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domingo, 21 de agosto de 2011

De Torreón y la guerra perdida

Hoy por la mañana, desde muy temprano, dediqué tiempo para revisar los principales diarios de la ciudad de Coahuila y, palabras más, palabras menos, esto es lo que me encontré:

En Milenio Diario (Coahuila): Viven en TSM momentos de pánico. Autoridades reportan un policía municipal lesionado. Suspenden partido entre Santos Laguna y Morelia.

En Vanguardia: Caos entre jugadores y aficionados. Terror por balacera en juego de Santos. Suspenden encuentro por tiroteo entre autoridades y presuntos delincuentes afuera del TSM, que deja un policía herido.

En Zócalo de Saltillo: Frenan ráfagas de metralleta al fútbol mexicano. Aterrorizan narcos estadio del Santos.  Miedo, familias con hijos pequeños pecho tierra, aficionados invadiendo el terreno de juego y jugadores huyendo al desastre terrible balacera.

En El Siglo de Torreón: Pánico en el estadio. Balacera afuera del TSM durante el partido Santos - Morelia conmociona a la Laguna.

En el Zócalo de Piedras Negras: Suspenden partido por balacera. Aterrorizan narcos estadio del Santos. El ataque provocó pánico entre miles de aficionados que buscaban dónde refugiarse; los jugadores huyeron a los vestidores.

Al igual que en otras ocasiones, veo que esta nota trasciende a la prensa extranjera. Quizá porque hechos como estos ya no son controlados a nivel local. En el diario El País me encuentro con: "Un tiroteo obliga a suspender un partido de fútbol en México".

Y es que, qué más debiéramos suspender por el número de tiroteos que hoy en nuestro país se viven a diario. Es cosa de todos los días, a todas horas. Estamos viviendo en un territorio casi perdido y en condiciones ya ingobernables, todo por las acciones federales, para el gusto de muchos erradas.

Lo que hoy vivimos son estallidos de coches bomba, granadas lanzadas contra población indefensa, asesinatos a candidatos para gobernador, cosa de cada mes los asesinatos a alcaldes, alerta por otra ola de feminicidos, y ahora, tiroteos en un estadio durante un partido de fútbol.

¿Qué se puede esperar de un gobierno que sostiene y mantiene el argumento de que las medidas y acciones tomadas son las correctas? Nada, ya nada. Nos toca esperar a que termine el sexenio y veamos en qué condiciones deja Felipe Calderón y su absurda guerra perdida contra el narco a nuestro México.

sábado, 9 de julio de 2011

Entre Facundo Cabral y los 21 ejecutados en Monterrey

Consternada, me despierto y leo dos terribles noticias: la del asesinato de 21 personas acribilladas por un comando de sicarios en el bar Sabino Gordo de Monterrey, y la del asesinato en Guatemala del canta autor argentino Facundo Cabral.

Lo de Monterrey solo puedo considerarlo simple y sencillamente un acto terrorista que, desgraciadamente, viene a confirmar que la ciudad empresarial por excelencia en México está en manos del crimen organizado, lo que significa que vendrán cosas peores para nuestra nación.

Había un acuerdo, recordémoslo, acerca de que si Monterrey se perdía se iba a perder todo México. Es algo que durante el último año han repetido analistas de todas partes del mundo. Convencido de eso, el gobierno de Felipe Calderón decidió defender Monterrey con la lógica fallida que ha utilizado desde el comienzo de su sexenio: incrementando el número de soldados y policías para patrullar las calles de la capital de Nuevo León. Anoche quedó perfectamente claro, en el Sabino Gordo, que la lógica militar no funciona cuando no hay ninguna posibilidad de identificar plenamente al enemigo.

Esta es la razón de que la guerra de Calderón se haya perdido desde que se planteó: ¿Contra quién pelean las fuerzas armadas nacionales? ¿Qué personas sí y qué personas no apoyan a las mafias? ¿Cómo distinguir al sicario cuando esconde su arma y regresa a su casa a convivir con su familia?

Pelear contra delincuentes no es lo mismo que hacerlo contra un ejército. Es de sentido común que antes de lanzarse a combatir criminales es necesaria una gran labor de inteligencia para ubicarlos. Calderón planteó las cosas al revés. Primero sacó al ejército a las calles y después dio la orden de buscar a los malos de la historia. Ha encontrado a algunos, pero el gobierno evidentemente no tiene la menor idea acerca de dónde están la mayoría de ellos. Lo más grave es que se han complicado tanto las cosas que no parece haber una salida ni pronta ni pacífica.

