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domingo, 3 de abril de 2011

Don Quijote a la reconquista de la democracia mexicana

Leo en el libro “Visiones del Quijote”, de Álvaro Armero, que un día Gabriel García Márquez le dijo a Bill Clinton: “Usted lo que tiene que hacer es leer el Quijote, que ahí están las soluciones a todo”. Cuánta verdad hay en esa expresión. Por cierto, Clinton, un paradigma de gobernante exitoso a pesar de sus desatinos sexuales, le contestó al novelista colombiano que ya había leído la obra cumbre de la literatura española. Quizá por eso, como administrador público, Bill Clinton lo hizo tan bien.

No es el único político exitoso que ha leído las aventuras de Don Quijote. En el libro que he mencionado, se cita a John J. Allen y Patricia S. Finch, quienes afirman que “el 17 de septiembre de 1787, el día que se adoptó la Constitución de Estados Unidos, George Washington anotó en su agenda que pagó a un librero de Filadelfia veintidós chelines con seis peniques por una traducción al inglés  de Don Quijote”.

Y si Clinton fue exitoso, creo que Washington lo fue un poco más. Esto me lleva a preguntarme si nuestros gobernantes recientes, Vicente Fox y Felipe Calderón, han leído a Miguel de Cervantes. Me respondo que no, no lo han leído. Pero si ellos no lo han hecho, tendremos que leer al Quijote nosotros, los ciudadanos, para encontrar en sus sueños una salida a nuestra crisis actual.

Escribió Fedor Dostoievksi que Don Quijote, “el hombre que puso en acción los sueños más locos, los más fantásticos, llega de pronto a la duda y a la perplejidad”. Ocurrió que ese hombre con ideas de otro mundo experimentó, un buen día, “la nostalgia de lo real”.

Sí, Don Quijote se sintió engañado por cierto absurdo que encontró en uno de esos libros de aventuras que leía, y se angustió pensando que si un libro lo había engañado, quizá todos los otros también le habían mentido.

¿Cómo podía Don Quijote volver a su verdad? Responde el novelista ruso: “Imaginando un absurdo mayor que el primero”.

Dostoievsky, basado en lo anterior, sugiere a sus propios lectores interrogarse a sí mismos para ver si no les ha ocurrido cien veces algo parecido a lo que angustió a Don Quijote: Si no han dudado al sentirse enamorados de una idea, de un proyecto o de una persona. Y si, para salir de la duda, esto es, para poder seguir enamorados, no han terminado por crearse una ilusión más engañosa que la primera.

Encuentro esas palabras perfectamente aplicables a México y a los mexicanos en la actual coyuntura histórica.

Después de mucho luchar contra los molinos de viento del autoritarismo, conquistamos en el año 2000, al fin, la democracia, el sueño del que millones estábamos enamorados. La conquistamos, sí, solo para sentirnos de inmediato perplejos porque, por los malos gobiernos que sustituyeron a los del PRI, pronto descubrimos que el sueño de la democracia era en realidad una pesadilla.

Hay desencanto democrático entre nosotros, sin lugar a dudas. Antes del año 2000 considerábamos a la democracia un sueño lindo pero irrealizable. Ahora al ideal democrático lo sentimos como un absurdo que nos ha engañado.

¿Cómo podemos dejar la duda que nos genera ahora la democracia, duda que nos ha llevado a organizar movimientos tan profundamente antidemocráticos como el preferir, en forma masiva, echar a perder el sufragio votando en blanco?

Solo hay una salida, la misma que encontró Don Quijote: crear una nueva ilusión que nos haga volver a ilusionarnos con la democracia hoy considerada, por muchos, simple y sencillamente una farsa.

¿A qué nueva ilusión podemos aferrarnos? Solo veo una:la de que siempre es posible volver a empezar. Es lo que deberemos hacer en 2012: comenzar de nuevo, es decir, reconstruir un sistema que está destruido.

No será fácil porque, es un hecho, las reconstrucciones son infinitamente más difíciles que las construcciones. Pero no hay de otra. Construimos en el año 2000 el edificio de nuestra democracia, solo para destruirlo a golpes de incompetencia y corrupción; pues bien, por complicado que resulte, hay que entrarle con fe a la reconstrucción pensando que es posible.

