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domingo, 1 de mayo de 2011

Salinas en el pantano

El pasado 25 de abril comenté en este blog acerca de dos columnas, en dos diferentes diarios nacionales, firmadas por el ex presidente Carlos Salinas de Gortari. Dije que a Salinas, con sus cada día más frecuentes apariciones en público, lo que menos le importa es el fondo de los temas que trata o de los problemas que debate. Este hombre sigue buscando, y sigue sin encontrar, la fórmula que lo reivindique ante la opinión pública mexicana, que termine por limpiar su imagen muy sucia desde los trágicos acontecimientos de 1994. 

Expresé que ni Gustavo Díaz Ordaz ha sido tan cuestionado y tan repudiado como Carlos Salinas de Gortari. Es comprensible que así sea, ya que si Salinas llegó de mala forma al poder (mediante el fraude electoral en contra de Cuahutémoc Cárdenas), dejó la presidencia de una manera todavía peor: heredando un conflicto en Chiapas, sin resolver los asesinatos de Luis Donaldo Colosio y José Francisco Ruíz Massieu y dejándole a su sucesor, Ernesto Zedillo, un país absolutamente preparado para entrar en la peor crisis económica, y entró.

Hoy leo en Reforma un duro artículo de Gabriel Zaid en el que pone en su lugar a Carlos Salinas. Incluso abusando de su superioridad intelectual, el escritor le dice lo siguiente al ex presidente: "Desesperado porque le hagan un poquito de caso, Carlos Salinas de Gortari está en campaña de `Aquí toy´. (No se olviden de mí, ahora que vamos a recuperar la presidencia. El PRI necesita intelectuales de peso). Ha publicado dos libros de a kilo, como si el gramaje diera peso a los argumentos."

Realmente los libros "de a kilo" del señor Salinas dan pena. No he tenido la intención de leerlos, pero por rigor intelectual los tuve en mis manos un par de días (me los prestó un amigo) y en el primer repaso que les di caí en la cuenta de que están basados en fantasías que el señor Salinas fabricó para convencerse a sí mismo de que él, a diferencia de lo que piensan casi todos los mexicanos informados, fue un gran gobernante de México. Por esta razón desistí de leer al ex presidente. No tiene caso, él no sólo no es objetivo, sino que está lejos de ser intelectualmente honesto. Porque se vale, inclusive en la ciencia, analizar un problema sin objetividad siempre y cuando se actúe con honradez. No es el caso de Salinas.

Desde luego, recomiendo el texto de Gabriel Zaid "Ni lo ven ni lo oyen" http://www.reforma.com/editoriales/nacional/606/1210267/. Es muy buen análisis de las mentiras que Salinas se contaba a sí mismo y nos contaba a todos los mexicanos durante su gobierno, mentiras que ahora repite con espectacular cinismo en sus libros.

Es que, carambas, ¡miente en todo! 

Hace unas pocas semanas, el ex presidente reunió en su casa a un grupo de jóvenes priistas de todo el país muy interesados en el desarrollo de internet y muy activos en las redes sociales. Los invitaron de parte de Salinas a discutir con tan importante figura política asuntos como la trascendencia actual de internet, el alcance de twitter, la revolución que ha provocado facebook, etc. A los cinco minutos de haber iniciado la reunión, los internautas priistas entendieron que Salinas iba a hablar de cualquier cosa menos de internet y redes sociales, temas que simple y sencillamente no conoce. ¿De qué les habló Salinas? Pues de su libro, de qué más. No sólo los aburrió con su perorata, sino que los decepcionó ya que, es un hecho, ningún líder medianamente eficaz en el mundo actual desconoce la relevancia de internet.

Engañados, los mencionados jóvenes priistas acudieron al domicilio de Carlos Salinas en la ciudad de México no para conocer el punto de vista de un político sobre las redes sociales, sino para ser adoctrinados en la única biblia en la que cree Carlos Salinas de Gortari, sus libros "de a kilo".

