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martes, 10 de mayo de 2011

Sicilia: ¿qué sigue?


Una vez concluida la marcha por la paz encabezada por el poeta Javier Sicilia la única pregunta que debemos hacernos, y que no veo a nadie interesado en responderla y tal vez ni siquiera en plantearla, es la siguiente: ¿qué sigue?

Es una expresión popular aquella de que lo difícil no es llegar sino sostenerse. Una tragedia personal terrible, la muerte de su hijo en uno de los episodios de la guerra perdida de Calderón, llevó a Sicilia a crear, sin ayuda de los poderes oficiales o fácticos, un gran movimiento ciudadano de protesta. Mucho más auténtico que las grandes marchas contra la violencia que ha habido en años recientes y que han sido apoyadas por la televisión, por grandes empresas, por los partidos políticos y hasta por los gobiernos. Estos factores han estado ausentes de la organización de las movilizaciones de Javier Sicilia. Parece algo inédito en México, y en esto radica su enorme valor.

En los últimos 10 años sólo tres fuerzas han podido sacar a la calle a tanta gente: el poder apoyado por las televisoras en las primeras marchas contra la violencia, Andrés Manuel López Obrador y su movimiento apoyado por tres partidos políticos de izquierda y el poeta Javier Sicilia apoyado por la sociedad civil. Cada fuerza ha utilizado las movilizaciones callejeras para sus propios fines legítimos. Sabemos todos qué buscan el gobierno y los factores reales de poder: mantener sus privilegios. Sabemos qué busca el movimiento de López Obrador: llegar al poder. No me queda claro qué busca Javier Sicilia, es decir, más allá de exigir que cese una guerra que Calderón ya dijo va a continuar pésele a quien le pese.

Sicilia, un hombre inteligente e informado no puede ignorar el hecho de que su exigencia de paz sólo se podrá lograr con un verdadero cambio político. Esto es, si Sicilia llevó a tanta gente a protestar a las calles, ahora tendrá que dirigirla hacia la política. Si no lo hace así, habrá perdido el tiempo. La continuidad de su marcha nacional sólo será posible en la arena de la política o al menos en el de la "anti política", que es también una forma de actuar políticamente.

Lo único que Sicilia no puede hacer, porque decepcionaría a tanta gente que ahora cree en él, es volver al refugio, a la paz, a la tranquilidad de sus lecturas y de su creación literaria. Él había estado toda su vida instalado en el maravilloso mundo de la literatura, en el que los conflictos, las angustias, la desesperación, el odio, la tristeza, lo mismo que la felicidad, el amor y la alegría, se dan en el turbulento interior del espíritu creativo. La tragedia lo sacó de sí mismo y lo trasladó brutalmente a la realidad del poder en el que las cosas se resuelven siempre en la lógica de la cadena alimenticia en el fondo del mar: el pez más fuerte se come al débil. Descubrió que para las personas que como él buscan la justicia sólo hay una posibilidad de enfrentar al poder: con gente, con mucha gente movilizada realizando acciones de desobediencia civil.

El señor Javier Sicilia ya movilizó a cientos de miles en todo el país. Exhibió músculo y el poder lo está tomando en cuenta. Pero una cosa es que el poder volteé a ver a alguien y otra muy distinta que el poder cambie para bien. De hecho, todas las peticiones específicas de Sicilia han sido abiertamente ignoradas por Calderón incluso desde antes de que arrancara la #MarchaNacional. Sicilia ya debe haber entendido que tendrá que hacer mucho más para influir y hacer posible un cambio. ¿Qué sigue? Supongo que ni Sicilia lo sabe.


domingo, 8 de mayo de 2011

En paz y por la paz, marchemos ¡No más sangre!

Hoy, domingo 8 de mayo, siendo las 5 de la mañana y tantos, escribo en silencio.

Me levanto y preparo para ir a la marcha por la paz y la justicia que a la capital ha llegado para dirigirse al centro histórico.

Soy una más de miles de mexicanos que reclaman el derecho de vivir en paz.

Hoy, como nunca, los mexicanos expresamos unidad a través del reclamo de nuestra seguridad que nos ha quitado el gobierno federal.

El silencio de los manifestantes lo dice todo, hoy sobran las palabras.

Somos nosotros México. Una vida digna y justa llegará con el cambio que todos buscamos. Debemos ser los principales promotores a través de lo racional y haciendo conciencia en torno a lo que tanto daño ha hecho a nuestra nación y a las familias mexicanas. Por eso y por muchas razones es tiempo de participar de forma individual, para que en conjunto seamos capaces de llevar a lo alto lo que por derecho nos corresponde.

Digamos NO a las acciones del gobierno que hoy tiene hundido a nuestro país. Digamos YA BASTA DE SANGRE a la guerra perdida de Felipe Calderón. Elijamos hoy no quedarnos quietos frente al dolor que es de todos. México es nuestro y somos nosotros. Con nuestra participación, en cualquiera de sus formas, quizá logremos que México salga adelante y nos dé lo que es nuestro.

