Mostrando entradas con la etiqueta Martha Sahagún. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Martha Sahagún. Mostrar todas las entradas

viernes, 30 de septiembre de 2011

Aeropuerto capitalino: vivir en el riesgo

En el pecado estamos llevando la penitencia. Por la falta de capacidad de operación política de Vicente Fox y Santiago Creel, cuando el primero era presidente de la República y el segundo su secretario de Gobernación, no fue posible ni siquiera empezar la construcción de un nuevo aeropuerto para la Ciudad de México.

La disputa burocrática, que se politizó en exceso, entre las dos posibles ubicaciones; las protestas de los que, con razón o sin ella, consideraron que se les iba a afectar con las obras, y la falta de consenso entre los actores políticos determinó que se cancelara el proyecto.

En lugar de ello, Fox optó por una remodelación del actual aeropuerto, que incluyó construir una nueva terminal (más como un negocio para alquilar locales comerciales que para mejorar el servicio a los pasajeros), pero que no incrementó ni el número ni la seguridad de las pistas de despegue y aterrizaje existentes.

Quedó tan satisfecho Fox con su “gran obra”, que al menos dos veces, ya fuera de Los Pinos, según he leído en los diarios, él ha visitado la Terminal 2, acompañado naturalmente de su esposa, Marta Sahagún, para presumir el “buen trabajo” que hizo.

Pues bien, el caso es que en el remodelado, pero viejo e ineficaz, y por lo mismo muy peligroso, aeropuerto de la Ciudad de México, hubo hace un par de días un gran apagón que desquició a la aviación nacional, ya que las operaciones en el aeropuerto capitalino se suspendieron durante horas, por cierto las de mayor tráfico que son las de la tarde/noche.

La falla fue del aeropuerto y, hoy se sabe, muchas otras cosas podrían fallar, poniendo desgraciadamente en gran riesgo a los pasajeros y aun a las familias que residen al lado de las terminales.

Marcelo Ebrard Casaubón, jefe de gobierno del Distrito Federal, maestro en el oportunismo político, rápidamente salió a decir que, para evitar fallas en el futuro, el GDF debe controlar el aeropuerto, ahora en manos del gobierno federal.

Desde luego, lo que Ebrard plantea ni es viable que ocurra ni solucionaría nada. Porque lo que se necesita es un nuevo aeropuerto para la Ciudad de México, que en caso de construirse no quedaría ubicado en el Distrito Federal, sino en Hidalgo o en el Estado de México.

Vicente Fox lo intentó y no pudo. ¿Y Felipe Calderón? Ni siquiera se planteó hacer un nuevo aeropuerto. De hecho, en el sexenio de Calderón las grandes obras de infraestructura brillaron por su ausencia. Ahí está, por ejemplo, la famosa refinería que se iba a construir y que ni siquiera se ha empezado. Bueno, ni el monumento por el bicentenario estuvo terminado a tiempo.

Triste México tan mal gobernado.

viernes, 13 de mayo de 2011

Margarita Zavala y la pequeñez de ese columnista

Hace días, en este blog, publiqué un texto sobre Ciro Gómez Leyva en el que criticaba su pobre visión del periodismo, si no por otra cosa, por estar permanentemente entregado al poder. Lo titulé “Gómez Leyva y la pequeñez de ese periodismo” y tuvo una gran cantidad de lecturas. Pensé, lo admito, que jamás encontraría en el diarismo mexicano un peor ejemplo que el dado por Gómez Leyva y que motivó el escrito que he mencionado. Me equivoqué. Desgraciadamente, en la vida siempre puede haber algo peor. Y en el columnismo mexicano, también.

Ayer, en Excélsior, el señor Ricardo Alemán, dio a conocer una columna sobre la esposa de Felipe Calderón. Bueno, es que desde el título… “Margarita Zavala, la candidata”.

Más allá del derecho que ella tenga de buscar cualquier cargo de elección popular y al margen de que, evidentemente, es una inmoralidad política que la señora Calderón se promueva desde Los Pinos con recursos propagandísticos que paga el erario, lo cierto es que lo verdaderamente penoso del asunto no son las ambiciones de esta mujer, sino la forma en que las “analizan” algunos periodistas mexicanos, como el referido Alemán.

