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lunes, 11 de abril de 2011

Alejandro Encinas: ¿elegible o no?

El día de ayer se prestó para muchas cosas. Una de ellas: analizar la situación en el Estado de México. Recibí mensajes de algunas personas preguntando mi opinión respecto al tema y otras peticiones de que escribiera sobre esto.

En seguida mis puntos en un breve análisis que hago para ustedes:

1. No pudieron con AMLO. Ni Ebrard ni Calderón ni los chuchos. Probó AMLO tener más habilidad política que los anteriores.

2. Como partido, el PRI arranca en primer lugar, el PRD-PT-Convergencia en segundo y el PAN en tercero.

3. Como candidato, Encinas arranca en primer lugar, Eruviel en segundo y Bravo Mena en tercero.

4. En la combinación partido-candidato, será un duelo cerrado entre el PRI y el PRD-PT-Convergencia, con ventaja para el PRI que cuenta con el apoyo de la maestra Elba Esther Gordillo. El PAN está condenado al último lugar.

5. El problema real del PRD-PT-Convergencia es la elegibilidad de Encinas, quien quizá no cumple con el requisito de la residencia. Hay un embrollo legal que quién sabe cómo se superará.

6. Yeidckol está en la banca, a la espera de que Encinas sea aceptado o no en caso de haber impugnaciones ante el Trife. Yeidckol pidió licencia en el Senado para ser elegible.

Mi conclusion: el PRI lleva todas las de ganar, sobre todo si Encinas no es elegible. Y el que tiene todas las de perder es el PAN, que va que vuela para un lejano tercer lugar. 

domingo, 3 de abril de 2011

Otra vez AMLO derrota a Ebrard

“La resurrección de AMLO, el Ocaso de Ebrard”. Me despierto y leo este análisis del encuestador Federico Berrueto en Milenio. Al margen de lo que se piense de su trabajo estadístico, que no es ciertamente el mejor, creo que esta vez Berrueto ha dicho la verdad: Andrés Manuel López Obrador, en la arena del Estado de México, ha derrotado, y con facilidad, a Marcelo Ebrard Casaubón. Y, bueno, AMLO no solo venció al jefe de gobierno capitalino: también a Manuel Camacho, a los chuchos (Jesús Ortega y Jesús Zambrano) y a Felipe Calderón.

Dice Berrueto: “En poco más de una semana se aclaró la política nacional. La obsesión por la alianza en el Estado de México ya tiene lista de derrotados: el presidente Calderón, Marcelo Ebrard, Los Chuchos, el ‘mejor imposible’ Gustavo Madero y los ‘cívicos’ antipriistas”. Y dice más el encuestador: “Todos subestimaron a López Obrador y a los suyos”.

Ciertamente, como bien dice Berrueto, “lo peor del saldo es para Ebrard, no sólo pierde posición para alcanzar la candidatura presidencial de la izquierda, sino que será difícil que pueda influir en la de la jefatura de Gobierno del DF, la joya de la corona del PRD. No era poco lo que ya tenía: pacto con la dirigencia del PRD, el favor del presidente Calderón, el apoyo discreto del PAN, entendimiento con la élite nacional, acuerdo con lo más relevante de los medios y aliados en los estados ganados por la alianza, incluido Guerrero. López Obrador, con mucho menos, pero con la integridad de que carece Ebrard, se impuso. Más vale un puñado de leales, que un montón de incompetentes convenencieros, lección que han propinado Alejandro Encinas y Dolores Padierna”.

Solo en algo no estoy de acuerdo con Federico Berrueto: con la  mitad del título de su artículo. Porque es inadecuado hablar de “La resurrección de AMLO…”. No hay tal.

Berrueto, al hablar de “resurrección” le da la razón a una mentira tantas veces repetida, desde septiembre de 2006, por los medios de comunicación afines al gobierno federal: que López Obrador y su movimiento habían perdido tanta fuerza que estaban no solo derrotados, sino desaparecidos.

Nunca ha sido así. Más allá de si con lo que tiene le alcanza o no a López Obrador para ganar  la presidencia de la república en 2012 (es una cálculo en el que ahora no quiero entrar), lo cierto es que Andrés Manuel y los suyos en ningún momento han dejado de trabajar en cada pueblo de México organizando, sembrando, dialogando con la gente. A veces en mítines de decenas de miles de personas, a veces en reuniones de unos cuantos. Pero no han dejado de hacerlo. Para organizarse bien a veces recurrieron a la discreción, y por eso dejaron de aparecer en los medios durante períodos prolongados. Pero no estaban muertos, sino trabajando. Y el trabajo siempre es redituable.