¿Quién asesinó a Facundo Cabral? ¿Por qué? No tengo información y caben todas las posibilidades. Pudo haber sido un asunto de dinero, de venganza, pasional, qué sé yo. Pero siendo Guatemala un país, como México, dominado por el crimen organizado, sobre todo por las mafias mexicanas que están expandiéndose hacia Centroamérica, no puede descartarse que haya sido un mensaje, esto es, un acto terrorista: que en la guerra absurda contra las drogas nadie está a salvo. No lo sé, estoy especulando. Pero es que, con todo lo que está pasando, no debemos dejar de plantear ninguna hipótesis.

Anticiparé la pregunta que siempre me hacen los partidarios de Felipe Calderón cuando hablo de su fracasada guerra contra el narco: ¿Y tú qué harías, Natalia, qué estrategia propones? Pues diré lo que yo haría, que no es ni una ocurrencia ni una idea original: empezaría por legalizar el comercio, el consumo, la distribución de las drogas, particularmente la mariguana. Si los gobiernos insisten en no hacerlo, no habrá salidas al problema. Personalmente creo que la negativa de muchos gobiernos al legalizar el mercado de las drogas obedece a las presiones de grupos de interés que se benefician participando en otro mercado: el de la venta de armas para combatir a los malos.

domingo, 26 de junio de 2011

Sicilia: lo dijo en Proceso, lo debió decir en Chapultepec

Sostengo lo expresado en mi anterior columna publicada en este bolg: el aparato mediático al servicio de Felipe Calderón usó con propósitos de mercadotecnia política a Javier Sicilia. Hombre bondadoso, espiritual, entregado a las letras, Sicilia permitió en el Castillo de Chapultepec que Calderón lo manipulara. Así, la nota que dio la vuelta al mundo no fue la de la indignación de las víctimas de la guerra perdida contra el narco, sino la "histórica" actitud de un gobernante que supo escuchar a su pueblo.

Seguramente consciente de lo anterior, Javier Sicilia ha empezado a dar entrevistas, como la que he leído hoy en la revista Proceso, en las que expresa juicios muy duros sobre Calderón. Ha dicho:

"Su cerrazón demuestra que el presidente no es sensible"

"La presencia de García Luna, un signo más de intransigencia"

"Tal vez me faltó dureza, pero también con serenidad se gana"

"Yo también soy de mecha corta, pero no caí en la provocación; el que manoteó fue Calderón"

"Aceptó cargar las culpas y su costo moral; tendrá que asumir su consecuencia jurídica"

"Cedimos el lugar pero ganamos voz y presencia públicas"

Por importante que sea la revista Proceso, que lo es sin duda, no tiene el alcance de la televisión y la radio mexicanas que ya se encargaron de presentar el diálogo de Chapultepec no como un reto de las víctimas del poder a Calderón, sino como una muestra de lo "buen gobernante" que es el principal responsable de la guerra que ha dejado ya a más de 40 mil familias mexicanas enlutadas. Y menos aún podrá Proceso convencer a los lectores de la edición internacional de El País, de España, de que es falso lo expresado por el más influyente diario en nuestro idioma en el sentido de que a México lo conduce un líder que sabe lo que hace, que cuenta con una estrategia eficaz y que se da tiempo para atender cara a cara al pueblo que sufre.

Lo que estoy diciendo es que, evidentemente, Calderón supo utilizar al movimiento de Sicilia, dentro y fuera de nuestra nación, para justificar una guerra cuya utilidad solo Calderón y sus más cercanos defienden. Es decir, la autoridad moral del poeta ha servido para legitimar lo que el poeta busca acabar: la violencia que está destruyendo a México.

Todo mi respeto, toda mi simpatía y todo mi cariño al poeta Javier Sicilia y al resto de las víctimas de la barbarie. Pero creo que don Javier se equivocó al mostrarse al mismo tiempo muy duro y muy complaciente con Felipe Calderón, el político que hoy debe estar más convencido que nunca de que está haciendo lo correcto.

