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miércoles, 27 de abril de 2011

Locura en internet por la boda real

A la boda real ya le llaman la boda 2.0 o la boda de las redes sociales…

Es que, lo sabe todo el mundo, la ceremonia del matrimonio del príncipe William del Reino Unido y Kate Middleton será conocida globalmente a través de YouTube, Facebook, Twitter…

En el diario argentino La Nación (http://www.lanacion.com.ar/1367684-la-boda-real-se-aduena-de-internetse destaca el hecho de que ya hubo otra boda real bien cubierta por internet, la del príncipe español Felipe y Letizia Ortiz, en 2004. Pero en aquella ocasión lo más avanzado que había eran los blogs, que no tienen de ninguna manera la potencia de las redes sociales para comunicar y enlazar al mundo entero.

Hoy las cosas son diferentes. YouTube transmitirá la boda real británica a través de este canal: http://www.youtube.com/user/TheRoyalChannel.

En otro diario argentino, Clarín (http://www.clarin.com/mundo/real-estalla-Internet-mencionan-segundos_0_469753261.html) leo que “una vez cada 10 segundos: ésta es la frecuencia con la que las palabras "Royal Wedding" (boda real) son mencionadas en la Red. Mientras que unos 9.000 comentarios son divulgados cada día en promedio por Internet, según un estudio de la empresa británica de marketing online Greenlight”.

“La transmisión será con tomas de la boda transmitidas por la BBC con una bitácora en vivo acompañando esas tomas”, dijo a La Nación Ricardo Blanco, gerente de Comunicación de Productos de Google para América latina: “En la bitácora, el personal de Clarence House (la oficina del príncipe de Gales) y del Palacio de St. James transmitirán comentarios, enlaces e información histórica”.

La cobertura en vivo de cuatro horas de duración incluirá la ceremonia de la Abadía Westminster, la procesión al Palacio de Buckingham y el saludo de los novios en el balcón, donde se espera que se den el primer beso.

“Además, en el canal de YouTube de la familia real está la opción denominada el ‘libro de boda’, en la que los usuarios pueden subir sus videos para felicitar a los novios antes de que se casen”.

Ese será todo un reto para los servidores de YouTube.

En Twitter, Clarence House informará cada movimiento de la pareja a través de su cuenta oficial, @ClarenceHouse. El hashtag oficial es #rw2011.

Se estima que unas 2 mil millones de personas verán la boda real.

Toda una locura ha desatado en la red el cuento de hadas de Kate y William. Que sea para bien.

Díaz Serrano... Diana Cazadora, ahora sí solitaria

En 1979, cuando yo nací, Jorge Díaz Serrano dirigía Pemex. Los descubrimientos de importantes yacimientos, el estilo gerencial agresivo y echado para adelante de Díaz Serrano y, sobre todo, el histrionismo del entonces presidente José López Portillo, llevaron a la nación, al menos a la parte oficialista de la nación, a pensar que México había encontrado al fin el camino del progreso ininterrumpido. López Portillo, cegado por el petróleo, dijo: “México, país de contrastes, ha estado acostumbrado a administrar carencias y crisis. Ahora…  tenemos que acostumbrarnos a administrar la abundancia”. Bendito optimismo que no sacó a nuestra sociedad de sus crisis económicas iniciadas con el anterior presidente, Luis Echeverría, sino que lo hundió en problemas todavía mayores.

Recuerdo lo anterior porque ayer falleció el mencionado Jorge Díaz Serrano, un hombre que al mismo tiempo protagonizó una de las mayores historias de corrupción que se recuerden y una extraordinaria historia de amor, de un amor que, así suele ocurrir, exhibió su grandeza cuando él cayó en desgracia. Una historia de amor, por lo demás, en la que la mujer no es cualquier mujer, sino la jovencita que en 1942, con solo 16 años de edad, posó para el artista Juan Olaguíbel cuando este dio forma a la escultura de la Diana Cazadora.



Helvia Martínez Verdayes, la modelo de la Diana Cazadora, fue amante de Díaz Serrano durante 30 años. Dejaron de serlo cuando él, acusado de corrupción, estaba en la cárcel. El ex director de Pemex, amigo personal de López Portillo, mantuvo en la sombra a esa mujer mientras el poder lo alumbraba. Cuando el poder, ya en tiempos de Miguel de la Madrid, no solo lo abandonó, sino que lo derribó, conoció la triste realidad: personas leales hay muy pocas, y Helvia fue una de ellas.

Hoy, en Reforma, Miguel Ángel Granados Chapa se ocupa del fallecido: “Díaz Serrano protagonizó un caso de hombre hecho a sí mismo que pudo concluir en la Presidencia de la República, según lo consideró seriamente su amigo José López Portillo, quien lo designó y removió de la dirección de Petróleos Mexicanos... Se hizo desde muy joven empresario y proveedor de Pemex. El punto culminante de esa carrera lo representó su participación en Perforaciones Marinas del Golfo (Permargo), cuya propiedad se dividía entre los tres Jorges: Escalante, Díaz Serrano y Bush, poco antes de que éste triunfara en la política norteamericana. Permargo recibía jugosos contratos de Pemex, que sólo en los tiempos en que Díaz Serrano fue director importaron 25 mil millones de pesos”.