Hoy lo prueba López Obrador al derrotar una vez más, sin presupuesto para publicidad, a un gobernante que ha gastado en imagen tanto como Enrique Peña Nieto, pero al que su inversión no le ha resultado rentable.

¿Por qué a Ebrard la publicidad excesiva no le ha resultado benéfica y a Peña Nieto sí? Tal vez porque a Ebrard, a diferencia de Peña Nieto, le ha faltado humildad para someterse al guión escrito por un estratega mayor.

Ebrard no ha aceptado seguir ningún plan impuesto por gente que sí sabe porque, arrogante, cree ser el mayor experto en esa y en todas las materias políticas. Hoy se prueba que no es así. Peña Nieto, en cambio, ha sido lo suficientemente listo como para dejarse plenamente conducir por la habilidad superior del más grande fabricante de estrellas que hay en México: Televisa.

miércoles, 30 de marzo de 2011

Del suicidio de Atlacomulco a la fallida alianza

No sé si en Wikipedia o en algún otro sitio de internet leí que si uno pregunta, a los integrantes del Grupo Atlacomulco, acerca de si existe o no esta especie de cofradía ellos, de inmediato, lo niegan.

Lo negarán pero, como dijo Galileo cuando lo hicieron abjurar, eppur si muove, es decir, y sin embargo, a pesar de su inexistencia oficial, el Grupo Atlacomulco se mueve y desde hace décadas de sus filas han salido todos los candidatos del PRI a gobernador del Estado de México y, también, todos los gobernadores mexiquenses, incluido el actual, Enrique Peña Nieto.

Es tal vez el grupo político más poderoso que hay en México, y su poder se expresa sobre todo en el tamaño de las fortunas de sus integrantes, entre los que estuvo Carlos Hank González, un hombre que llegó a acumular un patrimonio gigantesco y que será recordado por una frase (tristemente) célebre: “Un político pobre es un pobre político”.

Pero, a pesar de su poder, por una u otra razón el Grupo Atlacomulco no ha tenido ni un solo presidente de la república.

Pues bien, en la actualidad, para hacer posible que Atlacomulco tenga a su primer presidente, el líder del grupo, Enrique Peña Nieto, ha decidido que su cofradía batee de sacrificio. Es decir, para tratar él mismo de asegurar la presidencia de México ha decidido que el Grupo Atlacomulco se suicide.

Por primera vez, así, el candidato del PRI a gobernador del Estado de México no pertenece al Grupo Atlacomulco. Los orígenes políticos y geográficos de Eruviel Ávila son otros. Entonces, pase lo que pase en las elecciones, Atlacomulco dejará de mandar en la política mexiquense. Si Eruviel gana, formará su propio grupo y, desde luego, combatirá a los integrantes de Atlacomulco. Y peor le irá a este grupo si la victoria se la llevan Alejandro Encinas (PRD-PT-Convergencia) o Luis Felipe Bravo Mena (PAN).

Se ha comentado hasta la saciedad que el primer derrotado en 2010 fue el Grupo Atlacomulco, y es verdad. Peña Nieto tuvo que aceptarlo porque, si hubiera impuesto como candidato a gobernador a alguien de la cofradía, Eruviel Ávila e habría ido a la alianza PAN-PRD. De hecho, esta alianza solo tenía una opción: Ávila, de ahí que la alianza se volviera imposible con el destape priista del alcalde de Ecatepec.

Es interesante lo que está pasando porque, en algún momento, gane o no Peña Nieto la presidencia de la república, los integrantes del Grupo Atlacomulco intentarán volver por sus fueros, lo que quizá generará inestabilidad en el estado más grande del país.

Como se ha dicho, Atlacomulco no ha sido el único derrotado con el destape de Eruviel Ávila. El otro gran perdedor es el proyecto de Felipe Calderón, Marcelo Ebrard Casaubón, Jesús Ortega y Manuel Camacho Solís de buscar la gubernatura del Estado de México vía la alianza PAN-PRD.

Esa alianza se ve ahora imposible y empieza a generar elevados costos políticos a sus promotores. Andrés Manuel López Obrador, quien siempre se opuso a la misma, denunció este miércoles que el propio Calderón le ofreció a Encinas ser candidato de esa alianza, algo que podría ser ilegal y que, aunque no lo fuera, deja muy mal parado al inquilino de Los Pinos.

Los otros damnificados son los perredistas Ebrard, Ortega y Camacho, quienes, de plano, se vieron plenamente superados por López Obrador. Lo que estaba en juego era la alianza, que AMLO rechazaba. Al volverse imposible, El Peje se alza como vencedor en el PRD y los otros, sobre todo Ebrard, como los derrotados.