Por los inocentes, por los familiares de las víctimas, por los más de 40 mil muertos, por la corrupta clase política mexicana, por nuestro sistema de justicia que genera tanta impunidad, por la desesperanza y el dolor de todos los mexicanos me uno, una vez más, al llamado del señor Javier Sicilia para decir ¡estamos hasta la madre!

jueves, 7 de abril de 2011

#MarchaNacional desde Cuernavaca, Morelos

La unión entre mexicanos aparece raras veces. Y siempre ante las grandes crisis. Histórico día el de ayer para millones de nosotros, fundidos en un todo a nivel nacional con una sola intención y en un acto de solemne solidaridad. Trascendiendo el límite de la distancia, muchos otros mexicanos en países extranjeros se sumaron a la pacífica movilización que, por la tarde del miércoles 6 de abril, tuvo lugar en muchos y distintos puntos del país. ¡Qué movilización hubo, en las calles y en las redes sociales!

Lo que yo pueda relatar se quedará corto, pues las palabras siguen siendo cosa limitada para expresar lo vivido y sufrido a causa de la violencia y de una absurda guerra. Los hechos, el número de muertos y la respuesta de la gente a la enorme necesidad de poner un alto tanto a políticos omisos como a criminales, hablan ya por sí solos. Hablan de un error garrafal de quien enloquece por querer tener la razón en algo que, evidentemente, ha destruido a la nación.

Ayer me di la oportunidad de participar en la principal caminata ciudadana por la paz y la justicia en Cuernavaca, Morelos. La marcha fue encabezada por los padres de familia de las víctimas de la Guardería ABC, por el conocido poeta Javier Sicilia, padre del asesinado Juan Francisco, y por familiares y amigos de las otras víctimas.

Arrancamos desde la glorieta de la Paloma de la Paz, hasta llegar al zócalo morelense. La ciudadanía respondió al llamado del señor Sicilia de una forma mucho muy conmovedora. Vestidos de blanco, flores rojas y blancas en manos de muchos. Pancartas y mantas con reclamos en tono desesperado. Gestos fraternales entre todos los presentes. Escenas que guardaré en mi memoria al haber estado cerca de los más cercanos a las víctimas.

Durante la caminata la gente gritaba, entre otras cosas: "Autoridades omisas, el pueblo se organiza", "México quiere paz, el gobierno es incapaz", "Más poesía, menos policía", "México despierta, están matando a tus hijos", "Con justicia y dignidad, Morelos quiere paz", "Morelos no es cuartel, fuera el ejército de él", "Javier Sicilia, esta es tu familia".

Y es que, no podemos hablar del crimen organizado sin hablar de nuestro gobierno corrupto. Las autoridades, quizá una vez más, se mostrarán indiferentes ante los hechos. El resultado de esto será que ellos, al dejar sus funciones o cargos públicos, no podrán vivir tranquilos en este, nuestro México sumido ya en las secuelas de los daños producto de una brutal violencia.

A pesar de ello, sigo convencida de que es posible un cambio. Es un hecho, la ciudadanía ya lo está buscando.

miércoles, 6 de abril de 2011

Políticos indignos

No merecen nuestro reconocimiento. Su labor o función ha sido del todo corrompida. Y aunque es cierto que esto no es nuevo, la mezquindad y el extremo de la insolencia hoy es producto de nuestro México querido, pero ya destruido.

Patética realidad que hoy nos orilla a enfrentar tanto a políticos como criminales. ¿Qué no son de la misma clase? No hay para los ciudadanos diferencia alguna entre unos y otros. Culpables o no, son responsables del daño y del dolor que nuestra nación hoy sufre.

Políticos fracasados son. Pues antes se consideraba una actividad suprema la de proteger y brindar a la ciudadanía todo aquello que significara un bien, común y mayor.

Como muchos otros mexicanos, hoy me invade un sentimiento de inmensa frustración. Esta clase política nuestra, imposible de ser considerada digna del respeto de la ciudadanía que quiere un México pacífico, una vida respetada y respetable y la oportunidad de progreso no sólo sostenible sino permanente. Eso, parece ser, no está en los planes de nuestros dirigentes. Y dudo que lo esté...

Políticos indignos de la lucha y trabajo mexicano. Indignos. No son ni serán parte del cambio que pudiera ser posible sólo si nosotros lo buscamos y propiciamos. No será necesario depositar nuestra confianza en ninguno de ellos, pues su práctica es y será contradictoria, corrupta y falsa, como hasta ahora ha sido y sigue siendo.

Ellos son así. Políticos y criminales, criminales y políticos. Difícil encontrar la diferencia entre unos y otros. Actúan de la misma forma.

En unas horas estaré en Cuernavaca, Morelos. Acompañada por parte del equipo con quien colaboro, participaré en la caminata ciudadana por la paz y la justicia. Al terminar el evento me reuniré con el señor Sicilia. A pesar de que Javier Sicilia ha sido entrevistado ya muchas veces por medios locales y nacionales, yo me daré la oportunidad de escucharlo una vez más, en ésta ocasión personalmente.

Todo cuanto ocurra será para mi detalle que podré compartir con ustedes. Me daré a la tarea de no perder ningún dato. Partiremos de la Glorieta de la Paz a las 17:00 hasta llegar al Zócalo de Cuernavaca, Morelos.

Segura estoy de que hoy seremos millones en toda la República participando de forma consciente para exigir la seguridad y tranquilidad que nos ha quitado el odio entre criminales, entre altos (y, en realidad, muy bajos) funcionarios públicos, junto al berrinche del mandatario con su secuela de errores y fracasos.