Qué cosa. Vean nomás lo que este “periodista” ha dicho:

Margarita Zavala, esposa de Felipe Calderón, cuya imagen, conocimiento, popularidad y aceptación está muy por encima de los presidenciables azules para 2012”.

“El caso de la señora Zavala… diametralmente opuesto al de Martha Sahagún. Y es que Margarita es una abogada que incursionó en la política partidista incluso antes que su esposo. Alcanzó cargos de elección popular por méritos propios y, en el papel de primera dama, su perfil ha sido discreto, sereno y sensato, alejada de la estridencia del poder”.

“… por la ausencia de figuras de peso en la contienda por la candidatura presidencial del PAN —y por el fenómeno latinoamericano de mujeres presidentas, el de la brasileña Dilma Rousseff, de la chilenaMichelle Bachelet y hoy el de la argentina Cristina Fernández—, un sector del panismo no descarta la posibilidad de que la señora Zavala sea una más del selecto grupo de presidenciables”.

“Margarita Zavala… cumple con todos los requisitos para ser considerada como precandidata, además de que tendría el mayor de los méritos en una contienda para buscar el poder: el de la popularidad”.

“Contra lo que dijo Felipe Calderón en las primeras semanas de 2011 —cuando descartó la posibilidad de que su esposa pudiera ser candidata presidencial—, hoy el mandatario parece abrir la puerta para la postulación de su esposa a un cargo de elección. En entrevista con popular revista ‘del corazón”’, Calderón dijo que Margarita Zavala reúne todos los requisitos y que sí, la ve como candidata”.

“Pero —el infaltable pero— Calderón también dijo que no ve a su esposa hoy como candidata. Así lo explicó… Pero lo cierto es que un partido político como el PAN —que enfrenta la más severa crisis de aspirantes a puestos de elección popular— no se puede dar el lujo de desechar a uno de los cuadros más acabados de su cantera. En efecto, ese cuadro se llama Margarita Zavala. Y si por un prurito familiar de derecha, ni Calderón ni el PAN quieren a Margarita como candidata presidencial, la esposa del Presidente tiene todo el camino libre para convertirse en candidata al Gobierno del Distrito Federal”.

El caso es que Calderón “destapó” a su mujer, las revistas de frivolidades le dieron amplia difusión a esa puntada (no puede ser otra cosa) del inquilino de Los Pinos y los columnistas lambiscones elogiaron a la señora casi hasta convertirla en la versión femenina de Winston Churchill. Se trató del clásico buscapiés. Lo aventaron para ver qué pasaba. Y algo pasó, no tengo duda.

En tiempos en los que todo se mide, los encuestadores de Los Pinos deben haber medido la reacción de la gente ante la posibilidad de que Margarita Zavala sea candidata a cualquier cargo en 2012.  Y la reacción de la gente debe haber sido abrumadoramente en contra de la señora Calderón. Es que, ¿de qué otra manera explicar el mensaje que ella envió a través de otro de los periodistas favoritos del poder, Joaquín López-Dóriga? Este dijo hoy viernes, en Milenio: “MARGARITA. Es una decisión personal, compartida y de vida, la de Margarita Zavala: no contenderá en las elecciones federales del año que viene, pero sólo las del año que viene, ¿eh?”.

Más allá de Margarita, lo único que puedo decir es que, de plano, sobran en México los periodistas que dan pena. No por incapaces para ejercer su oficio, sino por prestarse de más a ser los mensajeros del poder.

jueves, 28 de abril de 2011

El Primer Hazmerreír de la República

“El síndrome de notoriedad es la enfermedad psicológica más grave del ser humano en el siglo XXI. Para llamar la atención, la gente puede llegar a hacerse daño a sí misma, a sus amigos, a sus compañeros e incluso a su país y a su patria”, ha dicho, en una columna sobre restaurantes, el señor Rafael Ansón, presidente de la Sociedad Española de gastronomía. A don Rafael le faltó añadir que, con tal de hacerse notar, sobra la gente dispuesta a hacer el ridículo. Y esto es algo en lo que, sin lugar a dudas, los políticos mexicanos son expertos.