Lamentablemente, por lo demás, hubo daños colaterales: un grupo de intelectuales convocados por el PRD y el PAN para actuar algo así como garantes de la legalidad de una consulta en el Estado de México (sí o no a la alianza), resultaron seriamente dañados si no en sus prestigios, sí en sus egos ya que, a pesar de que avalaron una aplastante victoria del sí a la alianza en el Edomex, resulta que se han quedado como el chinito, sobre todo cuando, nomás milando, advirtieron que Ebrard fue a tomarse la foto con Encinas, el candidato de AMLO, para con todo oportunismo rechazar la alianza.

Los intelectuales que de buena fe comprometieron sus prestigios al participar como árbitros en la consulta, no merecían eso. Ellos se involucraron convencidos de que el PAN y el PRD iban a aceptar el resultado de la consulta porque, evidentemente, fueron invitados por las dirigencias de ambos partidos. Pero, muy rápidamente, los intelectuales se dieron cuenta de que tanto el PAN como el PRD tomaron el resultado de la consulta, lo usaron para limpiarse la cara y lo tiraron a la basura.

Dese luego, si los intelectuales hubieran sabido que existía la posibilidad de que el PAN y el PRD ignoraran el resultado de la consulta, pues no habrían participado en la misma. Creo que, en el mejor de los casos, estos intelectuales pecaron de ingenuos. La verdad de las cosas, conociendo como conocen a nuestros políticos, debieron haber calculado el riesgo de que las cosas ocurrieran como, finalmente, ocurrieron.

Se equivocaron esos intelectuales. Porque una cosa es participar en causas cívicas, e inclusive es válido participar en ejercicios de gobierno como, por ejemplo, ser observadores en unas elecciones constitucionales, y otra muy distinta es participar (como académico, intelectual, analista) en una grilla política, que de eso se trataba, en la que Ebrard no pudo imponerse a AMLO. Los intelectuales no advirtieron a tiempo que ellos fueron la última carta que Ebrard jugó contra AMLO y la perdió. Y a partir de ahí, la posibilidad de la alianza se desmoronó.

En fin, ha quedado perfectamente claro que  los intelectuales no deben, como tales, meterse de árbitros en las grillas interpartidistas. No es su papel.

La oportunista alianza que no cuaja II

En un anterior texto, que vuelvo a difundir ahora, dije que la alianza PAN-PRD en el Estado de México no cuajaba. Que después de la nominación del priísta Eruviel Avila (@Eruviel_Avila) como candidato del PRI a gobernador, se veía imposible que perredistas y panistas logran encontrar un candidato con posibilidades de triunfo. Lo grave para el PAN y el PRD es que no suspendieron su consulta entre los mexiquenses, a pesar de que ya para el domingo sabían que la alianza era si no imposible, muy improbable. La consulta se dio y ganó el sí a la alianza en forma aplastante. Este resultado lo avalaron destacados intelectuales, a los que ahora el PRD y el PAN han hecho quedar muy mal, ya que tales partidos, sin el menor recato pasaron del entusiasmo por la alianza al rechazo a esta. El colmo vino cuando Marcelo Ebrard (@M_Ebrard), totalmente doblegado por Andrés Manuel López Obrador, se retrató con Alejandro Encinas, dejando, como se dice, colgados de la brocha a destacados pensadores mexicanos que no merecían esa burla. Qué ruin puede ser a veces la política en México.

A continuación reproduzco un texto que hace días publiqué, y que hoy, necesariamente repito.


La oportunista alianza que no cuaja

A pesar de todo, no habrá alianza. Es lo que, con otras palabras, dice Jorge Fernández Menéndez hoy lunes, en Excélsior. En opinión de este columnista, la nominación de Eruviel Ávila como candidato del PRI en el Estado de México ha cancelado ese acuerdo político, independientemente del resultado de la famosa consulta en la que, como se sabe, ayer ganó el “Sí” en forma aplastante, aunque tal vez no con todas las de la ley.

Lo anterior significa que el PAN y el PRD esperaban hacer de Eruviel Ávila su candidato, una vez que se concretara el, para muchos, inevitable destape del priista Alfredo del Mazo. Es decir, los dirigentes panistas y perredistas pensaban repetir las experiencias de Sinaloa y Guerrero, donde el priismo no designó candidatos a los políticos más populares quienes, molestos, abandonaron a su partido, aceptaron participar en la alianza izquierda-derecha y terminaron arrasando al PRI.