Para Granados Chapa, amparado en su amistad con López Portillo, Díaz Serrano dirigió a Pemex como una empresa propia: “El colmo de su autonomía llegó en junio de 1981, cuando sin consultar al gabinete económico del que dependía, pero con la autorización presidencial, disminuyó en 4 dólares el precio del petróleo sin bajar el volumen de la producción. Anticiparse a las medidas de la OPEP a favor de los consumidores, principalmente Estados Unidos, desordenó el mercado del petróleo y enfureció a los colaboradores de López Portillo. No quedó a éste más remedio que despedirlo”.

Cuando De la Madrid llegó al poder, decidió procesar por corrupción a Díaz Serrano, que era senador. La PGR, en 1983, pidió su desafuero, “acusándolo de obtener personalmente una ganancia de 5 mil millones de pesos en la adquisición de dos buques tanque gaseros”, según cuenta Granados Chapa.  Estuvo en la cárcel cinco años y ahí se casó con la Diana Cazadora…

El recuerdo de la modelo de la Diana Cazadora y de su amor con el político y empresario corrupto se viene a mi mente en el momento en que leo, de Carlos Fuentes, “Diana La Cazadora Solitaria”, que no es una historia basada en la escultura ni en la mujer de Díaz Serrano ni en las crisis de principios de los ochenta.

Fuentes narra otra historia de amor, años antes, en otra de las crisis mexicanas. Es una etapa en la vida del escritor, entre 1969 y 1970. De su enamoramiento, verdadero, de una mujer de 32 años de edad cuando él tenía ya 40. Ella, prototipo de la joven blanca, rubia, sencilla, de familia puritana, la belleza típica de cualquier pueblo, se había convertido en una luchadora social que hoy podría empezar a ser, gracias a la novela de Fuentes, el símbolo de toda una época.

La época de la tragedia del 68. Cito a Fuentes: “Quería decirle al gobierno autoritario y asesino del 2 de octubre de 1968: Ustedes duran seis años. Nosotros duramos toda la vida. Su saturnalia es sangreinta y opresiva. La nuestra es sensual y liberadora”.

Y no puedo evitar mencionar este párrafo que habla de la grandeza y miseria de nuestros intelectuales: “José Revueltas fue a la cárcel por su participación en el movimiento regenerador; Martín Luis Guzmán alabó en una comida del Día de la Libertad de Prensa al presidente Gustavo Díaz Ordaz, responsable de la matanza. Octavio Paz renunció a la embajada en la India; Salvador Novo entonó un aria de agradecimiento a Díaz Ordaz y las instituciones”.

En ese México Carlos Fuentes conoció a su Diana: “Me intrigaba conocer en Diana precisamente, la calidad interna de la crueldad, de la destrucción, en una mujer, lo sabíamos todos, tan solidaria, tan entregada a causas liberales, nobles, compasivas. Su nombre aparecía en todos los manifiestos contra el racismo, por los derechos civiles... Hasta tenía una sudadera con la imagen del ícono supremo de los sesenta, el Che Guevara”.

Una mujer, Diana Soren (Jean Seberg), que fue destruida porque era destruible. Al encontrarse, dicen el marido viudo y el narrador Carlos, su antiguo amante, sobre ella, respectivamente:

-Era una ingenua política. Le advertí muchas veces que los gobiernos democráticos saben que la mejor manera de controlar un movimiento revolucionario consiste en crearlo... Ella nunca entendió esto. Cayó una y otra vez en la trampa. La FBI decidió darle la puntilla con una gran carcajada.
-Creí que la ibas a defender.
-Claro que sí. Diana Soren, querido amigo, fue un ser ideal. Resumió el idealismo de su generación, pero fue incapaz de vencer a una sociedad corrupta y a un gobierno inmoral. Es todo. Piensa así en ella”.

Nada tiene que ver esta Diana, la de Carlos Fuentes, con la escultura y con la mujer de Díaz Serrano, excepto el nombre y el título de la obra del escritor. Pero en una semana de cuentos de hadas por la boda entre Kate Middleton y el príncipe William, de amores falsos como el que Marcelo Ebrard ha exhibido en la revista Quién y del fallecimiento de un símbolo de la corrupción mexicana que solo vino a ser verdaderamente grande, con su pareja, en la cárcel, me obligan a mencionar que hay amores, por breves, largos o tormentosos que sean, que inspiran y motivan. Los dos meses de relación entre la Diana de Carlos Fuentes y el escritor marcaron a este intelectual que ahora nos entrega una obra que vale la pena leer porque, por momentos, hace que se eleve el espíritu. Los 30 años de relación informal del rico y poderoso Díaz Serrano con la Diana Cazadora, pero sobre todo su matrimonio en prisión, a pesar de lo sucio que él fue como administrador público, tienen también algo de sublime.

martes, 26 de abril de 2011

La boda real

Los cuentos de hadas a todas nos gustan. Pero, desgraciadamente, son muy pocas las que de verdad se encuentran con un príncipe, e inclusive estas –si Lady Di viviera no me dejaría mentir– en ocasiones se topan con la desagradable sorpresa de que el aristócrata con el que se casaron resultó ser un sapo que abandona a la bellísima doncella de la historia porque está enamorado de una rana. Y conste, en el Reino Unido esta es una historia de la vida real.