Ya entenderá Salinas que, sobre todo por los asesinatos políticos de 1994, él se mueve en un pantano, de tal modo que mientras más se mueve más se hunde. Le iría mejor si ya se quedara quieto. 

lunes, 25 de abril de 2011

Carlos Salinas

Hoy vi en la prensa, es decir, en las versiones de internet de dos diarios nacionales, sendas columnas firmadas por el ex presidente Carlos Salinas de Gortari. No voy a analizar el contenido de los escritos que Salinas difundió en El Universal y en Reforma porque, aunque esta persona escribe con propiedad, lo que ha dicho hoy, evidentemente, lo ha expresado ya en el pasado muchas veces.
Cada vez que Salinas se presenta en público, ya dictando una conferencia, ya presentando un libro, ya publicando artículos periodísticos, lo que a él menos le importa son los temas que trata. Lo que el ex presidente busca, con una terquedad digna de mejor suerte, es reivindicarse, limpiar su imagen, convencer a los mexicanos de que es falso todo lo que se dice de él desde el terrible año de 1994.
Ni Gustavo Díaz Ordaz ha sido tan cuestionado y tan repudiado por la opinión pública como Carlos Salinas de Gortari. Este hombre es, sin duda, casi veinte años después de que dejó Los Pinos, una figura pública sólo apreciada en ciertas élites, pero literalmente detestada por la inmensa mayoría de la población mexicana.
No es para menos, ya que si Salinas llegó muy mal al poder (después del gran fraude electoral de 1988 en contra de Cuahutemoc Cárdenas) se fue todavía en forma peor, infinitamente peor, del gobierno. Lo que pasó en 1994, el último año del periodo de Salinas, fue terrible: el levantamiento zapatista en Chiapas y los asesinatos de Luis Donaldo Colosio, candidato presidencial del PRI, y José Francisco Ruíz Massieu, un personaje muy importante en aquel sistema político.
La gente en su momento, con o sin evidencia, culpó a Carlos Salinas de los hechos anteriores. Justa o injustamente, Salinas quedó marcado para siempre por esos hechos, a los que se sumaron en diciembre de 1994 y en los primeros meses de 1995 otras dos situaciones muy lamentables. Me refiero a la peor crisis económica de la época reciente, en la que comparten responsabilidades por igual tanto Salinas de Gortari como su sucesor Ernesto Zedillo. Y me refiero también al arresto, acusado de homicidio y de graves actos de corrupción de Raúl Salinas de Gortari.
La suma del conflicto en Chiapas, los asesinatos políticos, la crisis económica y la puesta en evidencia de la gran corrupción de la familia Salinas, acabaron definitivamente con el prestigio del ex presidente que se tuvo que ir lejos de México durante varios años. Desde Irlanda o desde Cuba, Salinas se dedicó a observar cómo su nombre y su imagen eran destruidos durante cada día de los seis años del gobierno de Zedillo. Uno de los objetos más vendidos en las calles de todo el país eran las máscaras de Carlos Salinas de Gortari, por mencionar sólo un dato que ilustra el nivel que alcanzó su desprestigio.
Cuando Zedillo dejó el poder, Salinas decidió emprender una campaña para reposicionar su imagen. Lo ha intentado todo durante ya mucho tiempo y es muy poco lo que ha logrado. En mi opinión no tendrá éxito en su proyecto de limpiar completamente su imagen. Porque no es poca cosa lo que hizo o, en el mejor de los casos, lo que millones de mexicanos piensan que hizo. Le sobran amigos en los medios, en la política y en el sector empresarial, sin duda. Pero le falta apoyo popular. La gente no lo va a perdonar, desde luego por el tamaño de las faltas que se le atribuyen, pero también porque insiste en pelear de tú a  tú con el líder político de izquierda más aceptado entre la gente de menores ingresos y entre los intelectuales que nada le deben al señor Salinas.