Hace bien Sicilia en mostrarse, después del diálogo con Calderón, muy duro con este gobernante testarudo, ciego y sordo. Pero creo que eso lo debió haber hecho en el Castillo de Chapultepec, de tal modo de no permitir las interpretaciones interesadas que el gobierno difunde masivamente en México y en el extranjero.

sábado, 25 de junio de 2011

Don Javier Sicilia, con respeto le digo:

Le digo, don Javier, que su buena fe, su generosidad, su carisma, su liderazgo y su innegable espiritualidad fueron usados por Felipe Calderón y su gobierno, por el costoso aparato mediático financiado con impuestos de los mexicanos, para levantar la imagen del político que nos metió en la absurda guerra que ha enlutado a más de 40 mil hogares, incluido el suyo, señor Sicilia, incluido el suyo...

Dice el dicho que para muestra basta un botón, y yo le voy a dar a usted, querido don Javier, un ejemplo, el más acabado sin duda, de lo que se dijo fuera de México del diálogo que sostuvieron usted y Felipe Calderón.

Usted, don Javier, hombre de letras y de medios de comunicación, estará al tanto de que buena parte de lo que se dice en el mundo acerca de lo que pasa en México, se origina el poderoso diario español El País. Y seguramente usted sabe que El País pertenece a un gigantesco grupo empresarial que entre otros negocios importantes realiza ventas multimillonarias de libros al gobierno mexicano. Así que lo más normal, negocios son negocios, es que ese diario cuide muchísimo la imagen del presidente mexicano en turno. El sexenio pasado eran espantosamente cursis las referencias a Vicente Fox y ahora son horripilantemente empalagosas las notas que tienen que ver con Felipe Calderón. Viera usted, don Javier, lo que dijeron en El País acerca de su diálogo con Calderón...

Voy a citar, don Javier, algunos párrafos publicados en El País que de tan dulces van a terminar asqueándolo, sí, a usted señor Sicilia.

"Nunca se había visto a Felipe Calderón conmovido, rodeando con sus brazos a una víctima de la violencia, consolándola. Fue el jueves, en el castillo de Chapultepec, en una jornada que pasará con letras grandes a la historia de México." ¿Cómo ve, don Javier? Ya Calderón, por haberlo consolado a usted, es el nuevo benemérito de la patria. ¿No se siente usted usado, señor Sicilia? Obviamente a los de El País una desmesura como esa que han publicado los tiene absolutamente sin cuidado, digo, unos milloncillos de dólares vendidos al gobierno mexicano hacen perdonable este ridículo y muchos otros. Pero, ¿valía la pena, don Javier, que lo usaran a usted de esa forma? Sigamos...

"A ratos, el dolor de México parecía insoportable. Si no se desbordó, si la cita ya histórica del castillo de Chapultepec no se convirtió en una batalla campal entre un presidente en su pedestal y unas víctimas rotas por el dolor y la soledad fue porque ambas partes supieron mirarse a la cara, escucharse como nunca lo habían hecho."

"Volverán a verse. Dentro de tres meses. Las víctimas y Calderón. Mientras, trabajarán en un monumento con los nombres de los muertos y desaparecidos. Si no pueden sacarlos de las fosas, al menos sí del olvido. El poeta le regaló al presidente un rosario y un escapulario. El presidente le regaló a la nación una imagen. La de su abrazo a María Elena Herrera. Tras pedir justicia para sus cuatro hijos perdidos en la guerra, la señora rompió a llorar. Calderón se levantó de su asiento y se acercó a consolarla. Ayer, por primera vez en cinco años, los periódicos mexicanos, en vez de muerte, hablaron de esperanza."

Querido don Javier, si leyó usted lo anterior ya se dio cuenta de la forma en que lo usaron. Supongo que estará de acuerdo conmigo en que no salió usted a recorrer todo México ni a decir que estamos hasta la madre solo para beneficiar a Calderón, el principal responsable de la fallida guerra contra el narco. Usted se movilizó para sacudir conciencias y para despreciar al estado autoritario porque usted, como los grandes desobedientes, es un anarquista. Abusaron de su buena fe, don Javier. Algo fuerte y radical va a tener que hacer usted para corregir esta situación porque, además, Felipe Calderón con todo descaro le dijo a usted en su cara, que no va a parar la guerra, es decir, que se van a seguir acumulando los miles de muertos. ¿O usted cree, don Javier, que logró su objetivo pacifista al reunirse con Calderón en el aristocrático Castillo de Chapultepec?

martes, 10 de mayo de 2011

Sicilia: ¿qué sigue?


Una vez concluida la marcha por la paz encabezada por el poeta Javier Sicilia la única pregunta que debemos hacernos, y que no veo a nadie interesado en responderla y tal vez ni siquiera en plantearla, es la siguiente: ¿qué sigue?