Decía yo el otro día en twitter que es más difícil reconquistar a una mujer que conquistarla, y agregué que , finalmente, las relaciones duraderas están hechas de una solo conquista y de numerosas reconquistas, ya que nada hay más inestable que el amor.

Nos costó trabajo conquistar nuestra democracia en el año 2000. Mucho trabajo, a pesar de que, antes de que el PRI saliera de Los Pinos todos los mexicanos consideráramos un sueño loco el sufragio efectivo. Es que, después de 70 años del mismo partido en el poder, solo los ilusos quijotes de la oposición mexicana creían posible vencer al priismo.

El caso es que a ese monstruo, el del priismo, se le derrotó. Pero pronto descubrimos que los nuevos gobiernos del PAN resultaron peores que los del PRI. El desencanto democrático alcanzó su punto máximo en las irregulares, por decir lo menos, elecciones de 2006, y a partir de entonces nuestro sistema democrático ha venido rodando cuesta abajo.

Ahora, en el proceso de reconquista de nuestra democrcia, debemos ilusionarnos de nuevo, volver a creer en la pareja que nos falló. Que nos digan locos, si quieren. Pero tenemos que volver a soñar con que el cambio es posible.

Leamos a Cervantes para entender que, en última instancia, como dijo Roger Garaudy, “no es Don Quijote el loco: es el mundo. El suyo. Y todavía más el nuestro”.

viernes, 1 de abril de 2011

Las actuales peleas de Don Quijote


Hace poco más de un año, leí en www.cubaperiodistas.cu, en el mundo se hablaban 6 mil 909 idiomas, según el censo de Ethnologue: Languages of the world. Digo se hablaban porque, como se mencionaba en ese sitio, “quizá para cuando ustedes lean estas líneas, algunos de ellos hayan desaparecido ya: en la selva nigeriana, por ejemplo, se contabilizan hasta 200 lenguas diferentes, la mayoría vinculadas a tribus remotas que tarde o temprano quedarán atrapadas en las redes de la globalización”.

El chino mandarín es el idioma más hablado, con mil millones de personas que lo dominan. Pero el inglés no se queda muy atrás e inclusive, en cierto sentido, supera al chino: 350 millones de personas lo emplean como lengua materna, otros 350 lo hablan con cierta propiedad y mil millones más lo utilizan en algún momento.

¿Y el español? Tiene unos 400 millones de hablantes nativos y el Instituto Cervantes calcula que alrededor de otros 18 millones lo estudian en la actualidad. Esto es, nuestra lengua está muy lejos del inglés y del chino mandarín, “los gigantes contra los que, con armas mucho más modestas, pelea hoy Don Quijote”.

Pero en algo sí supera Don Quijote a Hamlet y a cualquier personaje de ficción creado en la tierra de Mao: “Más de tres mil quinientos libros se calcula que están escritos con relación al Quijote de Miguel de Cervantes”, dijo Gabriel Corchero. “Esta gran cantidad de títulos sobre la base de un solo libro es la más extensa que se conoce en toda la historia de la literatura”.

Las palabras de Corchero las tomé del libro de Álvaro Armero “Visiones del Quijote”, que es un compendio de opiniones sobre el Quijote de intelectuales de todo el mundo. Vale la pena leerlo, yo lo adquirí, hace días, en la librería del Fondo de Cultura Económica ubicada en el Colegio de México en el Distrito Federal.

Entre todas las opiniones que da a conocer Armero, quiero citar la de Salvador Dalí:

“Lo que más me gusta de toda la filosofía de Augusto Comte es el momento preciso en que, antes de crear su nueva ‘religión positivista’, sitúa en la cima de su jerarquía a los banqueros, a quienes atribuye una importancia capital. Tal vez se deba al atavismo fenicio de mi sangre ampurdanesa, pero siempre me he sentido deslumbrado por el oro, se presente bajo la forma que se presente. Al haber aprendido en mi adolescencia que Miguel de Cervantes, tras escribir para la mayor gloria de España, su inmortal Don Quijote, había muerto en la más triste miseria, y que Cristóbal Colón, después de haber descubierto el Nuevo Mundo, también había muerto en las mismas condiciones y además cargado de cadenas, ya en mi adolescencia, repito, mi prudencia me aconsejó con denuedo dos cosas.
1.- Crearme mi propia cárcel lo antes posible. Y así lo hice.
2.- Convertirme, en la medida de lo posible, en ligeramente multimillonario. Y así ha sido.”