Los cuentos de hadas, así me parece, no suelen ser republicanos, al menos no recuerdo ninguna historia de este tipo en la que se enamoren una heroína de la democracia y un libertador. Lo normal en los cuentos de hadas es la monarquía. Blanca Nieves vino a encontrar la felicidad con un príncipe, no con un primer ministro perfectamente acotado por su parlamento o con un presidente bien controlado por su congreso. Blanca Nieves, en efecto, realizó su sueño con un monarca soberano de esos que no le rinden cuentas a nadie. Lo mismo La Cenicienta.

Supongo que eso es lo que explica el interés excesivo que está despertando el próximo matrimonio entre Kate Middleton y el príncipe William del Reino Unido.

Sí, el erario británico aportará una importante cantidad de recursos para esa boda, pero es la promoción más barata que la ciudad de Londres puede recibir. Un evento superior en promoción turística para esa metrópoli sería, tal vez, los Juegos Olímpicos, cuya próxima edición ahí se celebrará. Pero la inversión que el gobierno del Reino Unido está haciendo en las Olimpiadas es simple y sencillamente cuantiosísima. No creo que ni siquiera la final de la Liga de Campeones de Europa, que tendrá lugar también en Londres, vaya a provocar el mismo impacto que la boda real.

Hay que admitir que los ingleses han sabido sacarle jugo a su monarquía. Con sus escándalos, se entretienen. A su reina, la han convertido en un ícono. Se las arreglaron para tener a su propia Blanca Nieves en la persona de Lady Di. Pero, ingleses al fin, decidieron que su princesa no tuviera un final feliz. Faltaba más. Eso sí, liberales siempre, se las ingeniaron para que en su cuento de hadas la madrastra (Camila Parker Bowles) le robara el galán a La Cenicienta (Lady Di). Y para no quedar mal con tantos filósofos que los han elogiado, como Voltaire, los ingleses determinaron que su mayor príncipe, Carlos, sea un verdadero sapo. Y lo es horroroso en serio.

Han sido tan exitosos en la venta de su monarquía que la británica es la única casa real que juega en primera división. Todas las otras compiten en divisiones inferiores.

La monarquía en esa nación es un gran negocio. No sé si el sitio más visitado del Reino Unido sea el Palacio de Buckingham, pero segura estoy que es al que primero acuden todos los turistas que llegan a la majestuosa Londres.

La única monarquía que pudo haberle competido a la británica  como atractivo turístico es la francesa, que dio al mundo maravillosos personajes de tragedia como los Luises y, sobre todo, María Antonieta, aquella reina de película que cuando supo que los pobres no tenían pan pidió, tan generosa ella, que les dieran pasteles. Pero los franceses, por su terquedad republicana, no sólo descabezaron, al inventar la guillotina, a la inigualable María Antonieta y a su torpe marido Luis XVI, sino que, sin saberlo, aquellos revolucionarios heroicos privaron a su país de un atractivo fundamental en una industria floreciente dos siglos después: el turismo.

No es que no sean bellos los palacios en Francia, lo son desde luego y millones de personas los visitan. Pero dentro de los mismos ya no hay príncipes ni princesas. He ahí la gran diferencia. Porque lo que entusiasma de más a la gente, hoy en día, no son tanto las majestuosas edificaciones construidas en toda Europa en tiempos tan monárquicos como despóticos. Lo que en verdad llama la atención son esos seres humanos considerados príncipes y princesas, reyes y reinas, que habitan los palacios.

Es bonito visitar Versalles en Francia. El lugar es bellísimo, pero por ahí ya no camina la realeza. En los palacios británicos, en cambio, la gente desde la calle, verja de por medio, juega a ilusionarse esperando ver caminando por ahí a la reina o a los príncipes.

En uno de los países más liberales que existen, intachable en términos democráticos, la monarquía es un gran negocio, y sus ciudadanos lo aprovechan, así sea para vender a los embobados turistas una taza o una camiseta con el rostro de Kate.

En México, en nuestra democrática república… ¿de qué hablo? Democracia, lo que se llama democracia no hay entre nosotros, no la hemos consolidado y cada día damos pasos enormes hacia atrás, sobre todo porque el presidente al que le tocó encabezar la transición democrática, Vicente Fox, decidió sentirse rey y gastar su tiempo en organizar grandes festejos para halagar a su princesa, Martha Sahagún, en el Castillo de Chapultepec. Solo para eso sirvieron Vicente y Marta, para buscarse la sangre azul. Y así nos fue.