Es una expresión popular aquella de que lo difícil no es llegar sino sostenerse. Una tragedia personal terrible, la muerte de su hijo en uno de los episodios de la guerra perdida de Calderón, llevó a Sicilia a crear, sin ayuda de los poderes oficiales o fácticos, un gran movimiento ciudadano de protesta. Mucho más auténtico que las grandes marchas contra la violencia que ha habido en años recientes y que han sido apoyadas por la televisión, por grandes empresas, por los partidos políticos y hasta por los gobiernos. Estos factores han estado ausentes de la organización de las movilizaciones de Javier Sicilia. Parece algo inédito en México, y en esto radica su enorme valor.

En los últimos 10 años sólo tres fuerzas han podido sacar a la calle a tanta gente: el poder apoyado por las televisoras en las primeras marchas contra la violencia, Andrés Manuel López Obrador y su movimiento apoyado por tres partidos políticos de izquierda y el poeta Javier Sicilia apoyado por la sociedad civil. Cada fuerza ha utilizado las movilizaciones callejeras para sus propios fines legítimos. Sabemos todos qué buscan el gobierno y los factores reales de poder: mantener sus privilegios. Sabemos qué busca el movimiento de López Obrador: llegar al poder. No me queda claro qué busca Javier Sicilia, es decir, más allá de exigir que cese una guerra que Calderón ya dijo va a continuar pésele a quien le pese.

Sicilia, un hombre inteligente e informado no puede ignorar el hecho de que su exigencia de paz sólo se podrá lograr con un verdadero cambio político. Esto es, si Sicilia llevó a tanta gente a protestar a las calles, ahora tendrá que dirigirla hacia la política. Si no lo hace así, habrá perdido el tiempo. La continuidad de su marcha nacional sólo será posible en la arena de la política o al menos en el de la "anti política", que es también una forma de actuar políticamente.

Lo único que Sicilia no puede hacer, porque decepcionaría a tanta gente que ahora cree en él, es volver al refugio, a la paz, a la tranquilidad de sus lecturas y de su creación literaria. Él había estado toda su vida instalado en el maravilloso mundo de la literatura, en el que los conflictos, las angustias, la desesperación, el odio, la tristeza, lo mismo que la felicidad, el amor y la alegría, se dan en el turbulento interior del espíritu creativo. La tragedia lo sacó de sí mismo y lo trasladó brutalmente a la realidad del poder en el que las cosas se resuelven siempre en la lógica de la cadena alimenticia en el fondo del mar: el pez más fuerte se come al débil. Descubrió que para las personas que como él buscan la justicia sólo hay una posibilidad de enfrentar al poder: con gente, con mucha gente movilizada realizando acciones de desobediencia civil.

El señor Javier Sicilia ya movilizó a cientos de miles en todo el país. Exhibió músculo y el poder lo está tomando en cuenta. Pero una cosa es que el poder volteé a ver a alguien y otra muy distinta que el poder cambie para bien. De hecho, todas las peticiones específicas de Sicilia han sido abiertamente ignoradas por Calderón incluso desde antes de que arrancara la #MarchaNacional. Sicilia ya debe haber entendido que tendrá que hacer mucho más para influir y hacer posible un cambio. ¿Qué sigue? Supongo que ni Sicilia lo sabe.


domingo, 8 de mayo de 2011

En paz y por la paz, marchemos ¡No más sangre!

Hoy, domingo 8 de mayo, siendo las 5 de la mañana y tantos, escribo en silencio.

Me levanto y preparo para ir a la marcha por la paz y la justicia que a la capital ha llegado para dirigirse al centro histórico.

Soy una más de miles de mexicanos que reclaman el derecho de vivir en paz.

Hoy, como nunca, los mexicanos expresamos unidad a través del reclamo de nuestra seguridad que nos ha quitado el gobierno federal.

El silencio de los manifestantes lo dice todo, hoy sobran las palabras.

Somos nosotros México. Una vida digna y justa llegará con el cambio que todos buscamos. Debemos ser los principales promotores a través de lo racional y haciendo conciencia en torno a lo que tanto daño ha hecho a nuestra nación y a las familias mexicanas. Por eso y por muchas razones es tiempo de participar de forma individual, para que en conjunto seamos capaces de llevar a lo alto lo que por derecho nos corresponde.

