que, así ocurrió durante buena parte de este jueves, algunos de los sitios noticiosos más importantes del mundo destacaron el nuevo rostro, femenino y amable, que Felipe Calderón le está construyendo a la procuraduría.

Obviamente, dadas las circunstancias (decenas de miles de asesinados en la guerra contra el narco) lo que la PGR menos necesita es un rostro agradable. Lo que le hace falta es una mano tan dura que sea capaz de diseñar, junto con las fuerzas armadas, estrategias de combate para poner orden en no pocas ciudades del país desquiciadas por la violencia. Pero, en un contexto de abierto golpeteo político, Calderón sabía que si presentaba como su propuesta para ocupar la titularidad de la PGR a un hombre duro lo más probable habría sido que se lo vetara el senado. Así que se fue por la inobjetable Marisela Morales.

Pero de que habrá mano dura en la PGR, la habrá. Una vez que la señora Morales sea aprobada por el senado, entre ella y Calderón nombrarán como segundo de abordo a uno de esos personajes enérgicos y duros, que con independencia de la procuradora se coordinará con el ejército y la marina el terreno bélico. Hay que recordar que si al titular de la PGR lo tiene que aprobar el senado, a los subprocuradores no.

Lo anterior significa que Marisela Morales tendrá un mando muy relativo. Se encargará de la parte "correcta" de la PGR, es decir, las relaciones con Estados Unidos, la prevención del delito, etc. Pero en la parte operativa contra el crimen organizado ella ni se va a meter. El responsable de esto será el hombre duro que aparecerá en cuanto los senadores le den el visto bueno a la amable Marisela.

Lo anterior podría parecer una especulación mía, y si así fuera sería válida ya que, por sí misma, tiene lógica. Pero no es algo que se me haya ocurrido simplemente de la nada, sino que se trata de una versión a la que tuve acceso que se maneja con mucha insistencia en círculos políticos cercanos a Los Pinos.

Ya veremos lo que ocurra cuando Marisela Morales nombre a sus "subordinados".