Enrique Peña Nieto, al no favorecer a su amigo Del Mazo, evitó que su partido regalara al PAN-PRD otro Malova u otro Aguirre. Hasta donde estoy informada, Peña Nieto actuó contra su voluntad presionado por el expresidente Carlos Salinas de Gortari, quien en todo momento apoyó a Eruviel Ávila.

El caso es que, sin duda, Jorge Fernández Menéndez podría tener razón: al margen del resultado de la consulta en el Estado de México, la alianza PAN-PRD se ve de muy difícil realización sobre todo por la falta de un candidato aliancista de peso. Y es que el aspirante mejor posicionado en la izquierda, Alejandro Encinas, abiertamente ha rechazado la alianza, mientras que no parece haber ningún panista con los tamaños que se requieren para enfrentar con posibilidades de éxito a la poderosa maquinaria del PRI.

Todos los nombres que han manejado los dirigentes del PAN y del PRD se han caído. Uno de ellos, por cierto, se cayó por la terquedad de Andrés Manuel López Obrador de rechazar la alianza. Hablo del exrector de la UNAM Juan Ramón de la Fuente.

Sé que De la Fuente aceptó ser candidato aliancista una vez que se lo propuso el jefe de gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard Casaubón. Pero puso una condición: “Seré candidato, Marcelo, si convences a Andrés Manuel de que me apoye. Si Andrés Manuel no está de acuerdo, no seré candidato de la alianza”.

Ebrard buscó a AMLO para plantearle lo anterior. El jefe de gobierno pensaba que podría convencer al tabasqueño dada la buena relación que este siempre ha tenido con el exrector, al que inclusive pensó hacer, en 2006, su secretario de Gobernación si llegaba a la presidencia. Pero Marcelo Ebrard se equivocó. La respuesta que varias veces recibió de López Obrador fue: “No apoyo la alianza en el Estado de México ni siquiera si Juan Ramón es el candidato”. Por lo que me dicen, Ebrard se retiró muy molesto de esa reunión. Y con razón, porque El Peje dejaba a la alianza PAN-PRD solo con una posibilidad: que Eruviel Ávila rompiera con el PRI, lo que no ocurrió.

Ahora bien, para el PAN y el PRD ir en alianza sin un candidato fuerte, y no lo tienen, sería un suicidio. No solo porque quedarían muy lejos del poderoso PRI, sino también porque podrían terminar por debajo del candidato que el movimiento de López Obrador apoyara a través del PT y Convergencia y que podría ser, o no, Alejandro Encinas, quien no acaba de decidirse a romper con el perredismo.

¿Podría irse al tercer lugar en el Estado de México la alianza del PAN y el PRD? Sí, sin duda. Básicamente porque no ha habido fracturas en el PRI. Pero también porque, gracias sobre todo a López Obrador, cada día más gente está convencida de que una alianza de ese tipo es inmoral.

En mi opinión, es clara la inmoralidad de una alianza electoral como la planteada por el PAN  y el PRD, si no por otra cosa, porque en 2006 todos los dirigentes perredistas acusaron con absoluta seriedad al PAN de haberse robado las elecciones presidenciales. Así que, evidentemente, si hoy el PRD busca juntarse con quienes a la mala le arrebataron el poder, solo puede atribuirse al más detestable de los vicios políticos: el oportunismo.

lunes, 28 de marzo de 2011

La oportunista alianza que no cuaja

A pesar de todo, no habrá alianza. Es lo que, con otras palabras, dice Jorge Fernández Menéndez hoy lunes, en Excélsior. En opinión de este columnista, la nominación de Eruviel Ávila como candidato del PRI en el Estado de México ha cancelado ese acuerdo político, independientemente del resultado de la famosa consulta en la que, como se sabe, ayer ganó el “Sí” en forma aplastante, aunque tal vez no con todas las de la ley.

Lo anterior significa que el PAN y el PRD esperaban hacer de Eruviel Ávila su candidato, una vez que se concretara el, para muchos, inevitable destape del priista Alfredo del Mazo. Es decir, los dirigentes panistas y perredistas pensaban repetir las experiencias de Sinaloa y Guerrero, donde el priismo no designó candidatos a los políticos más populares quienes, molestos, abandonaron a su partido, aceptaron participar en la alianza izquierda-derecha y terminaron arrasando al PRI.

Enrique Peña Nieto, al no favorecer a su amigo Del Mazo, evitó que su partido regalara al PAN-PRD otro Malova u otro Aguirre. Hasta donde estoy informada, Peña Nieto actuó contra su voluntad presionado por el expresidente Carlos Salinas de Gortari, quien en todo momento apoyó a Eruviel Ávila.