Digamos NO a las acciones del gobierno que hoy tiene hundido a nuestro país. Digamos YA BASTA DE SANGRE a la guerra perdida de Felipe Calderón. Elijamos hoy no quedarnos quietos frente al dolor que es de todos. México es nuestro y somos nosotros. Con nuestra participación, en cualquiera de sus formas, quizá logremos que México salga adelante y nos dé lo que es nuestro.

Por los inocentes, por los familiares de las víctimas, por los más de 40 mil muertos, por la corrupta clase política mexicana, por nuestro sistema de justicia que genera tanta impunidad, por la desesperanza y el dolor de todos los mexicanos me uno, una vez más, al llamado del señor Javier Sicilia para decir ¡estamos hasta la madre!

sábado, 7 de mayo de 2011

Y Calderón dice: Háganle como quieran

Imagen tomada del sitio de internet del diario Reforma www.reforma.com


Pues vaya nota que dio el diario Reforma, sobre todo por la fotografía que la ilustra. Felipe Calderón Hinojosa, en 1997, bastante más joven que ahora pero evidentemente con mayor peso, cargando a su hijo mayor, entonces un bebé, y acompañado por su esposa Margarita Zavala participaron en un mitin en el centro de la ciudad de México para decirle al entonces presidente de la república, el priista Ernesto Zedillo, lo siguiente: "¡Ya basta!, presidente. ¡Exigimos seguridad!".

Actualmente, aunque se parezca en la forma, el reclamo de la sociedad es mucho más serio: ya no el ¡ya basta de inseguridad!, sino ¡ya basta de sangre!

En 1997, en el país de Zedillo, la gente estaba harta de los robos, los asaltos, los secuestros express, etc. Calderón y su señora, naturalmente hicieron lo correcto al salir a la calle a protestar contra un gobierno, el de Zedillo, que no podía mantener a raya a la delincuencia común.

Zedillo, obviamente no entendió esa manifestación en su contra como no entendió ninguna otra, y procedió, si no a descalificarla, a ignorarla. Zedillo aplicó la clásica de su antecesor Carlos Salinas de Gortari: ni los veo ni los oigo.

En la actualidad, en un gobierno, el de Calderón, que lanzó una claramente fallida guerra contra las mafias del narcotráfico, 40 mil asesinados justifican plenamente la protesta que ya no tiene que ver con los estragos causados por la delincuencia común. Los cientos de miles de personas que marcharemos mañana en diversos lugares del país, ya lo que pedimos es únicamente tener que sufrir por los actos delictivos de los ladrones y los asaltantes no organizados ni armados por grandes intereses mafiosos. Seríamos felices si al menos regresáramos a los niveles de inseguridad de 1997.

Calderón, actual inquilino en Los Pinos, no está actuando como Zedillo frente a la marcha de mañana domingo. Es decir, no se está concretando a ignorar la protesta, sino que evidentemente, con mercadotecnia muy barata está intentando manipularla. Con ingenuidad, Calderón ha decidido utilizar todos los recursos de comunicación y propaganda del gobierno para buscar convencer a la gente de que si bien la marcha es legítima porque existe el derecho a la inconformidad, no hay nada más que hacer que seguir adelante con su guerra sin sentido. Es decir, para que no quede ninguna duda, Calderón desde días antes de la marcha ya mandó decir a los ciudadanos que protestarán que está muy bien que salgan a la calle, pero que él, al fin el jefe del Ejecutivo, no va a cambiar su estrategia ni siquiera poquito. Háganle como quieran, es ya desde antes de que la marcha en la ciudad de México inicie, la respuesta del señor Calderón.

jueves, 7 de abril de 2011

#MarchaNacional desde Cuernavaca, Morelos

La unión entre mexicanos aparece raras veces. Y siempre ante las grandes crisis. Histórico día el de ayer para millones de nosotros, fundidos en un todo a nivel nacional con una sola intención y en un acto de solemne solidaridad. Trascendiendo el límite de la distancia, muchos otros mexicanos en países extranjeros se sumaron a la pacífica movilización que, por la tarde del miércoles 6 de abril, tuvo lugar en muchos y distintos puntos del país. ¡Qué movilización hubo, en las calles y en las redes sociales!

Lo que yo pueda relatar se quedará corto, pues las palabras siguen siendo cosa limitada para expresar lo vivido y sufrido a causa de la violencia y de una absurda guerra. Los hechos, el número de muertos y la respuesta de la gente a la enorme necesidad de poner un alto tanto a políticos omisos como a criminales, hablan ya por sí solos. Hablan de un error garrafal de quien enloquece por querer tener la razón en algo que, evidentemente, ha destruido a la nación.

