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sábado, 9 de julio de 2011

Entre Facundo Cabral y los 21 ejecutados en Monterrey

Consternada, me despierto y leo dos terribles noticias: la del asesinato de 21 personas acribilladas por un comando de sicarios en el bar Sabino Gordo de Monterrey, y la del asesinato en Guatemala del canta autor argentino Facundo Cabral.

Lo de Monterrey solo puedo considerarlo simple y sencillamente un acto terrorista que, desgraciadamente, viene a confirmar que la ciudad empresarial por excelencia en México está en manos del crimen organizado, lo que significa que vendrán cosas peores para nuestra nación.

Había un acuerdo, recordémoslo, acerca de que si Monterrey se perdía se iba a perder todo México. Es algo que durante el último año han repetido analistas de todas partes del mundo. Convencido de eso, el gobierno de Felipe Calderón decidió defender Monterrey con la lógica fallida que ha utilizado desde el comienzo de su sexenio: incrementando el número de soldados y policías para patrullar las calles de la capital de Nuevo León. Anoche quedó perfectamente claro, en el Sabino Gordo, que la lógica militar no funciona cuando no hay ninguna posibilidad de identificar plenamente al enemigo.

Esta es la razón de que la guerra de Calderón se haya perdido desde que se planteó: ¿Contra quién pelean las fuerzas armadas nacionales? ¿Qué personas sí y qué personas no apoyan a las mafias? ¿Cómo distinguir al sicario cuando esconde su arma y regresa a su casa a convivir con su familia?

Pelear contra delincuentes no es lo mismo que hacerlo contra un ejército. Es de sentido común que antes de lanzarse a combatir criminales es necesaria una gran labor de inteligencia para ubicarlos. Calderón planteó las cosas al revés. Primero sacó al ejército a las calles y después dio la orden de buscar a los malos de la historia. Ha encontrado a algunos, pero el gobierno evidentemente no tiene la menor idea acerca de dónde están la mayoría de ellos. Lo más grave es que se han complicado tanto las cosas que no parece haber una salida ni pronta ni pacífica.

¿Quién asesinó a Facundo Cabral? ¿Por qué? No tengo información y caben todas las posibilidades. Pudo haber sido un asunto de dinero, de venganza, pasional, qué sé yo. Pero siendo Guatemala un país, como México, dominado por el crimen organizado, sobre todo por las mafias mexicanas que están expandiéndose hacia Centroamérica, no puede descartarse que haya sido un mensaje, esto es, un acto terrorista: que en la guerra absurda contra las drogas nadie está a salvo. No lo sé, estoy especulando. Pero es que, con todo lo que está pasando, no debemos dejar de plantear ninguna hipótesis.

Anticiparé la pregunta que siempre me hacen los partidarios de Felipe Calderón cuando hablo de su fracasada guerra contra el narco: ¿Y tú qué harías, Natalia, qué estrategia propones? Pues diré lo que yo haría, que no es ni una ocurrencia ni una idea original: empezaría por legalizar el comercio, el consumo, la distribución de las drogas, particularmente la mariguana. Si los gobiernos insisten en no hacerlo, no habrá salidas al problema. Personalmente creo que la negativa de muchos gobiernos al legalizar el mercado de las drogas obedece a las presiones de grupos de interés que se benefician participando en otro mercado: el de la venta de armas para combatir a los malos.