El caso es que, sin duda, Jorge Fernández Menéndez podría tener razón: al margen del resultado de la consulta en el Estado de México, la alianza PAN-PRD se ve de muy difícil realización sobre todo por la falta de un candidato aliancista de peso. Y es que el aspirante mejor posicionado en la izquierda, Alejandro Encinas, abiertamente ha rechazado la alianza, mientras que no parece haber ningún panista con los tamaños que se requieren para enfrentar con posibilidades de éxito a la poderosa maquinaria del PRI.

Todos los nombres que han manejado los dirigentes del PAN y del PRD se han caído. Uno de ellos, por cierto, se cayó por la terquedad de Andrés Manuel López Obrador de rechazar la alianza. Hablo del exrector de la UNAM Juan Ramón de la Fuente.

Sé que De la Fuente aceptó ser candidato aliancista una vez que se lo propuso el jefe de gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard Casaubón. Pero puso una condición: “Seré candidato, Marcelo, si convences a Andrés Manuel de que me apoye. Si Andrés Manuel no está de acuerdo, no seré candidato de la alianza”.

Ebrard buscó a AMLO para plantearle lo anterior. El jefe de gobierno pensaba que podría convencer al tabasqueño dada la buena relación que este siempre ha tenido con el exrector, al que inclusive pensó hacer, en 2006, su secretario de Gobernación si llegaba a la presidencia. Pero Marcelo Ebrard se equivocó. La respuesta que varias veces recibió de López Obrador fue: “No apoyo la alianza en el Estado de México ni siquiera si Juan Ramón es el candidato”. Por lo que me dicen, Ebrard se retiró muy molesto de esa reunión. Y con razón, porque El Peje dejaba a la alianza PAN-PRD solo con una posibilidad: que Eruviel Ávila rompiera con el PRI, lo que no ocurrió.

Ahora bien, para el PAN y el PRD ir en alianza sin un candidato fuerte, y no lo tienen, sería un suicidio. No solo porque quedarían muy lejos del poderoso PRI, sino también porque podrían terminar por debajo del candidato que el movimiento de López Obrador apoyara a través del PT y Convergencia y que podría ser, o no, Alejandro Encinas, quien no acaba de decidirse a romper con el perredismo.

¿Podría irse al tercer lugar en el Estado de México la alianza del PAN y el PRD? Sí, sin duda. Básicamente porque no ha habido fracturas en el PRI. Pero también porque, gracias sobre todo a López Obrador, cada día más gente está convencida de que una alianza de ese tipo es inmoral.

En mi opinión, es clara la inmoralidad de una alianza electoral como la planteada por el PAN  y el PRD, si no por otra cosa, porque en 2006 todos los dirigentes perredistas acusaron con absoluta seriedad al PAN de haberse robado las elecciones presidenciales. Así que, evidentemente, si hoy el PRD busca juntarse con quienes a la mala le arrebataron el poder, solo puede atribuirse al más detestable de los vicios políticos: el oportunismo.

domingo, 20 de marzo de 2011

El Marcelo fallido

Ha intentado, con un enorme gasto de publicidad, sobre todo en medios electrónicos, superar a Andrés Manuel López Obrador en las encuestas de preferencias electorales, y simple y sencillamente no ha podido.

Está obsesionado con el peregrino proyecto de hacer candidato a la jefatura de gobierno a su delfín Mario Delgado, y hoy lo único que está claro es que si alguien no tiene ninguna posibilidad de ganar las elecciones en el D.F. el 2012 es precisamente el señor Delgado, que está en último lugar en todos los estudios de opinión que se realizan, muy por debajo de Martí Batres, Alejandra Barrales, Ricardo Monreal, Juan Ramón de la Fuente, entre otros. 

Y ahora, en la contienda interna para elegir al nuevo presidente del PRD, Marcelo Ebrard Casaubón consideró posible y hasta presumió, sin poner como nuevo dirigente del perredismo a uno de sus acólitos, el diputado Ríos Piter, y lo que ha ocurrido es que en la primera escaramuza lo dejaron fuera de combate la señora Dolores Padierna y el ex guerrillero (sí, aunque usted no lo crea fue guerrillero) Jesús Zambrano.

Para colmo, mientras don Marcelo fracasaba en la elección del PRD, Andrés Manuel López Obrador se lució con una mega fiesta en el Auditorio Nacional presentando, por enécima vez, su Proyecto Alternativo de Nación.

¿Y así quiere el señor Ebrard ser candidato presidencial en 2012? Mucho me temo que se va a quedar, como su mentor Manuel Camacho en 1993, no sólo con las ganas, sino total y absolutamente frustrado.