Es la explicación de que nuestros diputados y senadores acepten, lo han hecho ya al menos dos veces, participar como patiños en programas cómicos durante el Teletón. Me refiero el show “100 mexicanos dijieron” conducido por “El Vítor’”, Adrián Uribe. En noviembre del año pasado “El Vítor” se pitorreó de  los senadores Fernando Castro Trento (PRI), Francisco Arroyo Vieyra (PRI), Minerva Hernández (PAN), José González Morfín (PAN), Eugenio Govea (Convergencia), Carlos Navarrete (PRD), Manuel Velasco (PVEM)  y Arturo Escobar (PVEM), así como de los diputados Armando Ríos Pitter (PRD), Claudia Ruiz Massieu (PRI), Beatriz Paredes (PRI), Luis Videgaray (PRI), Josefina Vázquez Mota (PAN), Gabriela Cuevas (PAN) y Pablo Escudero (PVEM). Tan a gusto estuvieron haciendo el ridículo para el lucimiento de un comediante de no mucho talento, que hasta subieron a Twitter fotografías de la grabación del programa, como lo hizo Gabriela Cuevas.

Ejemplos de políticos decididos a hacer el ridículo para llamar la atención, sobran:

El secretario de Hacienda, Ernesto Cordero, diciendo solo por provocar polémica que el mexicano puede, con un salario de 6 mil pesos mensuales, pagar la casa, el coche y la escuela privada de los niños.

El diputado “rebelde” Gerardo Fernández Noroña, especializado en sacar mantas ofensivas, al gritar, patalear y empujar en las sesiones legislativas con tal de que lo tomen en cuenta los medios de comunicación.

Por eso, un prestigiado académico y luchador social como Jaime Cárdenas, actual diputado federal,  viéndose muy mal le sigue el paso a Noroña cada vez que este decide hacer el ridículo.

Por eso Marcelo Ebrard Casaubón se fue a cocinar galletitas a un progama de Televisa, y por eso Ebrard le ha dado recientemente una entrevista a la revista Quién para dejar en claro que él no es un caballero ya que, según confesó, se divorció de Mariagna Prats porque esta le estorbaba en sus aspiraciones presidenciales.

Por eso los dueños y directivos de los grandes medios de comunicación mexicanos, actores políticos también, evidentemente, posan contentos para las cámaras cada vez que a Televisa se le ocurre unirlos para lo que sea, la última vez para comprometerse a más autocensura en Iniciativa México

Por eso el gobernador de Jalisco, Emilio González Márquez, se emborracha en público, mienta madres y reta a golpes a quien se le pone enfrente.

Por eso Vicente Fox se besa con Martita Sahagún cada vez que ve llegar periodistas.

Por eso Felipe Calderón se puso una chamarra militar que le quedaba grande cuando declaró su guerra contra el narco.

Por eso Ernesto Zedillo, siendo presidente, le dijo a una pordiosera “no traigo cash”.

Esta lista podría continuar hasta el infinito. Si toco el tema es porque, sin lugar a dudas, a nuestros políticos sobre todo les da por hacer el ridículo, como un recurso para llamar la atención, durante las campañas electorales, y este año habrá comicios relevantes, como los del Estado de México, que serán la antesala de las presidenciales de 2012, en las que los próceres de la patria mostrarán que no hay límites cuando se trata de ser grotescos, extravagantes y risibles. Ya veremos que, más que competir por el cargo de presidente, ellos buscarán el título de Primer Hazmerreír de la República.

martes, 26 de abril de 2011

La boda real

Los cuentos de hadas a todas nos gustan. Pero, desgraciadamente, son muy pocas las que de verdad se encuentran con un príncipe, e inclusive estas –si Lady Di viviera no me dejaría mentir– en ocasiones se topan con la desagradable sorpresa de que el aristócrata con el que se casaron resultó ser un sapo que abandona a la bellísima doncella de la historia porque está enamorado de una rana. Y conste, en el Reino Unido esta es una historia de la vida real.

Los cuentos de hadas, así me parece, no suelen ser republicanos, al menos no recuerdo ninguna historia de este tipo en la que se enamoren una heroína de la democracia y un libertador. Lo normal en los cuentos de hadas es la monarquía. Blanca Nieves vino a encontrar la felicidad con un príncipe, no con un primer ministro perfectamente acotado por su parlamento o con un presidente bien controlado por su congreso. Blanca Nieves, en efecto, realizó su sueño con un monarca soberano de esos que no le rinden cuentas a nadie. Lo mismo La Cenicienta.