Ayer me di la oportunidad de participar en la principal caminata ciudadana por la paz y la justicia en Cuernavaca, Morelos. La marcha fue encabezada por los padres de familia de las víctimas de la Guardería ABC, por el conocido poeta Javier Sicilia, padre del asesinado Juan Francisco, y por familiares y amigos de las otras víctimas.

Arrancamos desde la glorieta de la Paloma de la Paz, hasta llegar al zócalo morelense. La ciudadanía respondió al llamado del señor Sicilia de una forma mucho muy conmovedora. Vestidos de blanco, flores rojas y blancas en manos de muchos. Pancartas y mantas con reclamos en tono desesperado. Gestos fraternales entre todos los presentes. Escenas que guardaré en mi memoria al haber estado cerca de los más cercanos a las víctimas.

Durante la caminata la gente gritaba, entre otras cosas: "Autoridades omisas, el pueblo se organiza", "México quiere paz, el gobierno es incapaz", "Más poesía, menos policía", "México despierta, están matando a tus hijos", "Con justicia y dignidad, Morelos quiere paz", "Morelos no es cuartel, fuera el ejército de él", "Javier Sicilia, esta es tu familia".

Y es que, no podemos hablar del crimen organizado sin hablar de nuestro gobierno corrupto. Las autoridades, quizá una vez más, se mostrarán indiferentes ante los hechos. El resultado de esto será que ellos, al dejar sus funciones o cargos públicos, no podrán vivir tranquilos en este, nuestro México sumido ya en las secuelas de los daños producto de una brutal violencia.

A pesar de ello, sigo convencida de que es posible un cambio. Es un hecho, la ciudadanía ya lo está buscando.

miércoles, 6 de abril de 2011

Políticos indignos

No merecen nuestro reconocimiento. Su labor o función ha sido del todo corrompida. Y aunque es cierto que esto no es nuevo, la mezquindad y el extremo de la insolencia hoy es producto de nuestro México querido, pero ya destruido.

Patética realidad que hoy nos orilla a enfrentar tanto a políticos como criminales. ¿Qué no son de la misma clase? No hay para los ciudadanos diferencia alguna entre unos y otros. Culpables o no, son responsables del daño y del dolor que nuestra nación hoy sufre.

Políticos fracasados son. Pues antes se consideraba una actividad suprema la de proteger y brindar a la ciudadanía todo aquello que significara un bien, común y mayor.

Como muchos otros mexicanos, hoy me invade un sentimiento de inmensa frustración. Esta clase política nuestra, imposible de ser considerada digna del respeto de la ciudadanía que quiere un México pacífico, una vida respetada y respetable y la oportunidad de progreso no sólo sostenible sino permanente. Eso, parece ser, no está en los planes de nuestros dirigentes. Y dudo que lo esté...

Políticos indignos de la lucha y trabajo mexicano. Indignos. No son ni serán parte del cambio que pudiera ser posible sólo si nosotros lo buscamos y propiciamos. No será necesario depositar nuestra confianza en ninguno de ellos, pues su práctica es y será contradictoria, corrupta y falsa, como hasta ahora ha sido y sigue siendo.

Ellos son así. Políticos y criminales, criminales y políticos. Difícil encontrar la diferencia entre unos y otros. Actúan de la misma forma.

En unas horas estaré en Cuernavaca, Morelos. Acompañada por parte del equipo con quien colaboro, participaré en la caminata ciudadana por la paz y la justicia. Al terminar el evento me reuniré con el señor Sicilia. A pesar de que Javier Sicilia ha sido entrevistado ya muchas veces por medios locales y nacionales, yo me daré la oportunidad de escucharlo una vez más, en ésta ocasión personalmente.

Todo cuanto ocurra será para mi detalle que podré compartir con ustedes. Me daré a la tarea de no perder ningún dato. Partiremos de la Glorieta de la Paz a las 17:00 hasta llegar al Zócalo de Cuernavaca, Morelos.

Segura estoy de que hoy seremos millones en toda la República participando de forma consciente para exigir la seguridad y tranquilidad que nos ha quitado el odio entre criminales, entre altos (y, en realidad, muy bajos) funcionarios públicos, junto al berrinche del mandatario con su secuela de errores y fracasos.