Supongo que eso es lo que explica el interés excesivo que está despertando el próximo matrimonio entre Kate Middleton y el príncipe William del Reino Unido.

Sí, el erario británico aportará una importante cantidad de recursos para esa boda, pero es la promoción más barata que la ciudad de Londres puede recibir. Un evento superior en promoción turística para esa metrópoli sería, tal vez, los Juegos Olímpicos, cuya próxima edición ahí se celebrará. Pero la inversión que el gobierno del Reino Unido está haciendo en las Olimpiadas es simple y sencillamente cuantiosísima. No creo que ni siquiera la final de la Liga de Campeones de Europa, que tendrá lugar también en Londres, vaya a provocar el mismo impacto que la boda real.

Hay que admitir que los ingleses han sabido sacarle jugo a su monarquía. Con sus escándalos, se entretienen. A su reina, la han convertido en un ícono. Se las arreglaron para tener a su propia Blanca Nieves en la persona de Lady Di. Pero, ingleses al fin, decidieron que su princesa no tuviera un final feliz. Faltaba más. Eso sí, liberales siempre, se las ingeniaron para que en su cuento de hadas la madrastra (Camila Parker Bowles) le robara el galán a La Cenicienta (Lady Di). Y para no quedar mal con tantos filósofos que los han elogiado, como Voltaire, los ingleses determinaron que su mayor príncipe, Carlos, sea un verdadero sapo. Y lo es horroroso en serio.

Han sido tan exitosos en la venta de su monarquía que la británica es la única casa real que juega en primera división. Todas las otras compiten en divisiones inferiores.

La monarquía en esa nación es un gran negocio. No sé si el sitio más visitado del Reino Unido sea el Palacio de Buckingham, pero segura estoy que es al que primero acuden todos los turistas que llegan a la majestuosa Londres.

La única monarquía que pudo haberle competido a la británica  como atractivo turístico es la francesa, que dio al mundo maravillosos personajes de tragedia como los Luises y, sobre todo, María Antonieta, aquella reina de película que cuando supo que los pobres no tenían pan pidió, tan generosa ella, que les dieran pasteles. Pero los franceses, por su terquedad republicana, no sólo descabezaron, al inventar la guillotina, a la inigualable María Antonieta y a su torpe marido Luis XVI, sino que, sin saberlo, aquellos revolucionarios heroicos privaron a su país de un atractivo fundamental en una industria floreciente dos siglos después: el turismo.

No es que no sean bellos los palacios en Francia, lo son desde luego y millones de personas los visitan. Pero dentro de los mismos ya no hay príncipes ni princesas. He ahí la gran diferencia. Porque lo que entusiasma de más a la gente, hoy en día, no son tanto las majestuosas edificaciones construidas en toda Europa en tiempos tan monárquicos como despóticos. Lo que en verdad llama la atención son esos seres humanos considerados príncipes y princesas, reyes y reinas, que habitan los palacios.

Es bonito visitar Versalles en Francia. El lugar es bellísimo, pero por ahí ya no camina la realeza. En los palacios británicos, en cambio, la gente desde la calle, verja de por medio, juega a ilusionarse esperando ver caminando por ahí a la reina o a los príncipes.

En uno de los países más liberales que existen, intachable en términos democráticos, la monarquía es un gran negocio, y sus ciudadanos lo aprovechan, así sea para vender a los embobados turistas una taza o una camiseta con el rostro de Kate.

En México, en nuestra democrática república… ¿de qué hablo? Democracia, lo que se llama democracia no hay entre nosotros, no la hemos consolidado y cada día damos pasos enormes hacia atrás, sobre todo porque el presidente al que le tocó encabezar la transición democrática, Vicente Fox, decidió sentirse rey y gastar su tiempo en organizar grandes festejos para halagar a su princesa, Martha Sahagún, en el Castillo de Chapultepec. Solo para eso sirvieron Vicente y Marta, para buscarse la sangre azul. Y así nos fue.